jueves, 24 de abril de 2008

Escarlata en llamas

Así como el incendio de los depósitos de Atlanta por los confederados significa el principio del fin y el tácito reconocimiento de la derrota que no tardará en producirse, para Escarlata representa la destrucción de una parte de su vida; una vida que había sido placentera, despreocupada, dependiente y banal y que ya nunca volverá a ser igual.

La ciudad será arrasada más tarde por las tropas de Sherman, que emplearán el fuego como elemento destructivo. Pero tanto Atlanta como Escarlata volverán a prosperar, poco a poco, resurgiendo de las cenizas para convertirse en algo diferente a lo que eran antes.

Si bien Escarlata huye del fuego declarado en Atlanta, no hace lo mismo con el que un soldado yanqui prende en la cocina de Tara y que amenaza con extenderse a toda la casa (un acontecimiento suprimido en la película). El fuego que había consumido la plantación con el antiguo propietario, y que facilitó que Gerald se hiciera con ella, no volverá a repetirse. Tara es ya demasiado importante para ella, es ella misma, para permitir que quede destruida. Pone todo su empeño en intentar sofocar las llamas, pero necesita la ayuda de Melania, su complemento, “la parte que le falta”, para lograrlo.

Hay que reseñar también que el fuego era el método preferido por Margaret Mitchell para destruir los manuscritos de sus trabajos y que ordenó que, si no lo había hecho ella, todos sus papeles fueran a parar a las llamas. Su viudo cumplió su deseo poco después de su muerte y por eso queda muy poco del original de Lo que el viento se llevó; se conservan relativamente pocos documentos en comparación con los amplios legados de otros autores: sus artículos periodísticos, cartas enviadas y recibidas… y de vez en cuando aparecen “obras perdidas”, como Laysen, la isla perdida, u Oh! Lady Godiva

Las llamas persiguen también al edificio donde se escribió buena parte de la novela, el 979 de la Crescent Avenue en Atlanta. El pequeño apartamento del matrimonio Marsh, al que llamaban con cariño The Dump (el vertedero), sufrió varios incendios premeditados, los más graves en septiembre de 1994 y en mayo de 1996. Tras las necesarias labores de restauración de este edificio, que se salvó de la demolición, hoy es conocido como Margaret Mitchell House.

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