viernes, 9 de octubre de 2009

Se lo tomaron a pecho

Además de preocuparse por ser fiel a la novela en el guión y en la pantalla, por contar con el mejor reparto y equipo artístico, unos efectos especiales refinados, unos decorados lo más sureños posibles, un vestuario acorde con la época y una música que evocara los años de la guerra, los responsables últimos de Lo que el viento se llevó (hombres todos ellos) pasaron horas debatiendo sobre los senos femeninos, por amor al arte, por supuesto.

Sobre Walter Plunkett recayó la responsabilidad de solucionar los dos principales problemas que surgieron en este aspecto, pero la plana mayor del estudio se vio implicada en el intercambio de pareceres en lo que se dio en llamar la "breastwork situation", un juego de palabras entre "breastwork", parapetos militares como los que se usaron en la defensa de Atlanta durante la guerra, y "breast" (pecho) y "work" (trabajo).

Por una parte, se dictaminó que Vivien Leigh no tenía suficiente escote, especialmente en la segunda parte; sus pechos (aunque no tenían nada de malo, se apresuraban a aseverar desde el comité de expertos) tendían a apuntar a los lados, y lo que Fleming deseaba era una figura bien compacta. Tal como Howard Hughes haría unos meses después con Jane Russell, que al final demostró que el sujetador aerodinámico diseñado por “el aviador” no podía competir con la naturaleza, Vivien acabó arrancando exclamaciones entusiastas de Selznick cuando, después de sucesivas pruebas de sostenes de diferente factura, decidió hacer caso omiso de todos los modelos que le habían hecho llevar y ponerse el suyo propio: “¿Qué has hecho? ¡Ahora está perfecto! ¡Totalmente perfecto!” “Soy yo misma, sin aditamentos, David.”

Sin embargo, se ordenó ceñir bien a la actriz antes de cada toma, procurando no aplastar sino dar volumen. El departamento de vestuario empleó gasa para lograr el efecto deseado; en este caso no hubo que recurrir demasiado a la habitual cinta adhesiva (cinta americana, bien conocida por, entre otras muchas, Carrie Fisher).

Por otra parte, la exuberancia que se le había otorgado a Belle Watling aumentando la talla de Ona Munson en un par de números tenía que ser rebajada a toda costa so pena de incurrir en las iras de la censura. ¡Mostraba demasiado! Por lo tanto, se repitieron algunas de las tomas, con unos toques en los escotes para que no fueran tan pronunciados y un chal que cubría pudorosamente los hombros de la actriz y desviaba la atención.

6 comentarios:

BLAS dijo...

Esos trabajos nada mas que se les puede ocurrir a los hombres... ¡Vaya tela! Es como si ahora se dedicasen a mirar la bragueta de los actores que salen en pantalla, se podría denominar "trabajos de braguera" ¿no? En fin, con el tipazo de Vivien Leigh estaba claro que no le hacían falta aditamentos, no sé como no lo vieron desde un principio... Y ahora que lo dices es cierto, Belle Watling lleva siempre tules y chales alrededor de los hombros, lo cual incluso la hacía parecer más exuberante, pero desde luego, enseñar nadie enseñó nada y estaban todas estupendas.

Saludos!!

caveat emptorium dijo...

Las anécdotas que siempre se recuerdan suelen tener que ver con la anatomía femenina, antes y ahora, pero seguro que también ha habido conferencias sobre algún que otro atributo masculino...

Estas historias demuestran lo concienzudos (y testarudos) que pueden llegar a ser los que tienen responsabilidades al hacer una película.
Saludos

BLAS dijo...

Concienzudos, sí... ¡Pipa! se lo tuvieron que pasar mirando los escotes de las actrices y probando sujetadores. xDDD

Saludos!

FRAN dijo...

Volvemos a los anacronismos hollywoodenses.....
Lo que más me extraña es, cómo Selznick, siendo tan perfeccionista haciendo que las actrices llevasen enaguas perfectamente confeccionadas aunque no se vieran para así entrar en el papel, permitiera el uso de sujetadores contemporáneos a la realización del film bajo los trajes de época.
Desde luego, la única forma de conseguir la silueta histórica es empleando bajo la ropa todos aquellos aditamentos también históricos, corsés, miriñaques, polisones y enaguas, así como patrones que sigan los de la época aunque se reinterpreten como en el caso de Hollywood.

Confieso que en las pelis de los 50 me divierte mucho que con trajes dieciochescos e incluso medievales, las protagonistas llevasen aquellos sostenes cónicos tan característicos y hoy tan vintage/camp.
Realmente Lo que el Viento se llevó no hace mantener en el recuerdo mucho escote ni hombros, exceptuando algún traje de baile (como realmente fué en la época) y sobre todo el vestido de la barbacoa. Como bien decís, los velos sugerían más que la desnudez completa, tanto Belle como Escarlata en su magnífico traje rojo de terciopelo y plumas, no hacen más que erotizar aún más con el uso de las veladuras y transparencias.
De hecho en el XIX era común y obligado, que los escotes excesivamente pronunciados, sobre todo a determinadas horas del día, emplearan unas prendas llamadas "modestias", "camisetas" o "camisolines" a modo de falsos cuerpos de muselina,organdí o gasa que se colocaban bajo el corpiño asomando sobre el borde del escote hasta llegar al cuello, de forma que se "viera sin ver" y fuese una "nota de decencia" para portar ciertas prendas.

Desde luego que la censura era un incordio, recuerdo aquellos carteles que la censura española también obligaba a retocar, subiendo los escotes de las actrices, añadiendo volantes y todo aquello que se les ocurría a aquellas mentes calenturientas....

Por cierto, que no creo que el cartel más conocido de Lo que el viento... si se hubiese hecho antes de los sesenta (era de esa década no?) hubiese pasado la censura, con la bata roja de Escarlata tan sumamente abierta dejando ver hombros y pechuga...

Saludos
Fran

caveat emptorium dijo...

No sólo había que tener en cuenta las convenciones de la época en que transcurre la película ("no se enseña el escote antes de las tres"), sino las que marcaba el Código de Producción; y, si encima los del estudio se emperraban en que determinado busto no cumplía sus expectativas, no es de extrañar que la exactitud histórica se fuera a tomar unas cañas a la cantina de la esquina para no volver ;-)

El cartel conocido como "flaming embrace" es, efectivamente, de los más descocados años 60.
Saludos

Anónimo dijo...

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