Winston Miller, que nació el 22 de junio de
1910, fue uno de los escritores que colaboró en el guión de Lo que el viento se
llevó. Selznick contó con él a lo largo del rodaje, para que estuviera al tanto
de las transiciones entre escenas, pequeños cortes y añadidos y los cambios que
se sucedían de día en día.
Miller estaba asignado al departamento de cortos
de la MGM y cobraba 150 dólares a la semana; el productor no quería ser el hazmerreír
de la industria si se sabía que había tenido que recurrir a un escritor de tan
poco renombre para arreglar “la mejor película de la historia” después de haber
anunciado a bombo y platillo el contrato con Sidney Howard (un premio Pulitzer),
así que le rogó que guardara el secreto y todos saldrían beneficiados.
Tras una breve carrera como actor infantil y
juvenil (estuvo en el reparto de The Iron Horse (El caballo de hierro, 1924), por ejemplo) y terminar
sus estudios, le encontramos ya en tareas de escritor para el cine desde mediados
de los años 30, una vez que su intento de abrirse camino con relatos cortos no
tuvo mucho éxito. Miller acumuló experiencia en la Republic, en seriales y películas
de bajo presupuesto y westerns de segunda fila, un género en el que se encontraba
especialmente cómodo, como se puede comprobar en su reencuentro con Ford, esta
vez para el guión de My Darling Clementine (Pasión de los fuertes, 1946), ya que el
escritor estaba por entonces en la Twentieth Century-Fox. Del cine pasó a la televisión,
ya como productor de series tan conocidas como El virginiano, Cannon o Ironside.
Miller falleció en 1994.