No es nada práctico rodar en espacios reducidos, y los interiores reales lo son. Por muy buena que sea la contraprestación económica y publicitaria, a casi nadie le gusta que un equipo cinematográfico invada durante semanas su vivienda, cambie los muebles de sitio, pinte de otro color las paredes y derribe un muro o dos para que el equipo y los actores puedan moverse con cierta comodidad.
Siempre que sea posible se recurre al rodaje en los estudios, donde se puede construir un decorado que puede ser realista o no, pero resulta más apropiado para el trabajo.
Por eso y otras razones diversas, y con la excepción de algunos exteriores, Lo que el viento se llevó se rodó integramente en el estudio, en los platós y en los terrenos al aire libre en Culver City de los que ya hemos hablado.
De la misma manera que Margaret Mitchell se inspiró en varias edificaciones que conocía en los alrededores de Atlanta, en la antigua plantación de su familia y en viviendas que visitó a lo largo de los años para su concepción de Tara y Doce Robles, el equipo de la Selznick International Pictures no se basó en ningún edificio concreto para crear las casas de los O’Hara, los Wilkes o los Butler, sino que se combinaron diferentes elementos aportados por los asesores, el diseñador de producción, los decoradores, los buscadores de localizaciones, la arquitecta paisajística… pero todo era un decorado, sin una coordenada geográfica real.
Si algún lector visita Georgia u otro estado del Sur, puede que le muestren esta o aquella plantación y le digan que en tiempos fue Tara o Doce Robles, o que la película se rodó allí… No es así.
Tara tuvo el privilegio de contar con una fachada, construida al efecto en el “back lot” con un coste de 12.059 dólares, y que estuvo durante años en el mismo lugar, deteriorándose por las inclemencias del tiempo; más tarde fue desmantelada con la idea de exhibirla en exposiciones y museos, pero su mal estado la ha dejado reducida actualmente a unos meros jirones de cartón piedra y algunas partes más sólidas adquiridas por diferentes coleccionistas.
Las habitaciones de la casa de Gerald no estaban detrás de ese porche en el que se sienta Escarlata al principio de la película, sino unos centenares de metros más lejos, distribuidas por los platós cerrados.
La fachada y porche de Doce Robles se pintaron (matte painting) y filmaron sobre la pared delantera del Estudio 11, de modo que la cámara pudiera seguir la entrada de Escarlata en el vestíbulo, construido en el interior. En cuanto se terminaron estas tomas, el decorado se desmanteló para dar paso al interior del Manderley de Rebeca. El resto de las dependencias corrió la misma suerte.
En cuanto a la imponente fachada de la casa de los Butler en Atlanta… de nuevo surgió de la imaginación y el talento de Jack Cosgrove, que filmó su matte painting sobre la fachada del edificio principal del estudio, jardines incluidos.
Los exteriores utilizados en Gone With the Wind merecen una entrada aparte, así como la trayectoria de la fachada de Tara, así que hablaremos de ello en el futuro.
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