miércoles, 30 de septiembre de 2009

El viento a la francesa

El 30 de septiembre de 2003 se estrenaba, en el Palais des Sports de París, una nueva adaptación a la escena de Lo que el viento se llevó, en forma de comedia musical y en francés.

Al frente de la producción estaba Gérard Presgurvic, que se inspiró en el texto de Margaret Mitchell y compuso la música. El reparto lo encabezaban su hija Laura en el papel de Escarlata O’Hara y Vincent Niclot en el de Rhett Butler, con dirección y coreografía de Kamel Ouani.

Este espectáculo permaneció 3 meses en la capital y luego se salió de gira por Francia, Suiza y Bélgica. Terminó su recorrido, con éxito, en Nimes, en julio de 2004, pero todavía podemos saber cómo era este Autant en emporte le vent porque, además de la grabación de la partitura en CD, existe también una edición en DVD.

martes, 29 de septiembre de 2009

"Ben Bolt"

Ajena al revuelo que causaría su actitud en las décadas siguientes, Escarlata se despereza “a la mañana siguiente” y canta unas palabras de la canción Ben Bolt.

En el doblaje para España no se recurrió a una traducción literal de esta composición datada en 1848 de Nelson Kneass sobre un poema de 1842 de Thomas Dunn English, y lo que oímos es “El mancebo cantaba en su triste prisión, cantaba una dulce canción…” que todavía no hemos logrado identificar y que no se corresponde en absoluto con lo que entona Vivien Leigh:

“Who wept with delight when you gave her a smile and trembled with fear at your frown…"

("Que lloraba con agrado cuando le sonreías y temblaba con miedo si fruncías el ceño"), unos versos de la primera estrofa:

“Oh! don’t you remember sweet Alice, Ben Bolt
Sweet Alice, with hair was so brown;
She wept with delight when you gave her a smile,
And trembled with fear at your frown.
In the old church yard, in the valley, Ben Bolt,
In a corner obscure and alone,
They have fitted a slab of granite so gray,
And sweet Alice lies under the stone.
They have fitted a slab of granite so gray,
And sweet Alice lies under the stone.”

(“¡Oh! ¿No te acuerdas de la dulce Alice, Ben Bolt?
La dulce Alice, con el pelo tan castaño,
Que lloraba con agrado cuando le sonreías
Y temblaba con miedo si fruncías el ceño.
En el patio de la vieja iglesia, en el valle, Ben Bolt,
En un rincón oscuro y solitario,
Han colocado una losa de granito muy gris
Y la dulce Alice yace bajo la piedra.”)

lunes, 28 de septiembre de 2009

Licencia para acaparar taquillas

La Oficina Hays concedía a Lo que el viento se llevó su sello de aprobación el 28 de septiembre de 1939.

A la película le correspondió el certificado número 5729 (la cuenta comenzó con The World Moves On (Paz en la tierra), en 1934, y continúa hasta ahora, muy cerca de las 45.000 películas “aprobadas”).

Con este marchamo de respetabilidad y aunque GWTW estaba aún sin terminar, Selznick y la MGM tenían la garantía de que la película podría exhibirse en los circuitos de salas más importantes.

Quedaban por luchar las últimas batallas por el controvertido “damn”, por supuesto.

Mientras, Rhett se despedía con un suave “I don’t care”, que había aplacado a los censores, los mismos que unos meses atrás habían ordenado que todos los “damn” que Leslie Howard lanzaba en Pygmalion se expurgaran de la banda sonora de la película para su exhibición en Estados Unidos, pero que habían permitido el uso de la palabra en cuestión en el corto The Man Without a Country (1937).

Por descontado, Gone with the Wind no es la primera película que empleó este vocablo: podemos encontrarlo tanto en la época silente como en producciones anteriores a la entrada en vigor del Código de Producción (por ejemplo, Greta Garbo pronuncia claramente la frase “I don’t give a damn” en Anna Christie), y ya vemos que en Inglaterra no se consideraba un término tan ofensivo para que mereciera la censura.

En Viento Escarlata tenemos varios frentes abiertos siempre a la colaboración de los lectores y la lista de diversas versiones de la última frase de Rhett Butler, tanto reales como imaginadas o las variaciones empleadas en otros medios, es una de nuestras favoritas. Nos encanta dar con una nueva traducción del “(Frankly) My dear, I don’t give a damn”.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Un buen actor realza un buen decorado

Las entradas que dedicamos a los actores que intervinieron en Lo que el viento se llevó nos recuerdan el extraordinario talento que se reunió para la película y también nos traen a la memoria a muchos de los actores de carácter de la época dorada del cine, aquellos que poblaban las pantallas y se hacían tanto o más familiares al espectador como las estrellas a las que secundaban.

