Una nueva lista más: los 39 espléndidos carteles de 39 películas (americanas). Y una nueva aparición de Lo que el viento se llevó, como una de las clásicas que se citan, junto a Metrópolis, Sin novedad en el frente o Casablanca.
Predominan en este artículo las películas de terror o ciencia-ficción, pero no se olvida de Anatomía de un asesinato, Aterriza como puedas, Chinatown, El show de Truman o La guerra de las galaxias, todas ellas inolvidables.
Las referencias a los Hilton en Lo que el viento se llevó surgen primero de su denominación como los Wilson, un apellido que decidió cambiar la autora por encontrar su referencia, idéntica o similar, en sus investigaciones.
En la novela Hilton es el capataz, yanqui, de Pine Bloom, la hacienda propiedad de los Calvert. Hilton proclamó que los propietarios no eran partidarios de la secesión y esta defensa evitó que se produjera la destrucción de la hacienda.
El capataz, al término de la guerra, contrae matrimonio con Cathleen Calvert y, ya en plena Reconstrucción, ocupa un cargo en la Oficina de Hombres Liberados, cuyo arbitrario
funcionamiento causará algunas desgracias en el Condado. También contribuirá
con su charla a confundir a Suellen e impulsarla a intentar que Gerald jurara
su lealtad a la Unión.
La suerte no contribuyó al destino de los Calvert y Hilton, pues una subasta había permitido la compra de la hacienda por un grupo de antiguos esclavos, y se había perdido noticias del paradero del matrimonio.
No encontramos referencia como tal Hilton a ningún personaje de los que aparecen en la filmación de Gone with the wind.
La selección no podía dejar de incluir Gone With the Wind, alrededor del minuto 6:35, que viene acompañada de más de un millar de filmes inolvidables, mudos y modernos, blanco y negro y color...
Desde La guerra de las Galaxias a Poltergeist, pasando por Lolita y De aquí a la eternidad, sin olvidar Casablanca o My fair lady... Y todos ellos en un perfecto montaje visual y auditivo que no deja de llamarnos la atención cada vez que lo vemos.
Repetimos el título que recomendamos a los lectores cinematográficos para las próximas festividades: una compra que llenará de orgullo y satisfacción a su autora y que informará a los lectores de las candidatas que, hasta 2009, conocimos en la lista dedicada a elegir a Scarlett O'Hara.
Gracias a todos aquellos que eligen este título, y más agradecimientos todavía a aquellos que nos comunican sus opiniones al respecto.
La revista Fotogramas, en su página web, dedica una entrada a recopilar un puñado de largometrajes tintados de sexismo desde el punto de vista masculino.
De entre esas cintas no podía faltar Lo que el viento se llevó, en representación de las películas de los años 30 y 40. ¿Melania o Escarlata (Scarlata, como ha quedado bautizada en este artículo)? La bondad de la primera queda enmascarada por la voluntad de salirse con la suya por parte de la señora Hamilton/Kennedy/Butler... sin que se nos dé un papel en medio...
Otras películas citadas en el articulo nos acercan más a las décadas más recientes: El Padrino,Grease, Pretty Woman..., que ofrecen una versión de la mujer dentro de unos guiones muy logrados y tan bien interpretados.
Se planteó a sus lectores una pequeña investigación: ¿Qué película elegirían para ver durante un día... y ganar un millón de dólares?
Diez largometrajes se ganaron la afición del público que respondió a la encuesta, pero la única película clásica fue... Lo que el viento se llevó. Al film que firma Victor Fleming en 1939 le acompañan títulos como Titanic, El retorno del rey...
La autora de la novela Lo
que el viento se llevó nació en Atlanta el 8 de noviembre de 1900. Su primera vocación fue la
Medicina y entre sus muchas aficiones se contaba la de escribir. La joven
Peggy, como la llamaban sus amigos, fue testigo de un incendio declarado en
Atlanta en 1917, y asistió en el hospital a algunos de los heridos; también
infringió las reglas no escritas de decoro al aparecer en público en un baile
benéfico, e interpretando un “descarado” baile apache, poco después de la
muerte de su madre (en una epidemia de gripe). Todas estas experiencias
encontrarán eco en la novela.
Su padre, un abogado católico descendiente de irlandeses,
conocía a la perfección todas las ramas de su árbol genealógico, además de las
circunstancias históricas que rodearon a sus antepasados, y, como Gerald con
Escarlata, le transmitió a su hija el amor por la tierra natal. Su madre se
distinguió por su lucha en pro del voto para la mujer, con un carácter decidido
del cual Escarlata es heredera.
Peggy Mitchell escribió en el Atlanta Journal Sunday Magazine entre los años 1922 y 1926. Medía
más o menos un metro y medio y era toda vitalidad, a pesar de tener dañada la
pierna izquierda debido a varios accidentes de equitación. Estuvo casada en dos
ocasiones, la primera con el periodista Berrien Kinnard “Red” Upshaw, del que
se divorció después de un año de matrimonio. En 1925 se casó con el ejecutivo
publicitario John Marsh, el padrino de su anterior boda. En 1949, cuando se
dirigían ambos hacia un cine, un taxi atropelló a Margaret, que falleció el 16
de agosto dejando huérfana una vez más a su heroína.
La escritora no pudo escapar de la vorágine que rodeó la
publicación de su libro, primero, y la producción de la película, después.
Tampoco pudo negarse a dar su quiniela de protagonistas, formada por Charles
Boyer, a quien consideraba ideal para interpretar a Rhett... si no fuera por su
acento francés, o por Jack Holt como segunda opción, Miriam Hopkins para
Escarlata y Elizabeth Allan en el papel de Melania. Harta ya de las preguntas,
lo único que dejó bien claro fue que sus gustos en materia de películas iban
del Pato Donald a los cuatro hermanos Marx y "ninguno de ellos, creo yo,
podría interpretar el papel de Escarlata o el de Rhett".
