jueves, 14 de febrero de 2008

A la caza del gazapo (IV)

Hoy seguimos la pista de dos sombreros, uno de ellos "mágico"; el otro parece surgir de la nada, pero, si nos fijamos, no hay error.

Nos situamos en las secuencias de la huida de Atlanta de Escarlata, Melania, Prissy y el recién nacido Beau, a quienes Rhett conduce fuera de la casa de tía Pitty. Ya transitando a duras penas por las calles de la ciudad teñida por el rojo del fuego, vemos a Escarlata con sombrero, un tocado de viuda. ¿De dónde ha salido, si no lo llevaba en la cabeza cuando salía de la casa ni cuando subió al carro?

¡Ah!: Retrocedamos un poco y veremos que, cuando Escarlata alumbra a Rhett, que baja las escaleras con Melania en brazos, lleva varias cosas en la mano, entre ellas un objeto negro que es, sin duda, el tocado de viuda (es el que Melania lleva en la secuencia de "la lista de bajas"), que deja en el carro mientras todos se acomodan antes de emprender la marcha y que se pone una vez que el vehículo está en movimiento.

Es un sombrero importante, porque sirve para disimular el hecho de que, en algunos planos, no es Vivien Leigh la que está en el carro. Las tomas generales y más arriesgadas del incendio se rodaron con dobles, cuando Escarlata ni siquiera tenía rostro.

Es natural que, durante un viaje tan atribulado y una noche larga y llena de peligros, Escarlata se quitara el sombrero en cierto momento (que no vemos; es una elipsis). Por ello, cuando Rhett detiene el carro para dejar descansar el caballo en el cruce del camino que lleva a Tara, Vivien aparece otra vez destocada... pero con el sombrero en su regazo.

Es entonces cuando entra en acción el "sombrero mágico": Rhett baja del carro y hace descender a Escarlata para despedirse. Deja su chaqueta sobre la cerca y sostiene su sombrero en la mano durante unos instantes, hasta que, apasionado, lo arroja al suelo fuera de plano, para abrazar a Escarlata. Tras el beso y la consiguiente bofetada, Rhett se despide... y recoge su sombrero de la baranda.

Un sombrero obediente, o, más bien, un fallo de continuidad.

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