viernes, 1 de febrero de 2008

Dear Mister Gable

William Clark Gable nació el 1 de febrero de 1901 en Cadiz, Ohio. Se quedó pronto huérfano de madre y a cargo de su padre, que trabajaba en los campos de petróleo y cuya segunda esposa fue fundamental en la educación del joven.

Desempeñó diversos oficios mientras intentaba entrar en el teatro, que le fascinaba. Incluso entonces, en las filas de los secundarios, con unos dientes horribles, sus prominentes orejas y un aspecto famélico, su atractivo natural se hizo notar entre las mujeres.

Su primera esposa, la profesora de drama Josephine Dillon, varios años mayor que él, le consiguió trabajo como extra en algunas películas durante los años 20, pero no tuvo ningún éxito en la época del cine mudo. Se dedicó al teatro, y llegó a actuar en Broadway, en Machinal (1928), Love, Honor and Obey (1930) y en Los Angeles, con The Last Mile, donde causó sensación.

Divorciado de Josephine, contrajo matrimonio con Rhea Langham, una mujer de la alta sociedad que se encargaría de dar a Gable el barniz elegante del que todavía carecía y que luego se convertiría en uno de los aspectos más relevantes de su personalidad en la pantalla.

Tras realizar algunas pruebas de pantalla obtuvo por fin papeles secundarios. Su primer gran éxito lo logró en A Free Soul (Alma libre, 1931), con Norma Shearer. Los rumores de su relación con Joan Crawford, con quien rodó varias películas en los años siguientes, y la química conseguida con Jean Harlow en Red Dust (Tierra de pasión, 1932), afianzaron su carrera y su imagen de galán agresivo, rudo, sin inhibiciones sexuales y lleno de ironía, con un transfondo de dulzura y dignidad que no transpiraba hasta el final de la cinta.

Con It Happened One Night (Sucedió una noche, 1934), prestado a la Columbia como castigo por pedirle aumento de sueldo y la prerrogativa de elegir sus papeles a L.B. Mayer, consiguió su único Oscar como mejor actor. Le siguieron títulos que consolidaron el estatus de Gable como estrella. El único gran fracaso de su carrera, que duró treinta años, fue Parnell (Parnell, 1937) y desde entonces odiaba las películas de época, un detalle más en su prevención al aceptar el papel de Rhett Butler.

Casado con la actriz Carole Lombard durante el rodaje de GWTW, formaron una de las parejas más míticas del Hollywood de aquellos años; Lombard falleció en un accidente de aviación cuando regresaba de una gira de venta de bonos de guerra. Gable, después de buscar consuelo en el alcohol, se alistó en la Aviación y volvió de la contienda con el grado de comandante.

Regresó a la pantalla con Adventure (Aventura, 1945) bajo el lema “Gable ha vuelto y lo tiene Greer Garson [con quien compartía cartel]”. En 1949 se volvió a casar, esta vez con Sylvia Ashley, de la que se divorció en 1952.

Tras la caída del sistema de los estudios Gable siguió trabajando como independiente, hasta culminar su carrera con The Misfits (Vidas rebeldes, 1961); poco después de terminar el rodaje, en noviembre de 1960, un ataque al corazón acabó con su vida. Se había casado en 1955 con Kay Williams Spreckels, que le dio un hijo al que nunca pudo conocer. Sí había tenido un efímero contacto con Judy Lewis, fruto de su relación con Loretta Young, pero a la que se hacía pasar por una huérfana adoptada por Young. Eran otros tiempos, otras costumbres...


Gable era, y es todavía, el “Rey” de Hollywood. El trono continúa vacante, porque ningún actor ha podido acercarse ni siquiera de lejos al aura mítica que le rodea. Se suele comentar que Gable gustaba a las mujeres y no provocaba animosidad en los espectadores masculinos. Algo especial debía de tener cuando un país entero, casi por unanimidad, lo exigía como el único capaz de interpretar a Rhett Butler. ¿Se interpretaba a sí mismo? Quizá sería mejor decir que Rhett poseía las cualidades de los personajes prototípicos que Gable había llevado a la pantalla en los años anteriores.

