La digna pobreza de los Wilkes durante la posguerra no les impide disfrutar de los adelantos técnicos de los que sus convecinos aún tardarían algunos años en disponer. O eso parece en el momento en que el doctor Meade pide que trasladen al herido Ashley a otra habitación para atenderle mejor.
Melania, con una presencia de ánimo encomiable, coge una lámpara de una mesita e indica a Rhett el camino. Pero de esa lámpara cuelga un sospechoso cable que no la sitúa precisamente en la Atlanta de 1868, un detalle del que no se dio cuenta ni la propia Olivia de Havilland, concentrada en su personaje, pero que maneja lámpara y cable con la naturalidad de una habitante de 1939.
sábado, 20 de junio de 2009
A la caza del gazapo (XXX)
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