La caída de Haile Selassie y la llegada al poder de Mengistu Haile Mariam a mediados de los años 70 del pasado siglo llevaron a Etiopía un tiempo turbulento en el que la represión política alcanzó altas cotas de arbitrariedad, violencia y crueldad.
Nebiy Mekonnen estudiaba Química y se oponía al nuevo régimen; fue arrestado por tercera vez y, tras una terrible tortura para que diera nombres, le enviaron a prisión. Allí “heredó” parte del equipaje de otro cautivo, ejecutado.
Los carceleros habían pasado por alto un ejemplar de Lo que el viento se llevó en inglés. Los prisioneros que conocían el idioma acordaron pasarse el único libro del que disponían en turnos de una hora al día cada uno.
Mekonnen había terminado su tercera lectura completa de GWTW cuando decidió traducirlo al amárico (el idioma mayoritario en Etiopía) para no perder sus conocimientos de inglés y alejar su mente de las penurias de la prisión y de su futuro incierto. Así todos los prisioneros podrían entretenerse de alguna manera con la historia de Escarlata O'Hara.
No fue una tarea fácil: no disponía de papel y lo único con lo que podía contar era con las envolturas de los paquetes de cigarrillos (al final utilizó unas 3.000... y él no fumaba). Cada vez que terminaba una hoja, se la leía a sus compañeros, que se las llevaban consigo cuando eran liberados o transferidos. Muchos de ellos le cedían su hora de lectura para que pudiera trabajar más deprisa y no tener que esperar a la siguiente entrega para enterarse de cómo continuaba la novela.
Mekonnen salió de prisión en 1985 y pudo reunir poco a poco su ingente y dispersa obra. Cuando se dispuso a publicarla, la censura del país quiso que se suprimiera la palabra que significa “esclavo”, en amárico, porque también designa de modo despectivo a los habitantes del sur del país, pero el paciente traductor argumentó que Lo que el viento se llevó no es Lo que el viento se llevó si no se menciona la esclavitud, y su trabajo de años vio por fin la luz.
Nebiy Mekonnen se convirtió en un afamado escritor y director de periódicos.
DE JUDICIS
Hace 28 minutos
2 comentarios:
Caveat.
En dos palabras: memorable anécdota histórica. ¡Ejem! Quise decir en tres palabras.
Un saludo cinéfilo.
Hay quien dirá que leer "Lo que el viento se llevó" es en sí mismo una condena... Sólo nos falta averiguar si a los prisioneros les gustó ;-)
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