Val Lewton no pudo convencer a Selznick de adaptar Guerra y Paz a la pantalla, no consideró GWTW buen material para una película, soportó durante unos años el insensato ritmo que el productor imponía a todos sus empleados (empezando por él mismo) y probablemente planteó la secuencia de “la búsqueda del doctor Meade” como una venganza, pero no se puede decir que durante la producción de Lo que el viento se llevó descuidara sus diversos cometidos: es loable su lealtad y su profesionalidad a pesar de estar asignado a un proyecto del que no tenía buena opinión.
Alguien con menos talento y dedicación a su trabajo habría dejado pasar un plano que Fleming pretendía rodar y que hubiera levantado las carcajadas del público, si la ira de los censores no lo hubiera condenado antes:
Nadie se había dado cuenta de que se estaba tomando a Vivien Leigh ante una mesa (muy posiblemente en el restaurante de Nueva Orleáns) donde dos pomelos estaban colocados justo al nivel de sus senos. Lewton advirtió el peligroso ángulo de cámara y evitó la comprometedora toma.
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viernes, 8 de mayo de 2009
El ojo atento de Val Lewton
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