Si nos guiamos por lo que Katharine Hepburn cuenta en su
autobiografía Yo misma, según la cual
Margaret Mitchell le envió el manuscrito de GWTW, los que opinan que se basó en
los rasgos de la actriz para su protagonista y que Hepburn era, por lo tanto,
la más adecuada para interpretar a Escarlata, estarían de enhorabuena, pues
confirmaría esa difundida teoría. Ahora bien, en 1926, fecha en que Peggy
Mitchell comenzó a escribir la novela, Hepburn ni siquiera había debutado en el
teatro y tardaría unos cuantos años más en acostumbrar al público a su
fisonomía y carácter. Una observación casual de la escritora en la que señalaba
que le había gustado mucho Hepburn tal y como aparecía en Little Women (Las cuatro
hermanitas, G. Cukor, 33), se convirtió en un aparente respaldo de la
escritora a la candidatura de la actriz para Escarlata, malentendido que la
señora Mitchell se apresuró a deshacer.
En cuanto a que Margaret Mitchell le enviara el manuscrito
(entendiendo como tal ya sea una copia de su original con todas las
correcciones realizadas o un ejemplar del libro a punto de publicarse, puesto
que no existe un “manuscrito” literalmente hablando, ya que GWTW fue escrito a
máquina) a Hepburn, es bastante improbable que tal hecho sucediera, si tenemos
en cuenta los sudores que le costó a Latham hacerse con la novela, de la que
Mitchell se mostraba reacia a desprenderse y dar a publicar, y lo pronto que
ésta se desvinculó de todo lo que tuviera que ver con la adaptación
cinematográfica de GWTW. En su aparición en el programa televisivo El show de Dick Cavett en octubre de
1973, antes de escribir su libro, Hepburn señalaba que los editores le habían
enviado la novela y que ella la había entregado a la gente de la RKO.
La vida de Margaret Mitchell ha generado casi tanta
bibliografía como su obra más conocida, y por ello remitimos al lector
interesado a cualquiera de los libros a ella dedicados. Son excelentes
testimonios de la Atlanta de principios de siglo, el periodismo de la época y
los efectos sobre la vida privada de una persona de un éxito que no había
buscado. A medio camino entre la ficción y la realidad se queda, sin embargo,
el telefilm A Burning Passion: The
Margaret Mitchell Story (L. Peerce, 94).
50 años después de su muerte, Margaret Mitchell sigue
generando la atención de los fieles seguidores de Lo que el viento se llevó, aquella novela de la que ella misma
dijo, cuando Latham le preguntó por lo que había escrito:
“Sólo son unas cuantas líneas que hablan de alguien
enamorado de una persona casada, con cuatro blasfemias y un solo taco (...) Es
tan repugnante que me avergüenzo de él [el original]”.
Habría que pensar qué habría opinado la señora Mitchell de
la publicación de Laysen, la isla perdida,
que vio la luz en 1996. Esta novela corta, fruto de una Margaret adolescente,
se encontró entre los papeles de su buen amigo Henry Love Angel, junto con un
puñado de fotografías y cartas de ambos. También ha aparecido, esta vez en una
biblioteca de la Universidad del Sur de California, una comedia de Margaret
Mitchell fechada en 1926, Oh! Lady
Godiva!, que se daba por perdida para siempre.
No encontramos mejor combinación que leer Lo que el viento se llevó y luego ver la película basada en la novela que firmó Margaret Mitchell.
Este artículo así lo demuestra. La autora, Geraldine Gardner, se apoya en el detalle que aporta el libro y que no puede apreciarse por completo en la pantalla, bien porque así lo ha querido el guionista o el director correspondiente o bien porque el actor no ha llegado a cubrir ese aspecto determinado.
En “La última película de los grandes maestros”, de Luis López Varona. Página 112:“Con el muchacho [Robin Thorne], Cukor solía ver en televisión sus
antiguas películas. Según contaría el estudiante, le provocó un gran enfado la
serie Moviola, que recreaba momentos
estelares del Hollywood clásico. Para su disgusto, en el capítulo dedicado al
rodaje de Lo que el viento se llevó,
el actor George Furth lo representaba con un gran amaneramiento, algo que no se
correspondía con la realidad y que, de nuevo, chocaba con la discreción de
Cukor sobre este tema."
Se explica en nota a pie de página: Cukor fue
posiblemene el director que rodó más material de la película, si bien no fue
acreditado finalmente, tras ser despedido por David O’Selznick [sic] a
instancias de Clark Gable, que nunca ocultó su animadversión hacia un director
gay. No obstante, Cukor siguió dirigiendoa escondidas a las actrices Vivien Leigh y Olivia de Havilland.
No dejan de aparecer listas y más listas sobre películas, y nosotros procuramos no perderlas de vista para comprobar que Gone With the Wind está presente.
Es el caso de esta colección de besos, que incluye el beso entre los actores de Titanic como la cabeza de una lista de 50 preferidos, seguida, nada menos, por La dama y el vagabundo. Otros títulos memorables que encontramos: Oficial y caballero, Casablanca, En busca del arca perdida, De aquí a la eternidad, El hombre tranquilo...
Otra reunión de labios la encontramos en YouTube, con la inclusión de Lo que el viento se llevó:
No es un asunto que se deba tomar con alegría, ni permitir que suceda ayer, hoy o mañana. El tema de la violación toca también Lo que el viento se llevó, aunque queda rápidamente olvidado al ver la satisfacción con la que Escarlata se despierta a la mañana siguiente, fruto de las habilidades de un embriagado Rhett, que quiso hacerle saber quién era Butler y quién no era Ashley Wilkes.
Una nueva lista más que contiene Lo que el viento se llevó, junto con un memorable listado de películas con música memorable, pasando por Casablanca, Lawrence de Arabia, La pantera rosa, El padrino,Superman, Blade Runner o Memorias de África...
Henry era el nombre de pila del capitán obeso que no es muy amable con
Escarlata cuando acude al cuartel general del Ejército de la Unión para
intentar visitar a Rhett.
Son sólo unos segundos, pero nos llevan de la mano hasta 1939, justo antes de que comenzara el rodaje del día de Lo que el viento se llevó. El metraje nos muestra una prueba de maquillaje y peinado sobre Vivien Leigh, la intérprete de Escarlata O'Hara.
Nos basta con su seria mirada para convencernos de que no ha existido nadie comparable ¿no es así?
David O. Selznick decidió que se pasara una copia de Lo que el viento se llevó cuando aún no estaba terminada tal y como la conocemos hoy en día.
El largometraje que se proyectó el 9 de septiembre de 1939 necesitaba unos cuantos retoques y añadidos: no se contaba con los créditos de apertura, ni con banda sonora; faltaban varios montajes para mostrar algunas acciones y sería necesario rodar algunas de las secuencias en las que intervenía Vivien Leigh.
