jueves, 30 de abril de 2009

La casaca de Ashley

Tan minucioso como Margaret Mitchell, Walter Plunkett no olvidó ningún detalle en el vestuario de Lo que el viento se llevó.

Son pequeñas cosas que pueden pasar inadvertidas al espectador y que completan y complementan el resto de la información que se nos da en la pantalla, no sólo de la acción y el diálogo, sino de la época y de las circunstancias de la historia que no se explican, pero que “están ahí”.

Los fallos, en muchas ocasiones, saltan de la pantalla para “desconectarnos” por un momento de la película; los aciertos, sin embargo, suelen quedar olvidados, pero son parte importante del conjunto al que contribuyen a dar “realidad”.

Como ejemplo, veamos la casaca que Melania le regala a su marido en el permiso de Navidad: en contra de lo que es habitual en las prendas masculinas, lleva los botones cosidos en la parte izquierda.

Plunkett razonó que Melania estaría acostumbrada a confeccionar prendas para sí misma y el resto de las mujeres de la casa y, por supuesto, no tendría mucha idea de vestiduras militares; por lo tanto, la señora Wilkes puso los ojales a la derecha y los botones a la izquierda, un ligero error que no cometería, sin duda, el sastre de Atlanta al que se le encarga la prenda en la novela y que no se menciona en la película.

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