Los directores de reparto recurrían a sus detallados archivos para cubrir las necesidades de la producción y, normalmente, bastaba con la aprobación del director o ayudante de dirección para que los papeles les fueran adjudicados.

Pero con David O. Selznick siempre había un paso más allá, pues el productor quería lo mejor de lo mejor y abrumaba a su equipo con razonamientos como el que dictó ya bien avanzado el rodaje de GWTW y que le recordaba a Ray Klune que no había necesidad de ahorrar en actores con papeles pequeños, los llamados “bit actors”.

Selznick indicaba que el coste del tiempo que hacían perder los intérpretes sin experiencia o aquellos con talento limitado cubría la diferencia entre sus salarios y los de los buenos actores.

Para una película que tenía que ser perfecta, como deseaba que fuera Gone With the Wind, había que contar con actores que supieran dar lo que se pedía de ellos. Y, aunque se emplearan intérpretes que cobraran poco y se las arreglaban para no causar retrasos y ofrecer una lectura adecuada de sus papeles, le parecía también una manera errónea de ahorrar costes a la producción:

“Nada es más importante en la pantalla que los actores. Ahorrar en actores y gastar ese dinero en los decorados es ridículo: el público se fija en los actores, no en los decorados, si le hemos sabido dar interés a lo que sucede entre ellos. Y mientras un actor secundario está en la pantalla, aunque solo sea por dos segundos, es tan importante como la estrella”.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Un vestido como en los viejos y buenos tiempos

Escarlata tiene la misión de entretener a Ashley para que no descubra los preparativos de la fiesta sorpresa que le está organizando su digna esposa. El vestido ideado por Walter Plunkett para esta secuencia es un buen aliado para distraer a Ashley, que se pone nostálgico...

Escarlata en la serrería

Se trata de un modelo en el que no podía faltar el azul, que evoca el peligro casi siempre que aparece en Lo que el viento se llevó. Por supuesto, Escarlata y Ashley están aquí al borde de rememorar antiguas pasiones y, aunque charlan como dos buenos amigos, se ponen en situación de dar pie a malentendidos…

Es un vestido ajustado, con tul blanco sobre tafetán del mismo color y escote en forma de corazón, del mismo material. La chaquetilla es de terciopelo azul, con un gran lazo en la espalda, mangas largas y estrechas y un cuello rígido con grandes solapas, rematado con organdí blanco.

Escarlata y Ashley en la serrería

viernes, 25 de septiembre de 2009

El reportero que no hizo los deberes

Las crónicas ocultan con un piadoso velo el nombre del reportero que tuvo un pequeño desliz en 1961, cuando Vivien Leigh participaba en Atlanta en las celebraciones del centenario de la Guerra Civil, que incluían una nueva proyección de gala de Lo que el viento se llevó.

El periodista se acercó a la actriz, la miró de arriba abajo e inquirió:

“Y usted ¿qué papel interpretaba?”

Vivien le preguntó si había visto la película, a lo que el joven cazanoticias respondió que no.

“Entonces, señor, no tenemos nada que decirnos sobre éste o cualquier otro asunto”.

El reportero no se arredó ante la mirada altiva de Leigh y le preguntó qué película estaba rodando; ella contestó:

La primavera romana de la señora Stone, y NO interpreto a la primavera romana.”

jueves, 24 de septiembre de 2009

Más palabras por el mismo precio

En los relatos de Historias de Pat Hobby, de F. Scott Fitzgerald, el protagonista, un escritor de guiones cuya fama data de los tiempos silentes pero que se ha deslizado por la pendiente del alcohol y ya no es más que una “vieja gloria”, lucha a brazo partido por ganarse un crédito en la pantalla, aunque sea en colaboración, pues espera que eso reverdezca sus laureles; en cierto momento le vemos “colaborando” en un guión por el expeditivo método de cambiar una palabra aquí, agregar un signo de puntuación allá, suprimir un párrafo en la página siguiente, añadir una interjección… Fitzgerald, que trabajó durante un par de semanas en Lo que el viento se llevó, sacó, sin duda, muchas de sus ideas de su propia experiencia.

Esta manera de pulir el guión de Hobby nos recuerda a los numerosos guionistas que intervinieron en GWTW y nos hace preguntarnos cuál de ellos sería el responsable de nuestra curiosidad de hoy:

En la novela, cuando Escarlata, a instancias de Melania, lee en voz alta los nombres de la lista de las bajas en Gettysburg, Margaret Mitchell se limitó a sólo cuatro nombres:

“White... Wilkens... Winn... Zebulon”.

En el guión, por contra, Vivien Leigh tiene más trabajo:

“Wellman, Wendell, White, Whitner, Wilkins... Williams, Woolsey, Workman…”

En los subtítulos aparecen así:

“Wellman, Wendel, White, Whitman, Wilkens... Williams, Woolsey, Wortman...”