El productor encabezó una expedición a una sala en Riverside, a unas 60 millas de Culver City. A su lado viajaba su esposa, Irene, y desde Nueva York llegó Jock Whitney. En otro coche, repleto de bobinas, viajaron el jefe de montaje Hal Kern y la secretaria de producción Bobby Keon.
Al gerente de la sala se le explicó las condiciones para el pase: interrumpir la película que estaban pasando, poner un cartel que anunciara la visión de un largometraje de novedad y dar el plazo de cinco minutos para que saliera quien quisiera, pero sin permiso para que nadie volviera.
El silencio fue total cuando apareció el nombre de Margaret Mitchell y luego pareció que una tormenta se había desencadenado cuando se vio en la pantalla el título Gone With the Wind. El público ovacionó el comienzo de la película, y hubo una buena cantidad de gente que se puso de pie en sus asientos...
Hal Kern recordó aquel espectáculo tan emocionado como aquel día, cuando tanto él, Irene y David lloraron "como un bebé".
Otra lista de películas favoritas, donde encontramos únicamente dos que pertenecen a la "época dorada" de Hollywood y, concretamente, a 1939: Lo que el viento se llevó y El Mago de Oz.
El resto de filmes son ya más recientes, aunque memorables también: Fiebre del sábado noche, Cazafantasmas o Titanic...
No dudamos de que, entre 1939 y 2002 (las fechas citadas en este artículo con característica de películas clásicas), se encuentran otros títulos difíciles de olvidar ¿verdad?
David O. Selznick le escribía a Jock Whitney, el 25 de agosto de 1939:
“Siento que
una de las cosas más hábiles que hemos hecho desde el punto de vista del
espectáculo ha sido la manera de manejar la publicidad de la película, para que
el público no sepa, a día de hoy, a quien se parecen los personajes… Me he
despertado a mitad de la noche con la tentación de venir aquí y encender una
cerilla sobre las fotografías de la película para que no fueran publicadas en
ningún sitio, en ningún momento… No hay sido tarea negativa el manejo de esta
publicidad para mantener la película fresca y “en vivo”. Hemos tenido éxito al
hacer esto, creo que coincidirás conmigo… Sin embargo, teniendo en cuenta la
atracción de la película, debemos tener en cuenta que ese continuo valor de
atracción, que esperamos durará un par de años, depende de la transmisión boca
a oreja, un efecto que dependerá, por supuesto, de lo mucho que el público disfrute
de la película.”
Esta entrada nos recoge más de cien tomas de entre las preferidas por su autor, que nos invita al recorrido por más de un centenar de películas inolvidables.
Seguro que echas de menos alguna de las tuyas favoritas, algún referente al cine clásico más clásico que Lo que el viento se llevó, y que suprimirás del recuerdo alguna que otra película de las que se cita aquí... pero nos parece una recolección prodigiosa ¿verdad?
Bautizado como el comandante de su padre, Wade Hampton Hamilton, el hijo de Escarlata y Charles Hamilton, no fue un niño deseado; su madre apenas le presta atención y durante los primeros años de su vida experimentará el terror producido por la guerra.
Wade viaja con su madre a Atlanta, donde Tío Pedro intenta educarle como un Hamilton y Melania le da el cariño que Escarlata, demasiado ocupada en bailes y cortejos, olvida administrarle.
Cuando la situación se endurece en Atlanta Escarlata quiere enviarle a Tara con Prissy, pero al saber que se lucha en la comarca y el tifus se adueña de la plantación decide que se quede. El sitio dejará hondas huellas en el niño, que no podrá olvidar nunca el miedo a que los yanquis lleguen para llevárselo.
De nuevo en Tara, Wade se enfrenta con valentía a las tropas de Sherman; uno de los soldados quiere llevarse la espada de su abuelo, con la que su padre había ido a la guerra. Escarlata logra convencer al sargento al mando de que el arma pertenece al pequeño y que no había sido desenvainada contra el Norte.
Wade hace buenas migas con Rhett, que tiene muy buena mano para los niños y deplora que Escarlata no le haya prestado más atención. Rhett no quiere que a Bonnie le suceda lo que a Wade, que es excluido de las fiestas de los demás niños y tiene como únicos compañeros de juego a Beau Wilkes y a sus hermanas.
El blog que firma Clementine, La Gran Pantalla, le dedica una entrada a Lo que el viento se llevó.
En unos párrafos se nos presenta la escritura de la novela y el rodaje de la película basada en ella, con una breve referencia a la elección de los actores para los personajes principales, donde lo más significativo que encontramos es una referencia a la candidatura de Olivia de Havilland para el papel de Escarlata, algo que nos sorprende (no por la calidad de ella como actriz, sino por el carácter que había mostrado hasta entonces en sus papeles).
“Silvia se enamoró
de Lluis (…) porque tenía la misma manera de bajar los párpados que Clark Gable
en Lo que el viento se llevó. El día
en que lo vio en la masía de Gualba él estaba al pie de la escalera y ella
bajaba; pensó, mira, yo soy Vivien Leigh bajando la escalera y él es Clark
Gable que me espera abajo.”
El autor del blog El amor después el mediodía nos recomienda la visión, al menos una vez en la vida, de Lo que el viento se llevó, película que encuadra en el cajón de los filmes clásicos... e imprescindibles.
Podemos conocer su opinión en el artículo de julio de 2012, y la de algunos lectores en los comentarios. Define Sergio Sánchez que se trata de una película que gira "sobre el deseo neurótico que alberga en todo bicho viviente, de forma más trágica o más superficial."
Los años van pasando y también en Viento Escarlata nos sentimos con derecho a celebrar algún que otro aniversario lejos de la edición de la novela, el estreno de la película o el cumpleaños de alguna actriz que todavía nos acompaña...
...y es que nos gusta recordar que, hace casi 10 años, veía la luz Se las llevó el viento. Las candidatas al papel de Escarlata O'Hara, que trata de recordar los nombres de aquellas jovencitas que participaron en lo que, por entonces, fue una de las mayores competiciones cinematográficas de la historia.
Gracias a la colaboración de Notorious Ediciones y a la participación de los lectores, nos gusta ver caminar, pasito a pasito, al volumen que firmamos.
La database que reúne todo tipo de información sobre el Séptimo Arte no podía olvidarse de relacionar los vestidos de boda más interesantes de la historia del cine.
