El intérprete del padre de Escarlata, Thomas Mitchell, nació el 11 de julio de 1892 en New Jersey, de familia irlandesa; comenzó su vida laboral como periodista, por tradición familiar, pero pronto pudo dedicarse a lo que en realidad le gustaba, al conseguir vender una obra breve que había escrito.
Actor, director y autor de teatro, llegó al cine mediados los años 30 para regalarnos con cerca de 70 papeles “de carácter”; ganó el Oscar al mejor actor secundario por el doctor borrachín de Stagecoach (La diligencia), en un año prodigioso en el que no sólo había estado en GWTW y con Ford, sino también en Only Angels Have Wings (Sólo los ángeles tienen alas), Mr. Smith Goes to Washington (Caballero sin espada) y The Hunchback of Notre Dame (Esmeralda la zíngara) y por cualquiera de sus personajes (el aviador veterano, el curtido periodista, el rey de los mendigos) podría haberse llevado el premio.
Otras de sus interpretaciones memorables están recogidas en Lost Horizon (Horizontes perdidos, 1937), The Black Swan (El cisne negro, 1942), It's a Wonderful Life (¡Qué bello es vivir!, 1946), High Noon (Solo ante el peligro, 1952), While the City Sleeps (Mientras Nueva York duerme, 1956)... por citar sólo un puñado de sus jueces, alcaldes, médicos, tíos despistados, policías, soldados, profesores, piratas o sacerdotes. Mitchell estaba hecho para ser un secundario excelso.
Su último papel fue en Pocketful of Miracles (Un gángster para un milagro), del año anterior a su muerte a finales de 1962.
No descuidó el teatro durante estos años y también intervino en televisión, y consiguió ser el primer actor en ser galardonado con un Oscar, un Tony (por el teatro) y un Emmy (por su trabajo en la pequeña pantalla). Malvado o bonachón, sobrio o con unas cuantas copas de más, no podía ser el galán, pero podía robar el corazón del espectador con una réplica o una mirada.
Mitchell, un actor versátil y sólido, se adaptó perfectamente al personaje de Gerald en Lo que el viento se llevó, excepto en un detalle: le asustaban muchísimo los caballos, al contrario que al padre de Escarlata, y requirió la presencia de dobles para que le suplieran siempre que fuera posible.
En una ocasión Fleming consiguió que se subiera a la silla con la intención de rodar algunos primeros planos que no necesitaban que el animal estuviera en movimiento. El actor consintió de mala gana y montó a lomos del corcel, confiando en que miembros del equipo mantendrían quieto al equino. Pero el caballo se asustó, ya fuera porque notó el miedo del jinete o por causa desconocida, y salió a galope por los campos. Fleming se ocupó de que las cámaras estuvieran rodando.
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