sábado, 31 de enero de 2009

A la caza del gazapo (XXIV)

Con al menos cinco copias del mismo vestido y diferentes estados de deterioro para varias secuencias de Lo que el viento se llevó, era inevitable que en algún momento del ajetreado rodaje se produjera una confusión y el modelo que Escarlata lleva desde los días del sitio de Atlanta al instante en que decide aprovechar las cortinas de su madre experimentara un rejuvenecimiento súbito e inexplicable.

El error, aunque mínimo, puede observarse entre la conversación que Escarlata mantiene con Pork y su decidida entrada en el salón de Tara para hacerse un nuevo modelo. La degradación del vestido que lleva Vivien Leigh es menor en la segunda secuencia que en la primera.

La explicación más sencilla de este gazapo es que las dos secuencias se rodaron en orden inverso: la de las cortinas a principios de mayo, por Sam Wood, y la de Escarlata y Pork a principios de junio, por Fleming.

viernes, 30 de enero de 2009

Otro incendio en Atlanta

El 30 de enero de 1978 se incendiaba el Loew’s Grand Theatre de Atlanta, la sala donde Lo que el viento se llevó había tenido su primera proyección pública en diciembre de 1939.

El fuego, declarado en un edificio adyacente, dañó tanto el vestíbulo y la estructura del Loew’s que precipitó su demolición, que ya se auguraba por los años que llevaba en desuso. Estaba catalogado como edificio histórico de la ciudad.

El arquitecto Thomas Lamb se había encargado de acondicionar el local, que databa de 1893 y se concibió como teatro de la ópera, de manera que la compañía que poseía la MGM tuviera un buque insignia en Atlanta.

En el lugar donde Escarlata, Rhett y compañía asombraron a los ocupantes de los 2044 asientos durante el estreno y a muchos más en años posteriores se alza ahora el Georgia Pacific Tower, un rascacielos repleto de oficinas que domina Peachtree Street. Hace menos de un año un tornado, el primero en la ciudad desde hacía más de un siglo, dañó algunas ventanas de la torre… y el comentario estuvo servido en bandeja: “se las llevó el viento”.

Muchos objetos, materiales y accesorios del Grand, como ladrillos y butacas, salieron a subasta, y son muchos los mitómanos que atesoran como oro en paño un pedazo de la historia de Atlanta y de Lo que el viento se llevó; con los ladrillos se construyó también el restaurante Houston’s, en la misma calle (muy propio: para “no pasar hambre jamás”) y con una placa que lo recuerda.

Los “estrenos mundiales” solían estar reservados a Hollywood o Nueva York en la época del cine clásico, salvo algunas excepciones. Por ejemplo, además de GWTW, el Grand acogió el primer pase de The Great Locomotive Chase (Héroes de hierro, 1956), una película dramática sobre el incidente real que también inspiró a Buster Keaton para The General (El maquinista de La General). Wilbur Kurtz, el historiador, arquitecto e ilustrador que fuera el asesor técnico de Gone With the Wind, supervisó también esta historia ambientada en la Guerra Civil; su esposa era hija del capitán Fuller, que había participado por parte de los Confederados en la persecución de la locomotora capturada.

Entradas relacionadas:
Los confederados incendiaron los almacenes, Sherman la ciudad
Preparativos para el rodaje de "el incendio de Atlanta"

jueves, 29 de enero de 2009

Libros: Olivia de Havilland nos mantiene en vilo

Now Is The Time (Ahora es el momento) parece ser el título de la autobiografía de Olivia de Havilland, cuya fecha de edición prevista es el próximo 4 de mayo.

Pero dado que Olivia, como la excelente actriz que es, ha sabido mantener el suspense durante años sin desvelar nada del contenido de su libro y mucho menos la fecha en que saldría a la venta... hasta que no lo veamos en las estanterías, no lo creeremos.

Es una buena noticia, por supuesto… No sólo coincide con el 70º aniversario del estreno de GWTW, sino con el centenario de Errol Flynn, su pareja en la pantalla y más que un buen amigo fuera de ella.
Cuente lo que cuente, será una lectura fascinante, no sólo para los Windies, sino para cualquier aficionado al cine clásico.

miércoles, 28 de enero de 2009

Compañera de fatigas

Para escribir Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell tuvo una magnífica aliada, una máquina de escribir portátil de segunda mano que su marido le llevó a casa un buen día junto a un montón de folios en blanco.

