lunes, 28 de enero de 2008

Pañuelos prestados

“En ninguna crisis de tu vida he visto que usaras pañuelo”, apunta Rhett, fino observador, en la última llantina de Escarlata, con ocasión de la inminente ruptura entre ambos.

Butler se ha pasado doce años prestándole pañuelos a Escarlata, incapaz de encontrar tan útil accesorio en los momentos oportunos, que suelen ser aquellos en los que uno piensa en todo menos en el pañuelo: después del parto de Melania, cuando está decidida a volver a Tara pase lo que pase, la lleve él o no; cuando la muerte de Frank se le aparece como consecuencia de una acción propia, como si ella misma hubiera apretado el gatillo; y al final: se han dicho verdades, se han recriminado actitudes y obras y revelado sentimientos hasta entonces ocultos.

En la novela hay un par de ocasiones más: cuando Rhett acompaña a Escarlata por el camino de la serrería; está embarazada de Ella Lorena y él, como de costumbre, la enfrenta con verdades que le producen arcadas y algo más desagradable. Luego, ya casados, Rhett calma la pesadilla de su esposa, que está bañada en lágrimas, acercándole un pañuelo; ese simple gesto alivia a la atribulada Escarlata.

Rhett está siempre allí, con sus pañuelos a mano, como en un mudo indicio de que, si ella quisiera, podría encontrar en él su paño de lágrimas.

Otro pañuelo de Rhett cobra especial relevancia: Belle Watling entrega su donativo a la Causa envuelto en un pañuelo de hombre que llevaba bordadas las iniciales “R.K.B.”, que Escarlata reconoce inmediatamente porque son idénticas a las que aparecen en otro pañuelo que Rhett le había dejado para envolver los tallos de unas flores que habían recogido en el campo en uno de sus paseos. Es la primera noticia que tiene de las relaciones de Rhett con Belle, algo que no deja de mortificarla. La película suprime la "K", quizás para que la identificación con "Rhett Butler" sea más rápida.

Pero no es Rhett el único que presta pañuelos a Escarlata, aunque sí el que lo hace con más asiduidad; Frank le tiende el suyo cuando se encuentran por primera vez en Atlanta tras la guerra: Escarlata está irritada por el resultado de su conversación con Butler en la cárcel y las lágrimas acuden a sus ojos como ayuda para atrapar a Kennedy. Y Will Benteen, mientras relata las últimas horas de Gerald a la mayor de sus hijas, también le presta un pañuelo para que seque sus lágrimas, esta vez sinceras.

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