Las estrellas de antaño han ido cediendo
el estrado a las nuevas generaciones en la ceremonia de entrega de los Premios
de la Academia. Es natural: por una parte,
cada vez quedan menos veteranos (y a los que quedan, la salud les impide en
muchos casos estar presentes en el acto) y, por otra, la audiencia manda, y la
audiencia pide los rostros del momento. De vez en cuando se consigue una
reunión de “viejas glorias”, pero es cada vez más esporádica o los homenajes a toda una carrera se efectúan en una gala aparte. Por suerte,
nos quedan las películas, y la Academia y los productores del programa procuran
espolvorear el guión con alguna que otra referencia a los clásicos.
Lo que el viento se llevó suele tener al
menos una mención por año, lo cual no está nada mal para un largometraje de
hace ocho décadas. En otras ocasiones, GWTW aparece por doquier, como
aconteció en 1998 (la entrega en 1999), el año en que triunfó Shakespeare in
Love, empezando por una breve imagen de Rhett Butler en las escaleras de Doce
Robles.
Whoopi Goldberg era la maestra de ceremonias y aprovechó que Beloved,
ambientada en los años posteriores a la Guerra Civil, era candidata al premio
al mejor vestuario para hacer referencia al “juramento de Escarlata”: “Soy
esclava de la moda”, indicó, luciendo no sólo un modelo de la película, sino un
espectacular anillo: “A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar
hambre”. El polémico premio honorífico a Elia Kazan le sirvió para comentar:
“Yo pensaba que la lista negra la formábamos Hattie McDaniel y yo” (hasta
entonces eran las únicas actrices negras que habían conseguido el Oscar, ambas
por su trabajo como actrices de reparto).