viernes, 14 de marzo de 2008

A la caza del gazapo (VIII)

La lógica aplastante de Mammy ha convencido a Escarlata de que un buen desayuno es la mejor manera de empezar el día y no acaparar las viandas de los anfitriones como si no le dieran de comer en casa. El impaciente Gerald llama a su hija, porque ya están listos para partir hacia Doce Robles y Escarlata abandona la bandeja, recoge su parasol y abandona la habitación.

Es cierto que no lleva nada en el cuello cuando sale, así que un espectador extremadamente minucioso puede preguntarse cómo es que la mayor de las O’Hara luce un collar en cuanto la vemos llegar a la plantación de los Wilkes.

Pero también es cierto que entre ambos planos ha pasado un tiempo, que no se nos muestra. Tampoco vemos a Escarlata bajar las escaleras, caminar por el vestíbulo de Tara, subirse al coche con su padre y sus hermanas, ni asistimos al viaje hasta Doce Robles (se rodaron planos sobre el trayecto, con Pork llevando las riendas y Mammy con las cajas de los vestidos “para la noche”, pero no aparecen en la película).

Es habitual (y de agradecer), que se nos ahorren planos que no aportan nada a la película y que no hacen avanzar la historia ni nos permiten conocer mejor a los personajes. Una elipsis puede abarcar un lapso de unos segundos o minutos (el tiempo que tarda el personaje en bajar del coche y subir hasta su piso, por ejemplo), varias horas, días, años o milenios (el ejemplo más famoso: del hueso a la nave en 2001: A Space Odyssey (2001, Una odisea del espacio, 1968).

Aunque también puede utilizarse una elipsis para sorprender al espectador con algo de lo que no ha sido testigo pero que más tarde adquiere importancia en la trama, no es este el caso.

Por lo tanto, para explicar la aparición del collar, podemos imaginar que Ellen, siempre atenta, supervisó la apariciencia de su hija antes de salir de la casa, o que el collar se guardaba en la habitación de su madre y Escarlata lo recogió por el camino, o que se dio cuenta de que no lo llevaba y envió a alguien de la servidumbre a recogerlo… o tener en cuenta que el plano del desayuno lo rodó Cukor en enero y el de la llegada a Doce Robles fue responsabilidad de Fleming, en marzo, y que nadie se percató del pequeño fallo de continuidad o, si lo hizo, lo dejó pasar con un razonamiento parecido al nuestro.

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