En esta colección no falta Lo que el viento se llevó, que vemos en la segunda página tras imágenes de cine y televisión como Julie Andrews en The Sound of Music, Cary Elwes y Robin Wright en The Princess Bride o Helena Bonham Carter en Corpse Bride, por citar solamente varios de los títulos con novias inolvidables.
Olivia de Havilland celebra hoy su cumpleaños, como la única protagonista de Lo que el viento se llevó que permanece con nosotros.
Nos gustaría hacerle llegar nuestra felicitación por lo que es toda una hazaña... y con tan buena pinta.
Victor Fleming dirigía el rodaje en la fiesta de cumpleaños en honor de Ashley Wilkes... y que se cerró con una tarta dedicada a Olivia por todo el grupo de la producción.
Que la librera no dude en ofrecerte una recomendación de un libro que ya supera los 80 años es casi una rareza en el día de hoy, en el que algunos pretenden venderte (y que leas) los últimos folios impresos por la industria y que giren sobre la magia, los enanos y...
La librera vuelve, en este caso, su atención hacia Lo que el viento se llevó, y sugiere su lectura... al menos una vez en la vida y aunque sea para compararla con la película que se realizó basándose en la novela de Margaret Mitchell.
Regina ExLibris nos detalla su preferencia por la obra de la confederada escritora en esta entrada del imperecedero blog que, parece, se llevó el viento poco a poco.
Aunque su nombre de pila era Sarah Jane, desde muy joven era
conocida como “Pittypat”, un apodo que su cariñoso padre le había puesto por
sus piececitos incansables. Cuando la conocemos cuenta 60 años y el
sobrenombre, con sus resonancias de algo grácil y ligero, ya no describe a la
persona, una mujer pasada de peso que acostumbra llevar el corsé demasiado apretado,
con lo cual la amenaza de un desmayo inminente se cierne siempre sobre ella,
propensa a emocionarse por cualquier nimiedad. Infantil, despistada y generosa,
nadie la toma en serio y mucho menos su esclavo Pedro, que la considerará una
niña toda su vida.
La tía Pitty es una fuente de humor tanto en la novela como
en la película, y la excusa de Rhett Butler para visitar a menudo la casa, un
edificio de ladrillos rojos con techo de pizarra situado en el extremo norte de
la ciudad. Esa ubicación y los materiales permiten que las tropas yanquis, al
tomar Atlanta, dejen en pie la casa y, aunque maltrecha, sea habitable todavía.
El papel de la tía Pitty se lo disputaron la británica Cissie Loftus (1876-1943), veterana del
teatro con esporádicas películas como East
Lynne (F. Lloyd, 31) o The Old Maid
(La solterona, E. Goulding, 39), y Josephine Hull (1886-1957) inolvidable
tía de Cary Grant en Arsenic and Old Lace
(Arsénico por compasión, F. Capra,
44) y hermana de James Stewart en Harvey
(El invisible Harvey, H. Koster,
50),en tanto que las preferencias
de Selznick recaían en un principio en Billie
Burke (1885-1970), el hada del Norte de The
Wizard of Oz (El mago de Oz, V.
Fleming, 39) y viuda de Florenz Ziegfeld, pero al productor le pareció que no
aparentaba la edad requerida y se decidió por Laura Hope Crews, seis años
mayor.
Otra lista, otra propuesta en la que encontramos Lo que el viento se llevó; en esta ocasión se habla de "novelas de amor".
La colección de títulos incluye Orgullo y Prejuicio, Cumbres borrascosas, El amor en los tiempos de cólera y El doctor Zhivago... una colección que coloca a Margaret Mitchell en el conjunto de honor de escritores de los que, en un momento u otro, hemos disfrutado.
“Lo que el viento se llevó (1939) es una de las películas más taquilleras de
todos los tiempos y también una de las más sobrevaloradas de la historia del
cine.Excesiva, desproporcionada,
relamida, cursi. En fin, un culebrón interminable con una factura impecable y
una producción que hizo historia. Se llevó una lluvia de Oscar y ha sido
admirada generación tras generación. Todavía cosecha generosas audiencias en
sus pases televisivos.
Al final de la película, Rhett Butler
deja plantada a la chalada de Escarlata con el “Francamente, querida, me
importa un bledo”, que no sé por qué se hizo tan famoso. El final, al que
llegas dormido, es oscuro y pobre para una película tan pretendidamente
colosal.”
No sabemos si Reguera llegó dormido al final de Gone With the Wind, porque la película no termina precisamente ahí, sino con el "Ya lo pensaré mañana" de la loca Escarlata... y con un poco más de luz al que se refiere. Pero sí nos consta porqué se montó tal barullo por el "damn" que pronunciaba Clark Gable en los años 40 del siglo XX.
La revista Marie Claire nos ofrece aquí una lista de narraciones clásicas que nadie debe dejar de leer a lo largo de su vida.
Desde las peripecias de Ulises al encuentro de los protagonistas de la película que interpretaron Clint Eastwood y Meryl Streep, las sugerencias cubren una buena ración de años, estilos y forma de plasmar la narración, pasando por el teatro compuesto por Shakespeare para Romeo y Julieta a la expresión de Lewis Carroll en Alicia en el País de las Maravillas.
No podía faltar en esta relación de recomendaciones indispensables el título que firmó Margaret Mitchell, Gone with the Wind. Siempre es un honor compartir la selección con obras como David Copperfield, La isla del tesoro, Jane Eyre o Matar a un ruiseñor.
“Secretaria ejecutiva” o “asistente
personal” son cargos que se quedan pequeños para definir las labores de
Marcella Bannett Rabwin, guardiana de la puerta del despacho de David O. Selznick,
su mano derecha durante la producción de Lo que el viento se llevó y multitud
de cosas más.
Esta virginiana, nacida el 15 de mayo de
1908, se estableció en California a los 16 años, para estudiar en la
Universidad de California en Los Angeles. Al tiempo que acudía a las aulas, se
ganaba su sustento como modista en unos grandes almacenes, y luego entró a
formar parte del departamento de vestuario de la Warner. Un cambio de posición
la llevó a actuar como secretaria de varios ejecutivos y también de Myron, el
agente hermano de David Selznick. Precedió a este último en trasladarse a la
RKO y allí David la ascendió a secretaria ejecutiva, directamente a sus órdenes
y con gran responsabilidad, como luego ocurrió cuando Selznick formó su propia
compañía.
