Además de comportar una nueva manera de planificar los ángulos y movimientos de las cámaras y la cantidad y colocación de las luces, el Technicolor también planteó problemas en los departamentos de decorados, maquillaje, peluquería y vestuario en aquellos primeros años, cuando la única forma de saber cómo iba a quedar un plano en pantalla era experimentar, dejarse guiar por los escasos "expertos", cambiar lo que se considerara necesario y volver a rodar la toma, a veces repetidas veces.
Lo que el viento se llevó no fue ajena a ese método, pues el nuevo sistema estaba todavía en mantillas. Tanto el equipo técnico con el artístico hicieron acopio de paciencia para enfrentarse al reto de la mejor manera: los hermanos Tarleton lucieron diversos tonos de rojo hasta que se encontró el adecuado; Ashley Wilkes se bajó un día del sillón de peluquería convertido en un rechamante pelirrojo y no el rubio amor de Escarlata.
Evelyn Keyes, rubia de toda la vida, se dejó teñir de castaña para interpretar a Suellen, pero no bien empezaba a acostumbrarse a su nueva imagen cuando la Paramount la reclamó para filmar nuevos planos de la película que había acabado de rodar. Evelyn volvió temporalmente al rubio, como la prefería De Mille, gracias a una peluca; cumplió con los "retakes" y compromisos fotográficos y después terminó su trabajo como Suellen... o eso pensaba: a finales de abril Selznick la llamó urgentemente para nuevas tomas cuando Keyes estaba en Omaha para el estreno de Union Pacific; la joven actriz volvió rauda a Los Angeles y se sometió otra vez al teñido con el color propio de la mediana de las O’Hara... justo cuando el rodaje de GWTW sufrió el parón por la baja de Fleming.
No sólo los actores humanos tenían que estar pendientes del Technicolor: entre los decretos de la compañía figuraba la prohibición de poner nada blanco ante la cámara, porque la mayoría de las veces, si no se tenía cuidado, el objeto blanco se hacía invisible en la pantalla. Así pasaba con el caballo blanco de Gerald, que tuvo que ser "oscurecido" con sucesivas pulverizaciones de carbonilla.
martes, 2 de febrero de 2010
Cabellos y caballos
lunes, 1 de febrero de 2010
Steiner se inspira en Steiner
Entre 1938 y 1939 cuatro notas rondaban por la cabeza de Max Steiner, que las dejó salir y llegar a la partitura en diferentes formas, hasta alcanzar la apoteosis del Tema de Tara en Lo que el viento se llevó.
Con el frenético ritmo de producción que llevaba el compositor, no es extraño que se citara a sí mismo, sacando provecho a la inspiración con el aconsejable método de no descartar nunca nada, guardar las ideas en la recámara y darles un nuevo aire cuando la ocasión lo requiera.
Así, si escuchamos la banda sonora de They Made Me a Criminal (Me convirtieron en un criminal), que se estrenó en enero de 1939, la encontraremos un tanto familiar ya desde los créditos iniciales:
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