No ha pasado a la historia el nombre del agente del bípedo con plumas que interpreta al último gallo de Atlanta, perseguido por Tío Pedro, que intenta defenderse de la lluvia navideña que cae sobre Atlanta (y con mayor insistencia sobre la puerta que da al patio, por cortesía del equipo de efectos). Pero el representante del pollo merece un reconocimiento, por haber logrado que su cliente obtuviera lo que muchos de los intérpretes de Lo que el viento se llevó no consiguieron: dos planos para él solito… o, mejor dicho, el mismo plano, pero repetido.
Tomemos como referencia el tocón que sujeta la leña en el patio trasero de la casa de tía Pitty. El gallo llega muy erguido (pero empapado) hasta él y lo sobrepasa; el siguiente plano lo comparte con el sirviente: Tío Pedro, con su casi inútil paraguas y una ominosa hacha, llega hasta el tocón y continúa tras el pollo, mientras el ave, que le lleva unos pasos de ventaja, sale ya de plano… pero, en el siguiente, el gallo vuelve a pasar por el mismo tocón.
Claro que este momento de gloria (y magia) es muy efímero, ya que la próxima vez que lo vemos está en los huesos, literalmente.
miércoles, 7 de mayo de 2008
A la caza del gazapo (XII)
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