Ya hemos citado en varias ocasiones a Susan Myrick, la periodista de Georgia amiga de Margaret Mitchell que fue la asesora contratada por Selznick para velar por la “autenticidad sureña” de la adaptación al cine de Lo que el viento se llevó.
Myrick plasmó su experiencia en los estudios durante aquellos meses en una serie de artículos que enviaba desde California y que los lectores de varios periódicos de la zona, Mitchell entre ellos, devoraban con fruición.
Muchos años después, Richard Harwell compiló esas crónicas a pie de decorado, incluyó algunos párrafos que se habían perdido por la interferencia del departamento de publicidad, las complementó con detalles de las cartas que se cruzaron Myrick y la escritora y añadió pertinentes notas explicativas allí donde lo creyó necesario, y así quedó conformado el libro White Columns in Hollywood. Reports from the Gone With the Wind sets, que nos ofrece una visión del rodaje de GWTW desde dentro y a través de los ojos de una “profana” en el mundo del cine pero que era experta en el trabajo que se le había dado: vigilar que los acentos y dialectos no chirriaran, que el color local de la Atlanta del siglo XIX fuera llevado a la pantalla sin desviarse mucho, que los actores se comportaran con el debido porte sureño…
Desde esa posición privilegiada Myrick relató los progresos (o retrocesos) cotidianos en los estudios y exteriores, de un modo ameno, conjugando la mirada maravillada ante el proceso casi milagroso de producir una película por parte de una persona hasta entonces ajena a todo ello y el sentido común de alguien que recibía un memorando en el que se le recordaba que, por supuesto, los oficiales yanquis no debían recibir clases de acento sureño... y se lo tomaba con buen humor.
Crítica ‘Blitz’ (2024)
Hace 55 minutos
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