"Los que escuchan a escondidas, acaban oyendo lo que no quieren oír” (“eavesdroppers hear no good about themselves”), reza el proverbio que Escarlata comienza a recitar cuando descubre que Rhett ha sido testigo de su fallida declaración a Ashley en la biblioteca de Doce Robles.
Pero Butler cambia la segunda parte del refrán: “Los que escuchan escondidos, oyen a veces cosas muy divertidas e instructivas”. Bien lo sabe él, y tenemos en la película una prueba temprana de su habilidad para estar en el momento y el lugar oportunos para enterarse de esas cosillas que luego le serán muy útiles para sacar de sus casillas Escarlata.
Si bien en la novela Escarlata pone sus ojos por primera vez en Rhett cuando se fija en un “desconocido, sólo en el vestíbulo, que la miraba fijamente” y luego ella tontea con Charles sin dejar de sentir su mirada, hasta el punto de que tiene que preguntarle a Cathleen quién es ese visitante tan intrigante, en la película parece que la primera ocasión en que vemos a Butler es precisamente después de esa pregunta…
Pero no es así: antes de echar la siesta en el sofá de los Wilkes, Rhett conoce ya el dominio de Escarlata del arte de la coquetería y de cómo hacer caer en sus redes a los hombres. Cuando vemos a Clark Gable apoyado en la parte baja de la barandilla, con un julepe en la mano, ya ha reunido suficiente información sobre la mayor de las O’Hara para interesarse por la joven… y ya le hemos visto justo detrás de Escarlata cuando adula sin recato a Frank Kennedy.
Es otro de los planos fugaces que guardan sorpresas en Lo que el viento se llevó. Aunque Gable ya no está en el mismo lugar cuando el plano vuelve a Escarlata y Frank tras las frases de Suellen e India, es muy probable que Rhett, interesado, hubiera ido a buscar una bebida para seguir luego admirando las maniobras de Escarlata desde el fondo de la escalera.
lunes, 8 de diciembre de 2008
Rhett Butler, siempre en el lugar adecuado
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