Marcella, que se casó con el doctor Marcus
Rabwin, de reconocida reputación en Hollywood, admiraba y respetaba a Selznick,
pero llegó un momento en que la atosigante carga de trabajo que imponía el
productor fue demasiado para ella, sobre todo porque interfería en su vida
familiar, y cesó en sus tareas en 1941. Rabwin los conocía a todos y hablaba
bien de casi todos, como puede comprobarse en su libro (póstumo) Yes, Mr.
Selznick; hasta su muerte el 25 de diciembre de 1998 fue una inagotable fuente
de anécdotas e historias tanto acerca de GWTW como del Hollywood clásico.
En la película Return to Peyton Place (Regreso a Peyton Place, 1961) encontramos una pequeña referencia a la novela que firmó Margaret Mitchell,, pues se comenta que en una librería de la localidad se encontraban 4 ejemplares de Gone with the Wind y ya se han vendido dos de ellas.
Frente al personaje de Escarlata Margaret Mitchell colocó el
de Melania para mostrar el ideal de la primera y lo mucho que se desvía de él a
medida que avanza la historia. Melania sigue la pauta esbozada para Ellen pero,
al contrario que la madre de Escarlata, que muere relativamente pronto, sufre
la guerra y la reconstrucción sin dejar de ser
“la mujer suave, borrosa, pero firme como el acero, con
quien el Sur había construido su hogar durante la guerra y a cuyos orgullosos y
amantes brazos había vuelto en la derrota”.
Melania rebosa bondad por cada poro de su piel. Su carácter
angelical y su amor por Ashley son sus dos características fundamentales. Es
buena porque es incapaz de imaginar la maldad en los demás y ama a Ashley
porque, como él, habita en un mundo que no tiene nada que ver con el real. Ambos
se complementan de la misma forma que Rhett y Escarlata, pero con la distinción
de que el matrimonio Wilkes vive de sueños, propios o ajenos, y los Butler son
mucho más prácticos.
De constitución débil, enfermiza y sin un físico realmente
hermoso, Melania Hamilton estaba destinada a casarse con su primo Ashley
Wilkes, por mucho que a Escarlata le disgustase ese enlace. Tras la boda y con
su marido en el frente Melania se queda en Atlanta haciéndole compañía a la tía
Pitty, y recibe con los brazos abiertos a la viuda Escarlata y a su hijo Wade.
Nada de lo que Escarlata pueda hacer rebaja la opinión que su cuñada tiene de
ella; su fidelidad, su lealtad, sus constantes defensas y atenciones no hallan
respuesta en Escarlata, que la desprecia por el mero hecho de que Ashley
pertenece a Melania. Ambas mujeres quedan más unidas aún por la promesa de que
la más fuerte de ellas cuide de la más débil en ausencia del hombre de la casa.
Cuando Melania esté próxima a dar a luz, Escarlata la odiará
todavía más, puesto que los cuidados que debe prestarle le impiden ir a Tara,
lo que más desea en el mundo. El parto de Beau es un infierno sólo comparable
al viaje que les espera: Melania no puede quedarse con nadie en Atlanta y Rhett
y Escarlata han de llevarla a Tara.
Es en Tara donde la opinión que Escarlata tiene sobre
Melania sufre un pequeño cambio, aunque sin dejar nunca de mirar por encima del
hombro a su cuñada: cuando llega el desertor yanqui y Melania se precipita al
vestíbulo empuñando a duras penas el sable de Charles, Escarlata vislumbra por
un instante el espíritu inquebrantable de la dulce y apocada Melania:
“Había una aprobación y un gozo feroz en su sonrisa, que
eran comparables al alborotado tumulto en el pecho de Escarlata. (...) Vio en
un relámpago de percepción clara, libre de toda baja emoción que bajo la dulce
voz y los ojos de palomita de Melania había una hoja fina de templado e
irrompible acero, y comprendió asimismo que vibraban cornetas y banderines de
bravura en la tranquila sangre de Melania.”
Melania lucha por Tara hombro con hombro con Escarlata, en
la medida de sus escasas fuerzas, y vuelve a su amada Atlanta para convertirse
en el sostén espiritual de la ciudad. A su lado todos se sientes seguros,
disfrutan de un destello de los viejos tiempos, comparten el cariño que brota
incesante de la señora Wilkes y encuentran consuelo para sus penas cuando ella
está presente, repartiendo sentido común a diestro y siniestro. El recuerdo del
Viejo Sur está asegurado con mujeres como ella, que han perdido la guerra pero
que no se han rendido. Lo mismo ha hecho Escarlata, pero ella carece de la
inocente cualidad que hace que Melania ignore durante toda su vida que el mal
existe.
Melania, sencilla como la tierra y transparente como el agua
de primavera, convencida de que no hay mayor felicidad para una mujer que traer
niños al mundo, muere al ignorar las recomendaciones de no tener un segundo
hijo.
“Le estoy envidiando su niña a Escarlata, que siempre ha
sido tan buena para mí. Perdóname, Señor. Yo no deseo la niña de Escarlata,
¡pero desearía tanto tener una mía!” Colocó un almohadón tras su dolorida
cintura y pensó con ansia en una hijita suya. Pero el doctor Meade no variaba
de opinión en este asunto. Y, aunque ella hubiera arriesgado con gusto su vida
por tenerla, Ashley no quería oír hablar de semejante cosa. ¡Una hija! ¡Cómo
querría Ashley a una hija!”
Con la muerte de Melania desaparece el único sueño de Ashley
que no se había hecho trizas, el apoyo silencioso que Escarlata tuvo a su lado
siempre que lo necesitó, la confidente de Rhett, que sabía reconocer y respetar
a una gran señora... el último vestigio de lo que había sido el esplendor
sureño de preguerra.
Melania encarna el modelo femenino tradicional, no sólo en
el Viejo Sur, sino a escala universal. Su sitio estaba en el hogar, como apoyo
de su marido; su destino era procrear, cuidar de la prole y procurar que los
demás se sintieran a gusto; pasar inadvertida, pero sin descuidar sus múltiples
tareas: gobierno de la casa, alivio de las desgracias ajenas, mantener viva la
Causa perdida... Les estaba vedado tener opiniones propias y mucho menos
hacerlas públicas, y, si se veían obligadas a trabajar para conseguir salir a
flote, debían cuidarse mucho de encontrar placer en ello: esa es una cualidad
masculina. Como afirma Gerald O’Hara, Melania era
“tan modosa, sin hablar nunca de sí misma, como deber ser
una mujer”.
