Los críticos literarios, aunque han discrepado entre sí a lo largo de 7 décadas a la hora de juzgar Lo que el viento se llevó, suelen coincidir en señalar dos factores que han contribuido al éxito de la novela de Margaret Mitchell: su lectura no es complicada y al lector le es difícil dejarla en cuanto ha empezado.
Un ejemplo extremo que confirma estas dos claves de la popularidad de GWTW es una de nuestras anécdotas favoritas, de esas que se non e vero, e ven trovato:
Tiene como protagonista a una mujer de mediana edad que vivía en Nueva Inglaterra y que, como otros cientos de miles de personas, adquirió un ejemplar del libro en los primeros meses de su publicación.
Comenzó a leer Gone With the Wind una mañana y siguió y siguió, atrapada por la historia de Escarlata O’Hara, sus parientes, amigos y enemigos… de manera que cuando, a la tarde siguiente, el repartidor de periódicos lanzó al porche el diario vespertino, que aterrizó con un golpe, la señorita en cuestión trastabilló hasta la puerta, los ojos inyectados en sangre, y gritó: “¡Fuera de aquí, malditos yanquis!”...
Como podemos ver, la lectura de GWTW puede ser tan absorbente como la de las memorias del caballero Francisco de Hadoque.
martes, 12 de mayo de 2009
El placer de leer... y sus efectos
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