Una relación más larga permite un plano de duración mayor y, por lo tanto, aumentar un poco el suspense y dejar apreciar al espectador mucho mejor las reacciones de ambas actrices. La inclusión de Wellman bien puede ser un guiño al director y amigo de Selznick…

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Un vistazo a las interioridades de GWTW

Como su título indica, The Tara Treasury: A Pictorial History of “Gone with the Wind”, de Gerald Gardner y Harriet Gardner Modell (1980), recorre la historia de la creación de Lo que el viento se llevó a través de las imágenes en blanco y negro (desde fotos del rodaje a reproducción de portadas de revistas), sazonadas con una buena cantidad de cifras, anécdotas y detalles curiosos, todo ello distribuido en diferentes apartados.

Los autores no pierden de vista la época en la que tenía lugar la producción, en el prodigioso 1939, y así hacen referencia a las películas competidoras y los actores y actrices que se quedaron en el camino para obtener un papel, pero también a lo que estaba sucediendo en Hollywood y en el mundo en aquellos momentos.

Podríamos calificar este volumen de "libro de recortes" sobre GWTW: es de lectura fácil y predomina el aspecto visual. Un buen complemento de otros libros que tratan el mismo asunto, por si nos ha escapado algún detalle.

martes, 22 de septiembre de 2009

Sueldos bien ganados

Las cifras oficiales aportadas sobre la producción de Lo que el viento se llevó no dejan nunca de sorprendernos, y prueban que fue una empresa colosal, de proporciones excepcionales para la época; aunque esas cantidades nos parezcan hoy una minucia, acostumbrados a oír hablar de cientos de millones de dólares o euros, no era muy habitual en los años 30 del siglo XX que una película necesitara alrededor de 4 millones de euros para llegar a las salas.


Selznick en el decorado de Atlanta

Una buena parte del presupuesto se fue en los sueldos del equipo técnico y artístico. Muy pocos de los actores, por no decir ninguno, estaban en la nómina de la Selznick International, así que hubo que negociar el préstamo de la mayoría de ellos con los estudios rivales; normalmente el actor seguía cobrando su salario habitual y era su productora “madre” la que recibía la cantidad acordada por el préstamo, o bien adquiría los servicios de otro artista. Algo parecido sucedía con el equipo técnico: Selznick contaba con grandes nombres, pero en unidades reducidas, y le fue muy bien la asociación con la MGM para poder disponer de gente de ese estudio.

También hay que tener en cuenta que GWTW tuvo un largo proceso de preparación y producción (Cukor o Plunkett, por ejemplo, entraron en nómina muy pronto, aunque hubo períodos en que sus contratos no se renovaron o trabajaron para otros), lo cual hizo aumentar el apartado de las percepciones del personal.

En resumidas cuentas, 446.688 dólares fueron los estipendios de los actores principales y secundarios. Los extras que participaron en Gone With the Wind percibieron 108.469 dólares en total. La partida más abultada fue para el conjunto de los que estuvieron detrás de las cámaras, pues su salarios sumaron 1.408.997 dólares.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Coincidencia trágica

El 21 de septiembre de 1938 un huracán, el mayor registrado hasta entonces, azotó Nueva Inglaterra y causó alrededor de 660 víctimas mortales.

Entre ellas estuvo una mujer que se vio afectada por un atasco en la localidad de Guilford, en Connecticut. Al parecer, decidió matar el tiempo de espera leyendo, a la espera de que se despejara la carretera.

Desgraciadamente, el viento hizo caer un árbol sobre el automóvil y su ocupante pereció. La desafortunada mujer había estado leyendo Lo que el viento se llevó.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Falsas impresiones

A lo largo de las siete décadas largas de existencia de GWTW como novela y película han persistido una serie de ideas erróneas que, lamentablemente, se repiten en publicaciones y medios de comunicación, tanto en los tradicionales como en los más novedosos.

En Viento Escarlata tratamos siempre de evitarlo, contrastando las versiones siempre que es posible y consultando todas las fuentes a nuestro alcance, y corregir allá donde sea necesario (incluso a nosotros mismos), para aclarar este tipo de conceptos que no están de acuerdo con los hechos.

Veamos una muestra de los más frecuentes, que ya hemos abordado en sus correspondientes entradas:


El manuscrito de Lo que el viento se llevó no fue rechazado por “un número variable” de editoriales: Margaret Mitchell sólo se lo presentó a Macmillan.

Rhett no se despide con “Frankly, Scarlett…”, sino con “Frankly, my dear” y esa no es, por cierto, la última frase de la novela o la película.

Falso gazapo sobre el embarazo de Melania.

El incendio.

La multa por incluir "damn" en la película.