El mundo en el que vive Melania le ha hecho
desconocer el lado más oscuro de la personalidad humana. No ha recibido más que
protección y cariño durante toda su juventud, y no imagina que puedan existir
la maldad y el odio entre los que la rodean; por lo tanto, es incapaz de
suponer ni por un instante lo que pasa por la cabeza de Escarlata y cuando le
ponen la verdad delante se niega a creerla, porque, en su inocencia, cree que
los demás piensan de la misma forma que ella y por lo tanto tampoco realizan
actos inconvenientes. Fue Olivia de Havilland la actriz encargada de dar vida a Melanie Hamilton Wilkes.
Aprovechemos que se prepara la celebración del Día del Libro para repasar la lista de los títulos relacionados de alguna manera con Gone with the Wind que nos han ayudado a lo largo de estos años y cuya lectura recomendamos:
Lo que el viento se llevó/Robin de
los Bosques, por Javier Coma.
Memo from David O. Selznick, de Rudy Behlmer.
Selznick's Vision: "Gone With the Wind" and Hollywood Filmaking, de
Alan David Vertrees.
The Complete "Gone With the Wind" Trivia Book, por Pauline Bartel.
Margaret Mitchell's "Gone With the Wind" Letters, 1936-1949,
compilado por Richard Harwell.
Road to Tara, por Anne Edwards. (Biografía de Margaret Mitchell)
George Cukor, por Patrick McGilligan.
"Gone With the Wind" on Film: A Complete Reference, por Cynthia
Marylee Molt.
A Child of the Century, de Ben Hecht. (Autobiografía)
Margaret Mitchell and John Marsh: The Love Story Behind "Gone With the
Wind", por Marianne Walker.
They Still Call Me Junior, de Frank Coghlan, Jr. (Autobiografía)
Long Live the King, por Lyn Tornabene. (Biografía
de Clark Gable)
Vivien Leigh, de Hugo Vickers. (Biografía actualizada en 2008)
The King: A Biography of Clark Gable, por Charles Samuels.
A Quite Remarkable Father, por Leslie Ruth Howard. (Biografía de Leslie
Howard, por su hija)
Showman: The Life of David O. Selznick, por David Thomson.
Margaret Mitchell of Atlanta, de Finis Farr.
Stuntman, por Yakima Canutt. (Autobiografía)
Feminidad y mascarada en "Lo que el viento se llevó" y
"Jezabel", de Eva Parrondo-Coppel.
Narración, tiempo y cohesión del relato en “Gone With the Wind”, de Vicente J.
Benet.
Vivien: la vida de Vivien Leigh, por Alexander Walker.
The Filming of “Gone with the Wind”, por Herb Bridges.
Hollywood Be Thy Name, por William Bakewell. (Autobiografía)
Hattie: The Life of Hattie McDaniel, por Carlton Jackson.
Hattie McDaniel: Black Ambition, por Jill Watts.
Tara Revisited, por Malcolm Vance.
The Oliviers, por Felix Barker.
Hitchcock y Selznick, por Leonard J. Leff.
The Complete "Gone With the Wind" Sourcebook: The Complete Guide for
Every Fan, por Pauline Bartel.
Looking for Tara: The "Gone With the Wind" Guide to Margaret
Mitchell's Atlanta, de Don y Kay O’Briant.
*In Search of My Father, por Ronald Howard. (Biografía de Leslie Howard, por su
hijo)
Strange Tales of "Gone With the Wind", de Norman Shavin y Austin
McDermott.
The Story of "Gone Wind the Wind", por Bob Thomas.
Selznick: The Man Who Produced "Gone With the Wind", por Bob Thomas.
The Selznick Players, de Ronald Bowers.
Scarlett O’Hara’s Younger Sister y *I’ll think about that Tomorrow, por Evelyn
Keyes. (Autobiografías)
A Celebration of "Gone With the Wind", por Adrian Turner.
George Cukor, por Augusto M. Torres.
Backstory. Conversaciones con guionistas de la Edad de Oro, por Pat McGilligan.
Scarlett’s Women. “Gone With the Wind” and its Female Fans, por Helen
Taylor.
Lo que el viento se llevó, Fascículo
1 de la colección Cine & Música, de Salvat.
The Private Diary of Scarlett O’Hara, de Cathy E. Crimmins y Thomas Maeder.
The Irish Roots of Margaret Mitchell's "Gone With the Wind", por
David O’Connell.
Lo que el viento se llevó, Aymá, 11ª
Edición, Barcelona, 1978; Ediciones B, Barcelona, 1992; Pan Books, 1988.
El vuelo de Ibis,
por José Rey-Ximena. (Sobre los últimos días de Leslie Howard).
Crowning Glory: Reflections of Hollywood’s Favorite Confidant, por Sydney
Guilaroff. (Autobiografía)
The Official "Gone With the Wind" Companion: The Authorized
Collection of Quizzes, Trivia, Photos- And More, por Stephen J. Spignesi.
Million Dollar Legends Margaret Mitchell and "Gone With the Wind", de
Norman Shavin y Martin Shartar.
White Columns in Hollywood: Reports from the "Gone With the Wind
Sets", por Susan Myrick.
*Victor Fleming, de Michael Sragow.
*Butterfly McQueen Remembered, por Stephen Bourne.
“Gone With the Wind” Literary Study Guide (MaxNotes) a cargo de Gail Rae
Rosensfit.
**Now Is The Time, por Olivia de Havilland.
*The Making of a Classic: The Story of Margaret Mitchell and Gone With the
Wind, de Sally Tippet Rains.
Technical Advisor: The Hollywood Journals of Wilbur G. Kurtz, editado por
Richard Harwell.
Light of a Star: Vivien Leigh, por Gwen Robyns.
Southern Daughter. The Life of Margaret Mitchell, por Darden Asbury Pyron.
Literary Reflections: Michener on Michener, Margaret Mitchell, Ernest
Hemingway, Truman Capote, and Others, por James Michener.
Vivien Leigh: el alma de Scarlett,
por Serge Mafioly.
Laysen, la isla perdida, por Margaret Mitchell.
Crazy Sundays F. Scott Fitzgerald in Hollywood, por Aaron Latham.
