El prisionero mejor tratado de la cárcel de Atlanta disponía del privilegio de recibir visitas, siempre que se tratara de familiares cercanos. Parece ser que una buena colección de “hermanas” de Rhett Butler intentó aliviar sus penas; por eso, cuando el cabo anuncia a los oficiales que otra “hermana” solicita que le dejen ver al prisionero, los militares que juegan al póquer con él no pueden reprimir una sonrisa. Pero el cabo aclara: “¡Pero esta viene con su mammy!”, y su asombro se contagia a sus superiores cuando Rhett, que se ha dado cuenta de la identidad de la visitante, les soborna para que la dejen entrar en su celda.
Irving Bacon, que nació el 6 de septiembre de 1893, hizo su especialidad de las réplicas como estas, en personajes a menudo sobrepasados por las circunstancias humanas o naturales, y se hizo maestro en el arte de mostrar asombro o refunfuñar, según fuera el caso.
Los créditos no fueron muy amables con Bacon, pues casi nunca vemos su nombre en la pantalla, pero su filmografía es una de las más extensas. Una vez familiarizados con su aspecto, es muy fácil que nos encontremos a Irving por doquier, casi siempre detrás de una ventanilla, mostrador, un volante o un escritorio, porque los papeles de dependiente, taxista, cartero, taquillero, reportero, telegrafista, camarero, chófer o lechero eran todos para él, o eso parecía, por su ubicuidad.
Era inevitable que apareciera en el reparto de Lo que el viento se llevó (y eso que en 1939 estuvo en más de 30 películas), donde consigue que su cabo transmita su renuente admiración por las hazañas amatorias de Rhett Butler en un par de frases bien subrayadas por su inconfundible aspecto.
A lo largo de su carrera tuvo tiempo de dedicarse también al teatro y a la televisión, pero podemos preguntarnos cómo sería un día cualquiera de Irving Bacon, que falleció en 1965 con más de 400 películas en su haber; por fuerza tendría que haber jornadas en que saltaba de un plató a otro, quizás con el mismo uniforme de cartero, rodaba sus réplicas y corría a maquillaje y vestuario para ocupar un puesto en el estrado del jurado o en la taquilla de la estación de autobuses de la comedia de turno.
Es cierto que sus papeles no eran muy extensos y tampoco muy exigentes en rango dramático, pero su habilidad para hacerlos creíbles le reportó ese trabajo continuo cercano a la plusmarca. Comenzó en la época muda en ese magnífico vivero de actores que fue la Keystone, con Sennett al frente impartiendo clases de comedia, y se adaptó perfectamente cuando llegó el sonoro. Puede decirse que Bacon casi nunca pasó la graduación de cabo, pero, como tal, sirvió perfectamente a las estrellas a las que secundaba. Estaba como pez en el agua en las ciudades pequeñas, bien como miembro de la multitud o bien como una autoridad menor.
Entre sus centenares de papeles vamos a destacar un puñado de ellos para que, como decimos siempre, sea más fácil poder unir su rostro a su nombre:
Bacon fue el encargado de la gasolinera en It Happened One Night (Sucedió una noche, 1934), uno de los fotógrafos en Mr. Deeds Goes to Town (El secreto de vivir, 1936), el camarero de You Can’t Take It With You (Vive como quieras, 1938), Gus, el camarero, en His Girl Friday (Luna nueva, 1940), el camionero que recoge a Tom Joad en The Grapes of Wrath (Las uvas de la ira, 1940), el vendedor de uniformes en They Died With Their Boots On (Murieron con las botas puestas, 1941), Beany, el reportero en Meet John Doe (Juan Nadie, 1941), el jefe de estación en Shadow of a Doubt (La sombra de una duda, 1943), Pierre Covais en Monsieur Verdoux (Monsieur Verdoux, 1947)…
sábado, 6 de septiembre de 2008
Irving Bacon, el cabo
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