En The Road to Tara, la biografía de Margaret Mitchell escrita por Anne Edwards, se recoge el testimonio de una enfermera que recordaba las visitas de la autora de Lo que el viento se llevó a una anciana monja, que era pariente lejana suya y que se llamaba Melanie, y la confirmación por parte de Margaret de que había bautizado en su honor a la dulce y bondadosa cuñada de Escarlata.
La hermana Melanie era, en efecto, prima de May Belle Stephens, la madre de la escritora, y su nombre antes de tomar los hábitos era Martha Anne Fitzgerald Holliday. A su vez Martha tenía un primo que se llamaba John Henry Holliday que, mucho antes de verse envuelto en el duelo en el O.K. Corral y otras aventuras, se ganó su corazón.
Dado que Martha era católica y por entonces la Iglesia no permitía el matrimonio entre primos y además Henry era metodista, la posibilidad de una unión matrimonial parecía muy lejana para ambos, sobre todo una vez que Henry tuvo que ausentarse a Texas por ciertas cuestiones relacionadas con el juego. Mantuvieron correspondencia durante años, pero Martha entró en un convento de Savannah en 1883 y escogió entonces el nombre de Melanie. Murió en abril de 1939, en pleno rodaje de GWTW.
En esta historia que hemos dibujado de manera somera encontramos varios temas que se ven reflejados en la novela, desde la bondad y sencillez de Melanie, trasladados a su tocaya de ficción junto con su nombre, hasta la eventual entrada en el convento de Carreen al final de la historia de Gone With the Wind. También Ellen, antes de casarse con Gerald, había tenido un amor imposible con un primo suyo que murió en oscuras circunstancias lejos de Savannah, y la madre de Escarlata había pensando también en la vida religiosa después de este revés sentimental.
El episodio del exilio forzoso de Tony Fontaine, que ha cometido dos homicidios, recuerda también la marcha apresurada de “Doc” Holliday, dentista, jugador y muy hábil con las pistolas…
Crítica ‘Blitz’ (2024)
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