sábado, 3 de mayo de 2008

"Lo que el viento se llevó" consigue el Pulitzer

En octubre de 1936 Margaret Mitchell le apostó al crítico literario Herschel Brickell 50 dólares (en un billete confederado con el poema Lines on the Back of a Confederate Note pegado en una de las caras*), a que no ganaba el premio Pulitzer. Estaba convencida de que no tenía ninguna posibilidad, a pesar de los buenos augurios y de los rumores que le llegaban.

El 3 de mayo de 1937 el jurado encargado de fallar los premios le comunicaba que Gone with the Wind había sido considerada la mejor novela de 1936. Mitchell les agradeció la distinción con un breve telegrama: “…my enormous thanks and gratitude”.

Sorprendida, pero feliz y orgullosa, la escritora no varió apenas el programa que tenía previsto para aquella tarde: en compañía de miembros de su familia y de Harold Latham, que había querido estar con ella en un momento tan especial (aunque disfrazara su viaje bajo la excusa de una nueva búsqueda de material literario por el Sur), fueron a visitar al señor Mitchell y luego acudieron un recital del coro en la iglesia a la que pertenecía la cocinera de los Marsh.

El jefe de la sección local del Atlanta Constitution (el periódico rival del Journal, en el que había trabajado la escritora) consideró de tal importancia la noticia que incluso se dignó salir de su despacho en hora punta para conseguir en persona una foto de Margaret y sus primeras impresiones, lo que dejó a la autora de Gone With the Wind mucho más estupefacta, por lo inusitado, que haber conseguido el prestigioso premio, que le reportaba mil dólares.

Los periódicos del día siguiente hacían notar que, aunque Mitchell no había sido parca en palabras a la hora de escribir su novela, en el momento de hacer declaraciones sobre el galardón sólo habían podido arrancarle cuatro palabras: “I’m astounded… I’m overwhelmed” (“Estoy asombrada… Estoy abrumada”).

Por supuesto, Margaret Mitchell satisfizo su apuesta con sumo placer, y añadió una caja de Borgoña para el crítico que había confiado tanto en su libro y que se había convertido en su amigo. Ahora GWTW, la película, podía alardear, para regocijo de Selznick, de tener dos premios Pulitzer en su nómina de participantes: Sidney Howard lo había ganado ya en 1925, con su obra de teatro They Knew What They Wanted.



*En el capítulo 30 de la novela hay una referencia específica a este poema del comandante Samuel Alroy Jonas y a su aparición pegado a los billetes. Es Will Benteen el que lee:

“Aunque no represente en esta tierra
nada, y nada en las aguas que hay debajo,
guarda, querido amigo, este recuerdo
de una nación que fue, para mostrarlo...
Muéstralo a aquellos que prestar oídos
quieran de este papel al fiel relato
de una nación que vio muerta en la cuna
la libertad que sus hijos soñaron...”

(Representing nothing on God's earth now,
And naught in the waters below it,
As the pledge of a nation that's dead and gone,
Keep it, dear friends, and show it

Show it to those who will lend an ear
To the tale that this trifle can tell,
Of a liberty born of a patriot's dream,
Of a storm-cradled nation that fell.)

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