viernes, 8 de febrero de 2008

Quien perturbe la paz de esta plantación...

Doce Robles (Twelve Oaks) es la plantación de los Wilkes, presidida por la hermosa casa de blancas columnas que como un templo griego coronaba la colina, cerca de Tara.

Conocemos la propiedad en todo su esplendor el día de la barbacoa. La próxima vez que la vemos está en ruinas. Los Wilkes no volverán a vivir allí.

Doce Robles es el pasado, el símbolo de la civilización que se fue con el viento. Margaret Mitchell describe la casa con palabras que bien podían aplicarse al modo de vivir del Sur antes de la guerra:

“Tenía una belleza majestuosa y una dulce dignidad que, con toda seguridad, la casa de Gerald no tenía.”

La casa de Gerald, Tara, sobrevivirá, a pesar de su aspecto tosco; es lo nuevo, la vida, el futuro. Doce Robles, con sus grandes columnas, sus amplias galerías, su techumbre plana y su vida tranquila, fácil, inmutable, desaparecerán para siempre. Doce Robles simboliza mucho más que Tara la típica plantación sureña y por ello perece y sus habitantes pierden la vida o su impulso vital, mientras Tara resiste, como su heredera.

Escarlata había soñado con ser un día la dueña y señora de Doce Robles, gracias a su matrimonio con Ashley. Eso implicaba seguir el camino trazado por Ellen, un designio que tampoco se cumplirá. Nada queda de su vida anterior cuando se llegue a la incendiada plantación en busca de comida; nada permanece en pie en Doce Robles cuando Escarlata lo ve de nuevo:

“Allí, a sus pies, estaba el orgullo de los Wilkes, en cenizas. El fin de aquella casa tan amable y cortés. En ella había bailado, comido y flirteado... (...) Nada quedaba allí útil para ella.”

Y será allí (en la novela), sobre las ruinas del pasado, donde Escarlata tomará su famosa decisión de no mirar ya nunca más hacia atrás y salir adelante sea como sea.

El aire griego de las columnas de la casa, que en la película podemos ver en el vestíbulo, tiene su paralelo en las palabras de Ashley para definir aquel estilo de vida que tanto añora:

“Escarlata, antes de la guerra la vida era hermosa. Poseía una brillantez, una perfección, una simetría, comparables a las del arte griego. Acaso no fuese así para todos. Ahora me hago cargo. Pero, para mí, viviendo en Doce Robles, existía verdadero encanto en la vida. Yo pertenecía a esa vida. Formaba parte de ella. Y ahora ha desaparecido, y me hallo fuera de lugar en la nueva vida, y tengo miedo.”

Más tarde, Escarlata reconoce el eco de las palabras de Ashley cuando Rhett, que ya ha decidido dejarla, afirma que va a tratar de encontrar
"La tranquila dignidad que puede tener la vida, vivida entre gentes distinguidas. Cuando viví esa vida, no aprecié su sereno encanto."

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