martes, 24 de marzo de 2015

La primera de los años 30

Una serie de listas más nos trae a Lo que el viento se llevó, de 1939, que encabeza la "clasificación" del cine de aquellos años que terminaban.

El criterio de estas listas parece ser el éxito entre el público, que se refleja en las taquillas.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Personajes (XXI)

El llamado Carleton era un coronel que mandaba la batería en la que sirvió Rhett Butler durante la guerra; se casó con una hija de una de las hermanas del abuelo de la señora Merriwether, que aprovecha el parentesco para pedir informes sobre Butler.

jueves, 12 de marzo de 2015

Los dedos de Vivien Leigh

Cuando un actor se deja llevar por el personaje pueden producirse situaciones bastante incómodas, aunque normalmente no se llega a los extremos de Anthony John en A Double Life (Doble vida, 1947)...

Durante el rodaje de Lo que el viento se llevó la despiadada Escarlata se apoderó por unos momentos de Vivien Leigh, y Evelyn Keyes se llevó la peor parte: en la escena en la que la mayor de las O’Hara abofetea a Suellen, el cachete fue tan real que Keyes recordaba que “mi mejilla llevó la huella de los dedos de Vivien Leigh toda la tarde”.

Pero los nervios a flor de piel de aquellos meses acabaron por desaparecer. Años después, cuando Vivien estaba de vuelta en Estados Unidos para aparecer en Un tranvía llamado deseo, coincidió en una fiesta con Evelyn, que no esperaba que la actriz inglesa se acordara de aquella jovencita que había compartido algunos planos con ella. Sin embargo, antes de que Keyes se presentara a sí misma, Leigh le dijo: “Siento que tuviera que abofetearte tan fuerte”.

viernes, 6 de marzo de 2015

Escarlata inevitable

Sólo dura unos segundos, pero el comienzo de este anuncio de Vitalinea nos recuerda inevitablemente a Scarlett O'Hara, la protagonista de Lo que el viento se llevó, en el momento en que pone a Dios por testigo de que no volverá a pasar hambre.

"A todos pongo por testigo que nunca más voy a renunciar al postre", es la variación de la frase inmortal creada por Margaret Mitchell en 1936 y bien reproducida por la película de 1939. La presencia del tono de color escarlata y la referencia a la comida en todo el anuncio confirma la relación con Gone With the Wind.

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