El prólogo lo escribió Ben Hecht, no Margaret Mitchell, que no es responsable, por tanto, de la frase “una civilización que se fue con el viento” que a veces se le atribuye.

Gone with The Wind se rodó en color, no en blanco y negro.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Crédito para los sin crédito

La aparición en los títulos de crédito de los nombres de los especialistas y dobles de luces que han colaborado en un película es relativamente reciente pero, a pesar de esa ausencia, han sido siempre respetados por la importancia de su trabajo, y conocidos en el mundillo por sus habilidades.

En el rodaje de Lo que el viento se llevó fueron necesarios tanto unos, los que realizaban las escenas más arriesgadas para salvaguardar el físico de los actores, como los otros, que soportaban su buena ración de luz de los focos mientras se preparaba la escena y su contrapartida estelar no hacía su aparición en el plató; como de costumbre, en nuestra lista hay huecos que podrán llenarse en el futuro, pero valga este recordatorio como homenaje:

Ruth Ceder, Dorothy Fargo, Peggy Fior, Aileen Goodwin, Mozelle Milller, Lila Finn, Hazel Hash y Joan Rodgers suplieron, en todo o en parte, a Vivien Leigh.

Thomas Mitchell contó con la ayuda de Earl Dobbins, y Carey Harrison (especialmente si había que montar a caballo).

Leslie Howard y Arthur Tovey intercambiaban sus puestos cuando era necesario.

Olivia de Havilland tuvo como doble a Gwen Kenyon, Ann Robinson Miller (su acostumbrada Stand-in) y Mozelle Miller.

Lew Smith, doble de luces habitual de Clark Gable, también estuvo con él en GWTW, y Yakima Canutt, John Epper y Jack Wilsey llevaron el carro por él en el rodaje de “el incendio de Atlanta”.

Harry Davenport, en deferencia a su edad, contaba con un suplente de excepción: su hijo, Ned, le allanaba el camino antes de ponerse ante las cámaras.

Paul Hurst recibió el disparo de Escarlata, a medias con Frank Fawcett.

Richard Smith no tuvo ningún reparo en ponerse el traje de montar de Bonnie y suplir a Cammie King en uno de los momentos más dramáticos de la película.

Y, entre las decenas de especialistas que contribuyeron, encontramos los nombres de Jack Brady, Turk Greenough, George Smith...

viernes, 18 de septiembre de 2009

Umbrales parecidos

La puerta de entrada de la mansión Linden, en Natchez, Mississippi, data posiblemente de los primeros años del siglo XIX, que fue cuando se levantó este magnífico edificio; ahora da paso a una hostería, donde no dejan de señalar al visitante que "inspiró" uno de los decorados más famosos de la historia del cine: la entrada de Tara en Lo que el viento se llevó (cuyos restos pueden admirarse en la Casa Museo de Margaret Mitchell).

Las similitudes son numerosas, sobre todo en la parte superior y en la división en tres paneles. Tara, sin embargo, tenía una puerta maciza:

Puerta de Tara
Puerta Linden Mansion

jueves, 17 de septiembre de 2009

El viento se lleva a Frank "Junior" Coghlan

Con un poco de retraso nos llega la noticia de que ha fallecido uno de los veteranos de Lo que el viento se llevó, superviviente también de la época silente, porque empezó en el cine cuando apenas levantaba dos palmos del suelo.

Su último trabajo como actor data de 1974, en un pequeño papel en homenaje al serial que le dio fama, Adventures of Captain Marvel (Aventuras del Capitán Maravillas, 1941), pero, a pesar de su retiro tanto de la actuación como de la Armada (desde donde prestó servicio de asesor en varias películas y series), siempre estuvo a mano para entrevistas, convenciones y reminiscencias.

Frank Coghlan Jr., que fue el joven soldado que se desmaya mientras las tropas confederadas abandonan Atlanta y Rhett conduce a Escarlata y compañía fuera de la ciudad, murió el pasado día 7, a los 93 años.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Ventas para bailar por las calles

En Broadway Melody of 1938 (Melodías de Broadway, 1937) dos reputados bailarines, Eleanor PowellGeorge Murphy, en sus papeles de Sally y Sonny, comparten un momento feliz y cantan y bailan I’m feelin’ Like a Million; es una pieza compuesta por Nacio Herb Brown, que puso la música, y por Arthur Freed, que incluyó en su letra una referencia a Lo que el viento se llevó, por entonces en pleno auge de ventas:

“Where have you been?
You’re another Cinderella,
You’re a dime from Rockefeller,
You’re that million copy seller,
Gone with the wind.”