Love Scene: Story of Laurence Olivier & Vivien Leigh, por Jesse L. Lasky.
*The Faces of Hollywood, por Clarence Sinclair Bull.
*The Man Who Shot Garbo: The Hollywood Photographs of Clarence Sinclair Bull,
con texto de Terence Pepper y John Kobal.
*Bonnie Blue Butler A Gone With The Wind Memoir, por Cammie King.
(Autobiografía)
Gone With The Wind as Book & Film compilado por Richard Harwell.
Gable and Lombard, por Warren G.
Harris.
Traigan los caballos vacíos, por David Niven.
Frankly My Dear: “Gone With the Wind” Revisited, por Molly Haskell.
On the Road to Tara: The Making of "Gone With the Wind", por Aljean
Harmetz.
*The Secret of the Belles, de Kathy Witt.
The Tara Treasury: A Pictorial History of “Gone with the Wind”, de Gerald
Gardner y Harriet Gardner Modell.
Scarlett, Rhett and a cast of Thousands: The Filming of “Gone With the Wind”,
por Roland Flamini.
Vivien Leigh: a biography, por Anne
Edwards.
Victor Fleming: Via Col Vento, por Paola Cristalli.
*Scarlett’s Buried Secret: The Sad But True Story Behind Margaret
Mitchell’s "Gone Wind the Wind”, por Kenneth Baumgardt.
Se las llevó el viento, por Elisa
Agulló. (La búsqueda de la intérprete de Scarlett O'Hara)
Gigantes del Cine. Actores y Actrices de Leyenda. Ganaron el Oscar, Albert
Galera
Mujeres de cine. 360º alrededor de la cámara, coordinado por María Caballero
Wangüemert, incluye un capítulo dedicado a GWTW, elaborado por Alfonso Méndiz.
Cien bandas sonoras en la historia del cine, por Roberto Cueto.
Vivien Leigh Paper Dolls, por Tom Tierney.
Autant en emporte le vent, por Margaret Mitchell. La novela, en francés.
Toyland. Made in USA, por Nuria Simón y Guillem Medina.
Estudio de las formas de tratamiento y de la cortesía en la novela "Gone
with the wind", de Margaret Mitchell, por María Rosa Cabellos Castilla.
Margaret Mitchell's Models in Gone With the Wind, por Samuel J. Hardman.
Tal día como hoy, pero en 1939, se rodaba la secuencia en la que Escarlata y Melania atendían a un herido al que no vemos, pero sí escuchamos.
La fuerza de la historia que relata Cliff Edwards y la atención que le prestan Vivien Leigh y Olivia de Havilland distraen al espectador del pequeño error que se comete al ofrecernos unas sombras que no coinciden con las figuras de los protagonistas.
Según nos detalla este artículo, Max Steiner resolvió un pequeño problema que tenía con la composición de la banda sonora de Lo que el viento se llevó.
Cuenta el relato que Steiner se debatía con el uso de violines y cellos; deseaba optar por el bajo y doce guitarras, pero, al discutir este asunto con sus músicos y releer una vez más el guión de Gone with the Wind se dio cuenta de que no seguía el camino adecuado. Decidió el uso de violines, cellos y el piano, creando efectos musicales ideales que todos rememoramos.
Es un libro de tamaño pequeño, de bolsillo (de pantalón vaquero), pero contiene grandes imágenes. Parejas Perfectas: una fiesta fotográfica, que firma David Baird, recoge una magnífica colección de fotografías de chico y chica en las pantallas.
Entre las parejas cautivadoras no podían faltar Vivien Leigh y Clark Gable, en sus papeles de Lo que el viento se llevó, pero también encontramos a Henry Fonda y Barbara Stanwyck, Cary Grant y Jean Harlow, Humphrey Bogart e Ingrid Bergman... sólo por citar a seis de los intérpretes más inolvidables.
Hace apenas un año se sacó a subasta, entre otros materiales, un diario firmado por Vivien Leigh durante la época 1937-1939 y, que, por lo tanto, incluye su contacto con Lo que el viento se llevó... y con Laurence Olivier.
Según cuenta la crónica, no se trata de relatos de los hechos acontecidos en aquellas fechas, sino datos y notas relacionados con un día en concreto; pero sí nos sirven para ponernos en antecedentes del espíritu de Vivien y acercarnos, un poco más, a su vida.
Henry Hamilton era hermano de Pittypat, soltero irascible y un tanto excéntrico
que administra los bienes de los Hamilton en Atlanta. Los hermanos no se hablan
debido a un asunto de amor propio acontecido hacía años y risible para todos
menos para ellos. Las visitas mensuales de Pitty a su hermano causaban gran
desasosiego a la señorita Hamilton, pero también eran una nota que rompía su
rutinaria existencia.
El tío Henry, a pesar de peinar canas, marcha con el
ejército cuando todos los hombres son necesarios para evitar el sitio de
Atlanta; forma parte de la Guardia Territorial y va a la batalla armado con dos
pistolas de la guerra de México. En un breve permiso visita a su familia, lleno
de piojos, hambriento y descalzo, pero orgulloso de que necesiten a un hombre
de su edad y de ser más útil que su amigo el abuelo Merriwether, que se queja
de lumbago; comunica a Escarlata la noticia de la muerte del padre de Ashley y
predice que la batalla se recrudecerá en los alrededores de Jonesboro, como así
fue.
El tío Henry paga a duras penas los impuestos sobre las
propiedades de los Hamilton en Atlanta después de la guerra, y ejerce la
abogacía defendiendo a viudas y huérfanos frente a los carpetbaggers y los
yanquis, sin cobrar honorarios, sólo por el honor que ello representa.
Sus correrías con el abuelo Merriwether están a punto de
tener un fin trágico la noche en la que los hombres de Atlanta salen para
vengar el ataque a Escarlata, pero los dos ancianos se las arreglan para
simular una tumultuosa estancia en casa de Belle Watling, de la que Henry sale
con un ojo morado por el realismo que su compañero quiso imprimirle a la farsa.
No tenemos ocasión de conocer a Henry Hamilton en la película Gone With the Wind.
Una colección de los peinados más famosos de la historia del cine y de la televisión. Entre ellos no podía faltar Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó, a la que encontramos en el puesto 16 de la lista.
