Además de la lucha diaria por sacar una película adelante, con los miles de detalles habituales, Selznick tuvo que enfrentarse a controvertidos asuntos que provocaron airadas protestas y que procuró manejar con mano izquierda en su intento de que Lo que el viento se llevó agradara a la mayoría y siguiera siendo lo más fiel posible al libro en que se basaba.
El productor suavizó los asuntos más delicados de la novela, como las alusiones a cierta organización racista, atendió (siempre desde la perspectiva de finales de los años 30) las quejas sobre la polémica imagen que se ofrecía de la esclavitud, soportó las protestas por haber elegido a una actriz inglesa para interpretar a una sureña, por tardar tanto en poner en marcha la producción, por inundar el mundo de publicidad sobre GWTW, explicó que el fuego no correspondía al incendio de Atlanta por Sherman…
No quedó requerimiento sin estudiar; por ejemplo, los miembros del G.A.R. (Grand Army of the Republic, la Asociación de Veteranos del Ejército de la Unión) hicieron llegar a Hollywood su malestar por el ultraje que para ellos representaba que el intruso que intenta saquear Tara fuera caracterizado claramente como un soldado del Norte.
Transmitieron su preocupación porque la película mostrara a un miembro del Ejército de la Unión como un ladrón, un libertino y saqueador; les constaba que se habían dado órdenes estrictas de respetar las propiedades privadas del enemigo y algunos miembros que habían luchado con Sherman así lo atestiguaban.
Así, aunque la novela se refería a un “yanqui de la Caballería” (“a Yankee cavalryman”), con guerrera y gorra azules incluidas, el equipo de GWTW, con el asesor histórico Wilbur Kurtz cuidando todos los detalles, desdibujó en lo que pudo la identidad del “desertor”.
jueves, 5 de marzo de 2009
Batallas en diversos frentes
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