lunes, 9 de marzo de 2009

Tensiones palpables

No es una regla infalible, pero muchos veteranos del espectáculo sostienen que unos ensayos o un rodaje que vayan como la seda no son garantía de que la función o la película vayan a dar como resultado un buen producto. Podríamos citar excepciones a puñados, pero, si las tensiones en los platós son augurio de un final feliz, Lo que el viento se llevó podría ser un buen ejemplo.

Si nos guiamos por la opinión de un testigo de primer orden, la mano derecha de Selznick, la legendaria Marcella Rabwin, las chispas estaban siempre a punto de saltar en el rodaje de GWTW:

“Fue un caso de profundo caos… Nunca había visto tanta hostilidad… Leigh odiaba a Fleming. Con pasión. Fleming la odiaba a ella. Clark Gable odiaba a David… Todo el mundo odiaba a David… Interfería en todo. Todo tenía que ser hecho y rehecho.”

La sangre no llegó al río, aunque en algunos momentos se temió que las miradas se convirtieran en puñales, como cuando Fleming se hartó de las puntualizaciones de Vivien sobre el carácter de Escarlata y le lanzó el guión a la cara. Gable no se compenetró con Cukor, Klune se encaró con Fleming, Hecht se negó a trabajar unos días más en el guión después de las primeras jornadas, los del equipo de fotografía gruñían entre dientes imprecaciones contra la señora Kalmus…

Había mucho temperamento reunido aquellos días en unos cuantos metros cuadrados, pero el roce engendra el cariño y también hubo momentos para relajarse y conocerse mejor. Los buenos modales y la admiración mutua acabaron por limar las asperezas, o enterrarlas de manera civilizada, y, al menos en público, el equipo de Gone With the Wind aprendió a convivir.

Como era habitual en él, Selznick podía poner al límite los nervios de cualquiera, pero luego era capaz de hacerse perdonar con un detalle inesperado. Aunque se le olvidó dar a su estrella masculina una participación económica más justa, en la proporción de los beneficios que supuso la película, el productor agradeció la dedicación de Gable en los tortuosos días del rodaje de Lo que el viento se llevó, y le envió un escritorio que durante años estuvo en el rancho de Clark.

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