A punto de ser desechado del cine por sus enormes manos, sus orejas cual asas de botijo de las que tan bien supo sacar partido (El personaje de Spencer Tracy bromea un par de veces sobre ellas en Boom Town (Fruto dorado, 1940), y Ava Gardner, en Mogambo (Mogambo, 1953), ante la aparición de un descomunal elefante, preguntaba “¿Dónde he visto antes esas orejotas?”, y Gable, a su lado, sonreía con aquella su sonrisa irónica y llena de hoyuelos bajo su bigote), se abrió camino repartiendo bofetadas a sus parejas en la pantalla, rozando la brutalidad sin llegar a ser despreciable. Nunca era del todo un caballero, como no se cansaba de decirle a Escarlata, pero se podía confiar en que estaría del lado de sus amigos cuando hiciera falta y que no perdería el aplomo ni su característico y retorcido sentido del humor para quedarse al fin con la chica. Una chica llamada Vivien, Joan, Greta, Jean, Ava, Gene, Norma, Lana, Marilyn... o incluso Doris Day.

En contra de lo que podría pensarse, Gable no estaba entusiasmado por intervenir en GWTW. Siempre modesto, tenía sus dudas en cuanto a su habilidad para poder interpretar al Rhett Butler que Margaret Mitchell había creado y que miles de lectores conocían o creían conocer. Una de las razones que le hizo aceptar fue que necesitaba dinero para su divorcio y posterior matrimonio con Carole Lombard, que también le animó a firmar el contrato.

Lo primero que rodó, cuando se incorporó a la producción el 31 de enero de 1939, fue su entrada en el bazar de caridad. Su acento sureño, que se notaba a leguas que era fingido y el decorado, que a Selznick le recordaba el de una boda italiana, obligaron a rodar de nuevo esas tomas más adelante, ya con Victor Fleming al timón.

La relación de Gable con Cukor nunca fue muy buena, aunque ninguno de los dos formuló quejas directas y se trataron con gran corrección. Simplemente sucedía que el método del director no era el mismo al que el actor estaba acostumbrado, y le preocupaba que Cukor concediera más importancia a los personajes femeninos que al suyo; Gable sabía que la película pertenecía a Escarlata y que él tenía que definir su personaje a la perfección en cada secuencia en que aparecía para no quedar desdibujado por el imponente retrato que estaba componiendo Vivien Leigh (a la que admiraba, por cierto).

Cuando llegó Fleming para hacerse cargo de la película, la actitud de Gable cambió, y todo marchó mucho mejor, sin que por ello dejara de haber una especie de distanciamiento entre el actor y el resto del equipo. No se trataba de arrogancia; Gable se sentía todavía abrumado por el papel, que consideraba un reto para cualquier actor, la oportunidad de toda una vida para alguien de su profesión; estaba agradecido por el cumplido que la mayoría del público le había hecho votándole para interpretar a Rhett; pero dudaba de su habilidad para poder desempeñar ese cometido y la concentración necesaria para hacerlo lo mejor posible sin duda pudo haber dado la impresión de frialdad. Fotos del rodaje y comentarios de sus compañeros en Gone With The Wind atestiguan que Gable, una vez que se encontró a gusto con Rhett Butler y más bajo la dirección de su compinche Fleming, se mostraba relajado y más seguro de sus capacidades.

Es imposible retratar a Clark Gable, (un hombre que leía con avidez, pero a escondidas, porque leer no era "cosa de hombres"; un hombre que era "fiel a su manera" a sus esposas; un hombre que aprendió a cazar y a pescar por obligación publicitaria... para acabar siendo un inveterado cazador y pescador; un hombre enorme con muebles a la medida que se reía de su imagen mostrándo a todos la pinta que tenía sin su dentadura postiza...) en una pocas líneas como éstas. Por ello recomendamos la lectura de las abundantes biografías disponibles, comenzando, por ejemplo por Long Live the King, de Lyn Tornabene o visitando una de las muchas páginas dedicadas a él, como Clark Gable-- King of Hollywood.

Y no hay momento mejor para rendirle homenaje que el día de su cumpleaños, cuando Gable bromeaba que lo único que temía era que la joven Judy Garland volviera a hacerle sonrojar de timidez como cuando le cantó Dear Mister Gable (una adaptación de You Made Me Love You) como regalo en 1935. Mayer pensó que sería una buena idea incluir la canción en Broadway Melody of 1938 (La melodía de Broadway, 1937).

1 comentarios:

laverapizza dijo...

Que hermoso homenaje, para el hombre más hermoso del planeta...

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