miércoles, 25 de junio de 2008

Por imperativo fiscal

Escarlata O’Hara, como cabeza de familia tras la guerra, se ve obligada a buscar de inmediato 300 dólares y asegurarse unos ingresos semejantes en el futuro si quiere conservar Tara; de otro modo, el impago de los impuestos significará la pérdida de la propiedad a la que va aprendiendo poco a poco a amar, como Gerald había predicho en un atardecer de unos años atrás. Ya sabemos las medidas desesperadas que tomó Escarlata para afrontar las tasas, ya que no podía soportar la idea de perder la plantación y mucho menos que fuera a parar a las manos de Wilkerson.

Selznick, como la protagonista de la película más famosa que produjo, también tuvo que vérselas con problemas de impuestos cuando decidió liquidar la Selznick International Pictures para contar con capital suficiente para continuar produciendo. Esa operación implicaba que, para que el gobierno no presentara trabas y no enfrentarse con unos crecidos impuestos, la compañía tenía que deshacerse de sus intereses en Rebeca y Lo que el viento se llevó, que eran las únicas propiedades que quedaban para que la liquidación fuera completa. Selznick vendió sus derechos sobre GWTW a Jock Whitney, por una cifra superior a los 700.000 dólares, después del verano de 1942.

Uno podría preguntárse cómo alguien puede desprenderse de una mina de oro como Gone With the Wind, pero hay que tener en cuenta que, por aquel entonces, las películas tenían un recorrido limitado en las salas: unos meses en cartel y tal vez un reestreno, si el producto era de la entidad de GWTW y luego… el retiro a uno de los almacenes del estudio.

Selznick pudo suponer que la película no iba a dar mucho más de sí en lo que a beneficios se refería y así la venta fue un poco menos dolorosa para él en aquel momento; pero vivió lo suficiente para ver cómo el público seguía acudiendo a que le contaran la historia de Escarlata y Rhett y cómo una productora rival engrosaba sus arcas con Lo que el viento se llevó. Y los beneficios siguieron llegando después de su muerte: más reestrenos, pases por televisión, ediciones en vídeo para venta o alquiler…

Los Whitney vendieron también sus derechos por una bonita cifra, más de dos millones de dólares, en septiembre de 1943. Parecía natural que el comprador fuera quien tenía los derechos de distribución, y así fue: la MGM se hizo con Lo que el viento se llevó en su totalidad, algo que ya había intentado cuando aún no se había rodado ni un solo plano de la película.

El magnate Ted Turner compró la Metro Goldwyn Mayer en 1986 y, con ella, los derechos sobre Gone With the Wind, su película favorita, que inauguró el canal televisivo Turner Network Television. Con el paso del tiempo Turner se integró en Time Warner... pero eso no quiere decir que Lo que el viento se llevó sea “una película de la Warner”.

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