(“¿Dónde te escondías?
Eres otra Cenicienta,
Eres una moneda de diez centavos de Rockefeller
Eres ese libro que ha vendido un millón de ejemplares,
Lo que el viento se llevó.”)

martes, 15 de septiembre de 2009

"No, señor Selznick"

Hizo falta todo el poder de convicción de sus empleados de confianza y de los asesores contratados para Lo que el viento se llevó para que David O. Selznick se olvidara de una de sus “escenas favoritas”, pues quería abrir la película con los esclavos de Tara recogiendo el algodón; las imágenes podían resultar muy plásticas, pero no podía ser: el algodón no está maduro hasta septiembre, y el comienzo de la novela y su adaptación al cine viene marcado por un hecho histórico irrefutable: la toma de Fort Sumter y el comienzo de la guerra, en el mes de abril.


Selznick quedó convencido de que la Naturaleza es bastante regular para este tipo de cosas, y se tuvo que conformar con unos planos en los que los esclavos están entregados a otras tareas al caer la tarde sobre los campos de algodón de la plantación de Gerald O'Hara.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Pase de modelos en Peachtree Street

Para pasear por Peachtree Street y saludar convenientemente a la “vieja guardia” en pro del futuro de Bonnie, el matrimonio Butler se engalana de pies a cabeza. A Rhett le sienta bien cualquier cosa que se ponga, y su esposa no le va a la zaga.

Escarlata es toda una sinfonía en negro y rosa en esta ocasión. El vestido lleno de plisados, afirman ciertas fuentes, costó 4.000 dólares, una cifra que, de ser correcta (¿no serían 400 dólares?), lo convertiría en el más caro de los confeccionados para Lo que el viento se llevó.


Escarlata, Rhett y Bonnie en Peachtree

Es, ciertamente una creación inolvidable, de listas de tafetán en colores alternos, con cuello y mangas mariposa rematados con organdí, cinturón de tafetán negro, y remates con bandas diagonales en ambos colores.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Lista de bajas (XXIV)

Como es natural, a pesar del numeroso elenco técnico y artístico con algún contacto con la novela y la película, las defunciones en sus filas decrecen, pues quedan menos supervivientes; sin embargo, hay que hacer notar la avanzada edad que alcanzó la mayoría.

Estas son las bajas que contabilizamos en 1985 (es una relación siempre abierta a cambios, pues es imposible seguir el rastro de todos; cualquier ayuda es bienvenida si se detecta un error u omisión, aquí o en cualquier otro lugar de Viento Escarlata):


Frank Faylen, 80. (Soldado ayudante del doctor Meade)

Hal C. Kern, 91. (Montaje)

Heinz Roemheld, 84. (Música)

sábado, 12 de septiembre de 2009

Sin salir de Culver City

Joe Cohn, uno de los jefes de producción de la MGM, daba nombre a una zona del enorme backlot del estudio del león, situada en el Lot 2.

Esta parcela número 2 (de las seis en que estaba dividido el terreno) permitía rodar desde películas ambientadas en la Prehistoria hasta comedias y dramas situados en el bullicio de una ciudad de los años 30; había hasta un lago y una jungla, una estación de tren equipada con locomotoras y vagones de diferentes países.

Entre los diferentes decorados se encontraba el llamado Parque Cohn (Cohn Park), un jardín en toda regla, donde abundaban los eucaliptos y los olivos, el cielo de California se reflejaba en el estanque y un ejército de jardineros garantizaba un césped y unos setos muy bien cuidados. A la hora del almuerzo, muchas secretarias del estudio optaban por tomar aquí sus bocadillos, en vez de en la cantina, y era un lugar escogido por muchos para esparcimientos más íntimos.


Cohn fue durante muchos años el encargado de controlar que las producciones se acabaran en el tiempo y presupuesto estipulados, y una de sus ideas fijas había sido evitar enviar unidades a rodar en exteriores, por lo que le complació muchísimo que se aceptara su propuesta de “llevar” los exteriores al estudio.

En este lugar singular se rodaron los planos situados en el opulento jardín de los Butler, cuando Rhett enseña a Bonnie a montar y el angustioso momento en el que el padre recoge el cuerpo de su hija.

Para estos exteriores, el equipo de Lo que el viento se llevó sólo tuvo que trasladarse “a la puerta de al lado”.

Entradas relacionadas:
Lo que el viento se llevó se rodó en California
El hogar de la Selznick International Pictures
Los exteriores de GWTW

viernes, 11 de septiembre de 2009

Personajes (IV)

Apostle es un esclavo de Tara al que Escarlata encuentra con Big Sam, Elijah y Prophet cuando el ejército confederado los conduce a construir trincheras alrededor de Atlanta.

El capataz de la plantación de Gerald pronuncia el nombre como “’Postle”.

jueves, 10 de septiembre de 2009

"No usarás el nombre de Scarlett en vano"

El 10 de septiembre de 1937 Lo que el viento se llevó volvía a ser materia de litigio por vulneración de los derechos de autor (y no sería la última vez).

