Margaret Mitchell se había casado en 1922 con Berrien “Red” Upshaw, que resultó ser un verdadero canalla y maltratador, cuyo encanto exterior escondía pocas cosas buenas. El matrimonio fue un fracaso desde el principio y en menos de un año se separaron.
El divorcio vendría más tarde y le seguiría el compromiso de Margaret con John Marsh, que había sido compañero de piso de Upshaw y padrino de su boda, pero que se parecía tanto al primer marido de la autora de Lo que el viento se llevó como Rhett se parecía a Ashley.
Es muy precipitado comparar a ambos maridos con los dos protagonistas masculinos de la novela: aunque Butler guarda muchas semejanzas con Upshaw, éste carecía, por ejemplo, de la ternura y el atisbo de conciencia que podemos encontrar en Rhett, aunque compartieran el atractivo de lo salvaje; Marsh era un hombre tranquilo y culto, pero tozudo y mucho más decidido que Wilkes…
Esta segunda boda se celebró el 4 de julio de 1925, fiesta nacional en los Estados Unidos; Margaret solía remarcar que se había casado “el día de la independencia”, para dejar claro que el matrimonio con Marsh significaba mucho para ella: su sentido del deber la había mantenido al cuidado de la casa de su padre viudo (ligeros ecos de Escarlata), que era una persona con la que no era fácil convivir; Margaret echaba de menos sus locuras propias de las jovencitas de los despreocupados años 20 y no había atravesado una de sus mejores épocas cuando intentaba librarse de sus ataduras legales con Upshaw. Dependía económicamente de su padre, al menos hasta que encontró trabajo en el periódico, y un divorcio todavía era algo muy mal visto, incluso para ella, que había roto con muchas convenciones sociales y con la religión en la que había sido educada.
Aunque Marsh tenía trabajo y Mitchell se había mantenido con sus artículos para el Journal, la economía de la pareja no era muy boyante cuando comenzaron su vida en común: a finales de 1924 John había sufrido un ataque de hipo casi mortal, pues duró 42 días; no sólo estuvo al borde de la muerte, sino que la enfermedad agotó sus ahorros. Fue en medio de ese terrible trance cuando ella se dio cuenta de que le quería y le necesitaba y, cuando la salud de John mejoró, fijaron la fecha de la boda.
La ceremonia se celebró en la iglesia Unitario-Universalista de la calle Peachtree Oeste, y luego la pareja ofreció una pequeña recepción en el diminuto apartamento donde, unos meses después, se escribirían las primeras (mejor dicho, las últimas) líneas de Lo que el viento se llevó.
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