Una prueba más de lo minucioso que podía llegar a ser Selznick en cuanto a la forma en que debía disfrutarse su obra magna: Entre los muchos detalles sobre los que quiso estar informado y controlar se cuenta el tipo de papel en el que se iba a imprimir el programa para el estreno de Lo que el viento se llevó, pues no quería que el crepitar de las hojas en manos de los espectadores interfiriera con los diálogos.
Claro que se debió de quedar sin respiración cuando se le informó de que el asunto del papel estaba solucionado y, además, se iba a obsequiar al público asistente con cacahuetes crocantes…
Hay una anécdota/leyenda que nos cuenta que Selznick llegó al extremo de comprar todas las existencias de palomitas de la sala donde se llevaba a cabo el pase previo de una de las películas de Jennifer Jones, para que nada distrajera al público durante la proyección, así que podemos imaginarnos cómo se sentiría el productor de Gone With the Wind en los tiempos actuales... Con su temperamento, el propietario de un teléfono móvil que se atreviera a dejarlo encendido correría serio peligro físico.
Crítica ‘Blitz’ (2024)
Hace 1 hora
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