Margaret Mitchell se mostraba implacable y extremadamente puntillosa a la hora de salvaguardar su novela y sus prerrogativas como autora. Había concedido autorización a Selznick para la adaptación al cine, pero conservaba el resto de los derechos, y no quería dejar pasar nada para evitar que se crearan precedentes.


En esta ocasión la denuncia de la escritora atlantina iba en contra del empresario teatral, promotor de espectáculos y gran conocedor de la publicidad Billy Rose y la Frontier Fiesta por haber “pirateado” Gone With the Wind sin permiso y a propósito en un número de la revista Show of Shows, que se representaba en Casa Mañana, un fabuloso teatro al aire libre en Forth Worth, Texas. Se solicitaba el embargo de los decorados, vestuario y partituras en tanto no se resolvía la cuestión. El juzgado ordenó embargar un porcentaje de los ingresos que correspondían a Rose.

Rose declaró a la prensa que Margaret Mitchell no podía probar el plagio y argumentó, entre otras cosas, que los incendios de mansiones (sureñas o no sureñas) han sido un tema recurrente en la literatura y el teatro desde tiempos inmemoriales. Pero en el programa se mencionaban los nombres de varios personajes de GWTW, y en el escenario se interpretaba una versión muy cercana de la trama de la novela, aun con libertades sobre el argumento...

La revista continuó, pero su fecha de cierre se adelantó. Meses más tarde, el asunto se zanjó fuera de los tribunales: el promotor accedió a abonar a Mitchell 3.000 dólares, más 25.000 adicionales sin el futuro volvía a vulnerar los derechos de autor. Como la denuncia había sido contra el empresario y no contra el teatro y sus propietarios, Mitchell se disculpó por las molestias causadas a estos últimos enviándoles el ejemplar de Lo que el viento se llevó que se había empleado como prueba en el proceso.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Novela con Belle al fondo

Para este mes está anunciada la salida al mercado de otro libro que tiene a Lo que el viento se llevó como telón de fondo y cuya acción, muy apropiadamente para este año de aniversario, arranca en los días del estreno de la película en Atlanta en 1939.


The Secret of the Belles, novela para jóvenes de Kathy Witt, comienza con el encuentro entre Lanie Sullivan y la actriz Ona Munson, que agradece que la joven frustre un intento de robo en la habitación del hotel que ocupaba la intérprete de Belle Watling con un regalo que a su vez provenía de Margaret Mitchell… Décadas después, el descubrimiento de las cartas de Lanie a Ona intriga a otra Windie, Belle Blakely, mientras se prepara la apertura del museo dedicado a GWTW en Marietta…

martes, 8 de septiembre de 2009

¿Qué ocurrirá en el año 2068?

William Styron, el autor de La decisión de Sophie y The Confessions of Nat Turner, participó en 1968 en un coloquio con otros escritores que se recoge en el libro Conversations with Ralph Ellison.

Se hablaba del uso de los hechos históricos en la ficción, de la habilidad de los escritores para capturar la esencia de una época y de si esas circunstancias daban perdurabilidad a una obra. Uno de los participantes creyó entender que Styron auguraba que en el plazo de cien años Lo que el viento se llevó no sería más que una novela olvidada, pero la respuesta del escritor aclaró su punto de vista:

“… I admire Gone With the Wind very, very much. I reread it about four years ago. It’s a remarkable novel, precisely because this little woman from Atlanta had a fire of an imagination, which captured her and somehow allowed her breathe some kind of miraculous spirit through and around the rather threadbare facts about antebellum Georgia. I certainly would not say that it’s going to be dead in a hundred years.”

(“… Admiro mucho Lo que el viento se llevó, la admiro mucho. La releí hace unos cuatro años. Es una novela notable, precisamente porque esa mujercita de Atlanta tenía una imaginación bulliciosa, que la poseyó y de alguna forma le permitió insuflar una especie de espíritu milagroso que envuelve e impregna los trillados datos sobre la Georgia de preguerra. Ciertamente, no diría que vaya a estar olvidada en cien años.”)

lunes, 7 de septiembre de 2009

Marcada por el viento

Existen muchas formas de celebrar la llegada al mundo de un hijo o hija (Rhett Butler, por ejemplo, invitó a un trago a la nodriza de su esposa). En 1975 el nacimiento de Asia Argento, futura actriz, directora, escritora y productora italiana tuvo una celebración muy peculiar: sus padres, el director Dario Argento y la actriz Daria Nicolodi, proyectaron Lo que el viento se llevó tres días seguidos en la pared del salón de su casa.