Entre las inspiraciones peluqueriles encontramos el estilo de Farrah Fawcett, el corte y peinado complicado de la Madre de los dragones, la inolvidable princesa Leia de La guerra de las galaxias y las guedejas de Marilyn Monroe.
La película ya se había editado en vídeo en 1983-1984, con subtítulos y por un precio de 150 dólares, pero sólo para el mercado exterior, porque el compromiso con la televisión impedía que se distribuyera en Estados Unidos.
Cuando se lanzó el video en Estados Unidos en marzo de 1985, las copias que se iban a distribuir llevaban el texto del prólogo de la versión internacional (con la música del “Battle Hymm of the Republic”), lo que causó un cierto revuelo entre los que habían recibido la doble cassette. MGM /UA reaccionó con rapidez para cambiarlo. Ya se habían hecho 29 mil copias y el cambio costaría 100 mil dólares.
Precio de la cassette: $89,95. La demanda era de 250 mil copias. Hechas a partir de una copia de la película, nuevecita, que se había conservado en una mina de sal en Kansas.
Un álbum de mujeres famosas retratadas con ropa de tono rojo.
Se menciona a gente tan recordada como Marilyn Monroe, Jane Russell, Julia Roberts, Nicole Kidman, Audrey Hepburn, Caitriona Balfe...
No puede faltar un recuerdo a Escarlata O'Hara, la protagonista de Lo que el viento se llevó, que eligió un par de veces el color que hace juego con su traducción...
Sin duda para redimirse de las colorizaciones efectuadas a
clásicos rodados en blanco y negro que la Turner Entertainment Company ha perpetrado (una maldición
fruto de la era del ordenador y del gusto del público por los colorines), esta
compañía, junto con el Museo de Arte Moderno de Nueva York y Radio City Music
Hall Productions, tuvieron a bien a principios de 1989 reponer GWTW en el Radio
City Music Hall con sonido estéreo y el color restaurado, lo cual siempre es de
agradecer. La TEC estaba por entonces en posesión de los derechos de la
película, que años más tarde cedería a Warner.
Esta nueva copia, cuyo coste fue de 250.000 dólares y que se
realizó a partir del negativo en color original, abrió el X Festival
Internacional de Cine de Madrid, el 22 de abril de 1989. Las críticas señalaban
que se había realizado una proyección poco adecuada (en el cine Palafox), y que
el nuevo tratamiento al que había sido sometida la película le daba poca
nitidez en algunos momentos y confería a las imágenes ciertos tonos fríos.
Aquí tenemos otra entrada dedicada a Lo que el viento se llevó, fechada en junio de 2002 y, por lo tanto, bastante actual.
Esa mirada actual refleja los sentimientos que produce la película que firma Victor Fleming en un espectador contemporáneo con nosotros. Sigue siendo una historia filmada que alcanza la primera división, pero, como destaca Juan F. Caballero, deja ver también lo que se podría calificar como defectos fruto del rodaje en 1939 y que hoy son fácilmente superables... por un productor dedicado a ello.
Breve fue la vida de Charles Hamilton, el primer esposo de Escarlata, un muchacho tímido y desmañado que nunca acabó de creerse que ella le diera el “sí”, en parte porque su vida de casado apenas duró un suspiro.
La noche de bodas tuvo que pasarla en una butaca por orden de su esposa, que había accedido al matrimonio para herir tanto a Ashley como a su hermana Honey, que pretendía casarse con Charles y acababa de insultarla.
Charles Hamilton no murió en el campo de batalla, sino de una combinación de neumonía y sarampión, pero a todos los efectos fue desde entonces considerado un héroe. Dejó a su viuda esperando un hijo y le legó también algunas propiedades en Atlanta, que perdieron su valor, como otras muchas, tras el paso de las tropas del Norte por la ciudad.
El actor Rand Brooks dio vida a Charles Hamilton en GWTW.
El autor de esta entrada de blog nos pone en contacto con la protagonista de Lo que el viento se llevó y nos detalla sus principales impresiones sobre el carácter de Escarlata O'Hara.
"La bella Escarlata es muchas cosas, pero ante todo, es una mujer egoísta y tenaz, con una fuerza de voluntad que se convierte en obsesión por conseguir su presa.", es una definición que encontramos en su relato, como "Su hermosura y fortaleza contrastan con su complicación interior, su dulce mirada seduce y da miedo a la vez, sus circunloquios enredan y confunden, y sus artes de galanteo atrapan a los hombres mientras espantan a las mujeres."
Si recorremos las páginas de George Cukor: A Critical Study and Filmography, firmadas por James Bernardoni, nos encontraremos con la historia del trabajo de Cukor en el cine, un ámbito en el que podemos colocarle la medalla de gran maestro, al menos durante su época... medio siglo, que no está nada mal.
A pesar de haber sido expulsado del rodaje de Lo que el viento se llevó, el estilo de Cukor puede apreciarse en las escenas que se guardaron con su firma y, por supuesto, disfrutarlo en otras obras que sí llevan su nombre, desde Cena a las ocho a Ricas y Famosas, pasando por Mujeres, Historias de Filadelfia, La costilla de Adán, Ha nacido una estrella, My Fair Lady...
Esta entrada nos recuerda los locales dedicados a la proyección de películas en Xinzo de Limia durante el siglo XX. Y, por supuesto, nos recuerda que el cine llamado Los Molinos se encargó del estreno en la villa de Lo que el viento se llevó, que, recordamos, se pasó un par de veces más en Xinzo. años después del primer pase.
La señora Guinan asiste al bazar de caridad, y no puede
evitar enrojecer de vergüenza cuando Melania afirma que los miembros de la
Milicia y la Guardia Nacional deberían acudir al frente en lugar de esperar con
comodidad a que la lucha llegue a Atlanta mientras el resto de las tropas lo
pasa mal en Virginia. Su hijo Willie, de veinticinco años, forma parte de ese
cuerpo selecto.
En una reunión posterior Willie Guinan está a punto de tener
un altercado con Rhett Butler, que había insinuado lo mismo que Melania: que
los hombres sanos y fuertes debían ir al frente, aunque fueran hijos únicos,
como él.
No encontramos en la película a personajes bajo este apellido.
Comenzamos el nuevo año con una mirada positiva a Lo que el viento se llevó, cifrada en esta entrada de blog que encontramos, y que nos ofrece 5 razones por las que al autor le gusta la película, que recomienda a sus lectores.