lunes, 14 de enero de 2008

Escarlata O'Hara no era bella...

...ni prestaba mucha atención en la escuela. De los dos años pasados en la academia para señoritas de Fayetteville apenas queda huella en su memoria, excepto para las matemáticas, que tan útiles le serán en el futuro.

En cultura general la mayor de las O’Hara está verdaderamente pez, como le ocurría a su padre, que para definir a la señora Tarleton, gran amante de los caballos, utiliza el vocablo “esténtor” cuando quería decir “centauro”.

Mientras Melania es capaz de conversar con soltura sobre Thackeray y Dickens, Escarlata causa cierta vergüenza ajena en el enamorado Charles cuando, al comentar éste que Rhett Butler parecía un Borgia, la joven pregunta si son parientes suyos y, al saber que eran italianos, exclama: “¡Ah, extranjeros…!”

En pleno bazar, Rhett califica de costumbre bárbara el aislamiento al que la sociedad sureña condenaba a las viudas, y la compara al rito hindú del suttee (el sati, el sacrificio de la viuda en la hoguera crematoria de su difunto esposo). La viuda Hamilton cree que habla de un settee (sofá). La traducción española de la novela omite piadosamente este tropezón, díficil de verter al castellano pero que se hubiera podido explicar con una nota al pie de página.

Más tarde, alarmada por la posibilidad de que Atlanta sea sometida a sitio, Escarlata le dice a Rhett que Gerald, o su padre, habían estado en uno y que habían presenciado cosas terribles. El sitio al que se refería era el de Drogheda, acaecido muchos años antes de que Gerald viniera al mundo.

Cuando Ashley, en el huerto de Tara, añora su mundo perdido tras la guerra y habla de un Götterdämmerung, Escarlata se queda en blanco hasta que él le facilita la traducción ("crepúsculo de los dioses"). Tiempo después, en una conversación con Rhett, es incapaz de recordar aquella palabra extravagante y extraña que Butler vuelve a pronunciar.

Tampoco el latín es el fuerte de Escarlata. Lo demuestra tanto cuando Rhett cita su hipotético lema, Nihil Desperandum ("Nunca desesperes"), como ante la inscripción en la tumba de los gemelos Tarleton, Dulce et decorum...[est pro patria mori] ("Es dulce y hermoso morir por la patria"), o cuando Rhett, con la malicia que le caracteriza, le propone el nombre para su próspero negocio: Caveat Emptorium (un juego con Caveat Emptor, expresión habitual en el comercio: "Que el comprador sea precavido", y Emporium, en referencia a la tienda de Wilkes y Kennedy).

Con una protagonista tan dada a los deslices, es natural que se nos acumulen las pifias al hablar de Lo que el viento se llevó. Hoy sumamos a nuestra lista un divertido gazapo:

En los títulos de crédito de la versión española de la película los nombres de algunos personajes no se corresponden más que en la fonética con el original inglés: “Elen”, “Scarlet” (que durante toda la película es llamada Escarlata), “Selen”, “Carrín”, “Rhet” (y así aparece también como firma de la carta que acompaña a los anillos de las señoras), “Pitipat”, y las inefables transcripciones “Doctor y señora Mid” y “Señora ¡Merrigueder!”...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Alveo
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Anónimo dijo...

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