No es de extrañar que Asia mencione de vez en cuando la película, si estuvo expuesta a ella desde tan tierna edad:

“In a way, when you talk so much about something, it does not belong to you any more. It's happened to me and my bad memories. I've manipulated them and now they could be parts of Gone with the Wind.”


(“De alguna manera, cuando hablas tanto sobre ciertas cosas, ya no te pertenecen. Me ha pasado con mis malos recuerdos. Los he manipulado y ahora bien podrían ser partes de Lo que el viento se llevó”.)

“Porno moves me so much more than films like Gone With the Wind, because I am always reminded that these people on screen actually met, and this actually happened. No other kind of film can give you that feeling.”

(“El porno me emociona más que películas como Lo que el viento se llevó, porque siempre soy consciente de que esas personas en la pantalla se conocieron y lo que veo sucedió de verdad. Ninguna otra clase de películas puede darle a uno ese sentimiento.”)

domingo, 6 de septiembre de 2009

Fred Parrish, foto fija

Fred Parrish, que tomó las fotos fijas durante la producción de Lo que el viento se llevó, nació en Wisconsin el 6 de septiembre de 1892.

Aunque estudió unos cursos de Medicina, la fotografía le había atraído desde muy joven, y no la abandonó ni siquiera durante su trabajo en una fábrica de ladrillos. Cuando vio The Great Train Robbery (Asalto y robo al tren, 1903) se enamoró del cine y se propuso dominar también el nuevo medio. Impresionó miles de metros de celuloide en sus ensayos, cortos publicitarios, filmaciones en los más variados lugares y situaciones, e incluso para su primera película echó mano de sus experiencias en la Primera Guerra Mundial.

Este trotamundos de la cámara participó en largometrajes, noticieros, foto fija y fotografía publicitaria, y contribuyó a convencer a los estudios de las bondades de contar con un departamento ex profeso para cuidar de la imagen de sus estrellas.

También, como es característico en el gremio, no cesó de experimentar, y aportó sus conocimientos con las cámaras fotográficas a su adaptación a las de toma de imágenes en movimiento. Además de sus trabajos para la MGM y sus cientos de fotografías durante el rodaje de GWTW (donde a veces sólo disponía de cinco minutos para tomar las imágenes), estuvo también "a pie de cámara" en la producción de Rebecca (Rebeca, 1940). Parrish falleció en 1980.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Lavado de cara

Los cineastas tardaron un tiempo en tomar conciencia de que no estaban creando algo perecedero, con una vida comercial limitada.

Como dijimos en alguna otra ocasión, a finales de los años treinta se concedía a las películas una estancia más o menos larga en su estreno y quizás un reestreno, y las bobinas volvían al almacén para dormir allí el sueño de los justos. La televisión todavía estaba en pañales y cuando estuvo en condiciones de presentar batalla, casi todos los estudios vieron el nuevo medio como un enemigo, hasta que cayeron en la cuenta de las ganancias que podrían obtenerse al vender sus viejas películas a las diferentes cadenas. Además, todo lo relacionado con el cine, y no sólo las idas y venidas de las estrellas, como en las primeras décadas, ha ido cobrando un interés que ni siquiera los más entregados al medio hubieran soñado hace un siglo.


Pero en muchas ocasiones esas bobinas y los objetos que las hicieron posibles no se encuentran en muy buen estado, a pesar de los cuidados que se tomaron, o no están en condiciones de exhibirse lejos de los archivos donde reposan. Entran en juego, entonces, los restauradores, unos verdaderos magos que casi siempre logran preservar el original y darle una nueva vida.

En este artículo nos cuentan el proceso que se siguió para que se pudieran admirar de nuevo varios de los paneles del storyboard de Lo que el viento se llevó.

En 1985, el Smithsonian los pidió prestados a los archivos Selznick en la Universidad de Texas, en Austin, para una exposición itinerante.

Para garantizar la integridad de los dibujos a lo largo de los siete meses que estarían de nuevo expuestos a la luz del sol y evitar que se deterioraran en el viaje, los restauradores iniciaron un proceso complicado que supuso un minucioso trabajo sobre uno de los paneles en los que se esbozaba “el incendio de Atlanta”.

Hubo que desmontar la docena de acuarelas de su soporte, cuya frágil condición hacía temer su pérdida, y, sin dañar las pinceladas y los apuntes y trazos a lápiz originales, colocarlas de nuevo (en su orden) en un nuevo soporte, y darles el tratamiento adecuado para que conserven durante muchos años más las ideas del equipo de producción de GWTW.


Entradas relacionadas:
El story-board de GWTW

viernes, 4 de septiembre de 2009

Una bata nada recatada

La señora Butler acaba de tomar una decisión tras comprobar lo difícil que es recuperar la cintura ideal después de un parto. Escarlata se dispone a desafiar una vez más las costumbres establecidas, por lo que se impone el verde en el atuendo con el que va a comunicarle a Rhett que no habrá más bebés en un largo tiempo.


