martes, 29 de abril de 2008

El rey algodón

El algodón era la base de la riqueza de muchas de las plantaciones del Sur; tenía como destino principal el Norte y las fábricas de hilaturas de Inglaterra. El bloqueo de los puertos del Sur por la armada de la Unión impidió su comercio y precipitó la ruina de la Confederación, que dependía de las ganancias de su venta para adquirir los productos de los que carecía.

El algodón es la razón por la que Rhett Butler, el visitante de Charleston, se encuentra en Doce Robles durante la barbacoa: está en tratos con Frank Kennedy, que era uno de los mayores propietarios de tierras del condado.

Tara, como las haciendas vecinas, vivía del algodón. Se plantaba en primavera; en la tarde de abril en que comienza la novela los extensos campos estaban recién arados y a la espera de las semillas, que producirían espléndidos frutos allá por septiembre.

Pero con la guerra la cosecha de tres años se acumuló en los depósitos, por un valor de 150.000 dólares; y el paso de las tropas de la Unión por la comarca acaba con ella, quemándola y arrasando los campos. A Escarlata le quedarán

“unos cuantos acres, al fondo de la quebrada, en que no se fijaron. Pero por ese algodón no vale la pena ni de molestarse, porque apenas hay allí tres balas”.

Tres balas, acaso cuatro, que ni siquiera servían para pagar los impuestos y que acabarían quemadas por la siguiente oleada de tropas de la Unión. La propia Escarlata dirigió la recogida de la mermada cosecha, resignada a que aquella tarea la rebajase al nivel de los "blancos pobretones" que tanto despreciaba, pero dispuesta a todo para salvar Tara. Contó con la ayuda de Dilcey, a quien no le importaba, como a Mammy, Pork y Prissy, que un “negro de casa” realizara las tareas de un “negro de campo”; Melania, debilitada, servía de poco aunque lo intentaba, y Suellen recurrió a estratagemas para librarse, mientras Carreen prometía trabajar por las dos.

El dinero del desertor yanqui le sirve para comprar semillas, el comienzo de la nueva prosperidad de Tara, primero bajo la supervisión de Escarlata y luego con Will Benteen.

Una bala de algodón pesa aproximadamente 227 kilogramos, y en el vestuario de Lo que el viento se llevó se empleó una buena cantidad: sólo para los vestidos femeninos se utilizaron 7 balas.

También se dispuso que hubiera varias parcelas plantadas de algodón en diferentes estados de crecimiento, para poder filmar en cualquier momento las escenas que fuera necesario.

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