Una escalera es un decorado cinematográfico idóneo para situaciones dramáticas y apoteosis musicales. En Lo que el viento se llevó hay bastante de lo primero y nada de lo segundo, aunque la entrada de Escarlata en el vestíbulo de Doce Robles, con esa majestuosa escalera doble, tiene mucho de coreográfico, como su subida cuando acaba de recibir la confirmación del compromiso de Ashley con Melania, mientras todos los demás se precipitan al vestíbulo alterados por la noticia de que Lincoln solicita voluntarios.
Rhett y Escarlata están muy en contacto con las escaleras, pero sería demasiado tópico hablar en este caso de una situación de desnivel, de superioridad-inferioridad, sobre todo desde que partimos de la repetida afirmación de que “tú y yo somos iguales, querida”; más bien podríamos recoger la simbología freudiana de encuentro sexual, que queda plasmada de modo inequívoco en la secuencia en que Rhett toma en brazos a Escarlata para conducirla a sus aposentos a través de la roja escalera de la casa de Atlanta. Esta acción, que desemboca en un embarazo, tiene su contrapartida más adelante, cuando el fruto de esa subida se pierde por la vertiginosa caída de Escarlata por esas mismas escaleras. Los dos habían llegado de nuevo a lo alto, pero la resolución es diferente.
La primera vez que sus ojos coinciden Rhett está negligentemente apoyado en la barandilla de Doce Robles, abajo, mientras Escarlata sube con Cathleen Calvert, que le pone al corriente de la reputación del desconocido. Esa mirada admirativa, de deseo, tiene su recompensa cuando Escarlata baja de nuevo unas escaleras, las de la casa de tía Pitty, después de la muerte de Frank. Rhett la espera abajo, le besa la mano y la conduce al salón, donde la pedirá en matrimonio.
La roja escalera de la casa de los Butler desempeña su postrer papel en la última secuencia. Rhett y Escarlata salen de la habitación y se detienen un instante en lo alto: “¡Pero yo te quiero!”, exclama Escarlata. “Esa es tu desgracia”, replica Rhett y sin mirar atrás desciende los escalones. Escarlata le ve bajar, desaparecer de su vida, y corre a intentar detenerle, en vano, como sabemos.
martes, 18 de marzo de 2008
Altibajos en las escaleras (I)
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