La exquisita bata con la que se cubre Vivien Leigh en esta escena de Lo que el viento se llevó es de terciopelo verde esmeralda, con elaborados bordados dorados y con lentejuelas en las solapas y el cuello. Las mangas, largas y amplias, están forradas de de tafetán dorado, y llevan una larga fila de lazos y botones desde el hombro al codo.

Este modelo se guarda cuidadosamente en la Colección Selznick de la Universidad de Texas, en Austin.

jueves, 3 de septiembre de 2009

A la caza del gazapo (XXXIII)

Un error tipográfico puede aparecer en cualquier momento, pero los más celebrados son aquellos gazapos que se cuelan en las ocasiones que no se va a llevar el viento.

El material promocional que acompañó al reestreno de Lo que el viento se llevó en 1967 vio añadido su valor entre los coleccionistas por cambiar el nombre de una de las actrices: Butterfly McQueen aparecía como Butterfield (sic) McQueen.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Otro paseo por el camino de Tara

On the Road to Tara: The Making of "Gone With the Wind", por Aljean Harmetz, se nutre no sólo de algunas de las fuentes habituales, sino que presume de haber tenido acceso a los archivos de Selznick, un territorio casi inexplorado en la época, 1996, y a fotografías, acuarelas y dibujos de varias colecciones privadas.

De nuevo están presentes casi todos los aspectos de la producción, desde la confección del guión y el reparto hasta el montaje, pasando por el story-board y los bocetos para el vestuario... encontramos detalles que se nos han hecho familiares a través de lecturas previas y nuevas perspectivas que abundan sobre algunos aspectos fundamentales en la creación de la película... sobre todo si nos detenemos en examinar las ilustraciones, que son el punto fuerte de este volumen.

El texto de Harmetz es algo errático y, por ejemplo, las comparaciones entre diversas páginas de los sucesivos guiones pueden parecer tediosas al lector ocasional, pero se trata de un libro interesante para los Windies dedicados.

martes, 1 de septiembre de 2009

Cuando las estrellas se encuentran

No es obligatorio que los actores que interpretan a una pareja de amantes en la pantalla se lleven como uña y carne fuera de ella, aunque son numerosos los ejemplos de relaciones más que íntimas que nacieron durante un rodaje y también abundan las historias de amor que se rompieron precisamente bajo los focos.

En lo que se refiere a los intérpretes de Rhett Butler y Escarlata O’Hara, podríamos dejar la cosa en un término medio: Clark Gable y Vivien Leigh se admiraban y respetaban profesionalmente, pero tenían educación, intereses, costumbres y personalidades muy diferentes, además de estar enamorados hasta el tuétano de otras personas en aquellos momentos.


Hubo ocasiones en las que la tensión entre ellos subió bastantes enteros, pero también es cierto que supieron esconder sus rencillas de una manera civilizada y la mayor parte del tiempo reinó la armonía entre ambos.

Eso sí, el comienzo no auguraba ni pizca de química entre la pareja: su relación profesional comenzó con una sesión fotográfica con Clarence Bull; Gable llegó el primero al estudio y, maquillado y vestido para la ocasión, vio cómo pasaban los minutos sin que Leigh apareciera. El fotógrafo y él mataron el tiempo en el decorado, una escalera que la MGM empleaba a menudo en sus películas de época; media hora, una hora, hora y media… y sin noticias de Escarlata O’Hara.

Gable, que odiaba esperar, refunfuñó, poniendo en duda la proverbial puntualidad británica: "¿Así hacen las cosas por allá? Pues si es así, no quiero hacer esta película con ella."

Había habido un error, dijeron desde la oficina de administración del estudio. Bull y Gable se habían adelantado dos horas a la cita, según parecía, y la llegada de Leigh (tan puntual como la que más) no se haría esperar más.

Gable se fue a dar un paseo para sosegarse, pero aún estaba enfadado cuando volvió: “¡Aún sigo pensando que voy a largarme de esta película [si tengo que trabajar] con una tía así! ¡No podría hacerle el amor a esa tía aunque fuera la mujer más hermosa del mundo!”

No sabía que Leigh ya estaba en un rincón del decorado; ella se acercó a él, le tocó en el hombro para que se volviera y le susurró: “Estoy de acuerdo, señor Gable. Si yo fuera un hombre, le diría a esa Vivien Leigh que se fuera derechita de vuelta a la vieja Inglaterra y que se jo…”

Según contaba Bull, cinco minutos después de conocerse, Vivien tenía a Clark comiendo de su mano. Sus miradas se habían encontrado y subían ya la escalera como si se conocieran de toda la vida…

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