Con la primera secuencia por fin “en el bote”, rodados también algunos otros planos complementarios y tras más sesiones de montaje, Lo que el viento se llevó estaba lista para un nuevo pase sorpresa.
El 18 de octubre de 1939 Hal Kern miró hacia el Oeste en esta ocasión y escogió el Arlington Theatre, en Santa Barbara, a unos 150 kilómetros de Culver City. Le dijo al gerente que querían conocer la opinión del público sobre Intermezzo, pero, cuando llegó con unas 50 latas de película, era evidente que no contenían la historia de amor prohibido entre dos músicos, sino la épica película basada en la novela de Margaret Mitchell.
GWTW rondaba por entonces las cuatro horas, pero recibió la misma acogida que unos días atrás por parte de los espectadores, de nuevo cautivos en la sala pero contentos de estar allí.
Todavía no estaba en su estado ideal, pero ya se parecía mucho a lo que apenas dos meses después se vería en el estreno en Atlanta. Faltaba la música, suavizar las transicciones entre secuencias, algún plano que otro, los títulos… hacer las copias en Technicolor (que no era tarea pequeña) y preparar una nueva prueba de fuego: el pase para la prensa.
Mientras Kern se pasaba los días yendo del estudio al laboratorio de Technicolor y Steiner trabajaba a marchas forzadas, los departamentos de publicidad de la Selznick International y de la MGM sumaron sus fuerzas para que no decayera el interés en este último tramo, y, siempre bajo la supervisión directa del productor, empezaron a lanzar ideas para la presentación en Atlanta.
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