Cuando Ann Rutherford, que interpretaba a Carreen en Lo que el viento se llevó, quiso ahorrarle unos cuantos dólares a Selznick y le preguntó porqué había de llevar unos pololos que no iban a verse en ningún momento en pantalla, bien ocultos por faldas, sobrefaldas, miriñaques y demás, el productor le dijo que quería que se sintiera como una verdadera belleza sureña de mitad del siglo XIX para dar mayor verosimilitud a su interpretación.
Así que, siguiendo el ejemplo de otros meticulosos cineastas, como Erich Von Stroheim, del que se cuenta que encargó calzoncillos con monograma incluso para los extras de The Wedding March (La marcha nupcial, 1928), aunque no fueran a verse, Selznick no reparó en gastos y para GWTW se confeccionaron alrededor de 5.500 piezas de vestuario.
Una de esas miles de piezas es la protagonista involuntaria del gazapo de hoy, y esta vez no hay más excusa para el desliz que el simple olvido y el error de continuidad entre dos secuencias que, aunque no son contiguas en la película, llevan implícito que lo que se hizo en la primera había de verse reflejado en la segunda.
Si nos fijamos bien, cuando Escarlata se dispone a acostarse para la siesta después de la comida en Doce Robles, se quita una prenda interior que no llevaba cuando Mammy le puso el vestido verde en la habitación de Tara, antes del desayuno.
Se trata de una almohadilla (bolster o bum roll) de forma de media luna que se llevaba sobre la enagua y soportaba el peso del miriñaque y la falda, al tiempo que realzaba las caderas. En concreto, según nos dice Molt en A Complete Reference, estaba confeccionado con batista blanca y relleno de plumón de ganso, colocado en la parte trasera de la cintura y atado al frente con un cordón de algodón.
lunes, 24 de marzo de 2008
A la caza del gazapo (IX)
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