Aquella Remington Portable No.2 fue la primera en enterarse de las peripecias de Escarlata (entonces Pansy) y Rhett; Mitchell la cubría con una toalla cuando había visitas en The Dump, y, cuando tenía un momento libre, escribía con ella sobre las rodillas, en varios rincones del diminuto apartamento o sobre la mesita de roble al lado de la ventana.

Una réplica de esta servicial máquina se conserva ahora en la Casa Museo, donde a veces se exhibe también la genuina, en préstamo de la Biblioteca del Condado de Atlanta-Fulton.

Hace unos diez años fue tasada por el seguro en 50.000 (cincuenta mil) dólares.

Por unos quinientos dólares puede conseguirse todavía un ejemplar del mismo modelo, toda una antigüedad a la que miran por encima del hombro los irreverentes sistemas informáticos que son los nietos de la venerable Remington.

martes, 27 de enero de 2009

Un negocio de riesgo

Los estudios y guionistas todavía hacían bromas tres lustros después de la publicación de Lo que el viento se llevó sobre la oportunidad perdida al no haber optado por los derechos de adaptación al cine en su momento.

Con la perspectiva del paso del tiempo era fácil chancearse y lamentarse, pero en 1936 nadie podía sospechar que la novela iba a convertirse en una campeona de ventas, con un público asegurado para una película basada en ella y que cualquier estudio más o menos importante habría podido hacer negocio con GWTW.

A pesar de intuir el potencial que tenía la obra de Margaret Mitchell, se trataba de una operación con mucho riesgo y, en aquel momento, nadie creía que Selznick fuera capaz de acometer la empresa con resultados satisfactorios.

Ya citamos hace meses un ejemplo de aquel exceso de prudencia, personificado en un agente. Y encontramos otro en Sunset Blvd. (El crepúsculo de los dioses, 1950), el retrato a veces despiadado, a veces agridulce, que Billy Wilder hizo de Hollywood.

Wilder se pone a la cabeza de los directores/guionistas con referencias a Gone With the Wind en sus películas con una nueva alusión en una de las primeras secuencias de la historia que cuenta Joe Gillis:

Betty, que es lectora de guiones, acaba de poner por los suelos una idea de Joe; Gillis, que necesita urgentemente 300 dólares (¡qué casualidad!: Escarlata O’Hara también precisa esa cantidad...), no encaja muy bien la crítica:

“…Usted hubiera rechazado Lo que el viento se llevó”.

El productor, Sheldrake, interviene, compungido, haciendo suya la supuesta excusa de Thalberg:

“Fui yo. Me pregunté: “¿Quién quiere ver una película sobre la Guerra Civil?”

lunes, 26 de enero de 2009

Jackie Moran, Phil Meade

Jackie Moran se retiró del cine ocho años después de interpretar a Phil Meade en Lo que el viento se llevó. Su carrera ante las cámaras había durado 11 años y él contaba sólo 24. Cuando un actor comienza siendo niño la transición a papeles de adulto siempre es difícil y en muchos casos imposible, o bien la mayoría de edad y la independencia económica permite a aquellos sin verdadera vocación dramática emanciparse por fin de los deseos de sus progenitores para dedicarse a otras cosas.

John E. Moran dejó atrás en 1947 su trabajo ante las cámaras y se dedicó a escribir guiones (aunque no hemos encontrado ninguna relación de su producción escrita, excepto una novela, Six Step House) y a las relaciones públicas de la diócesis de Chicago (había sido monaguillo en su tierna infancia), y falleció en 1990.

Jackie Moran, que nació el 26 de enero de 1923, cantaba en el coro parroquial y su voz llamó la atención nada menos que de Mary Pickford, que recomendó a su madre que introdujera al niño en el mundo del espectáculo, donde tendría un éxito seguro.

Jackie no alcanzó las cotas de la “novia de América”, pero sí tuvo una carrera muy activa, sobre todo cuando, después de conseguir algunos pequeños papeles, Selznick se apuntó otro de sus “redescubrimientos” al contratar a Moran para interpretar a Huckleberry Finn en The Adventures of Tom Sawyer (Las aventuras de Tom Sawyer, 1938).

Selznick volvió a emplear a Jackie en dos producciones propias, GWTW y Since You Went Away (Desde que te fuiste, 1944); el resto de su contrato lo pasó Moran prestado a otros estudios, en ligeros dramas juveniles o comedias musicales, casi siempre haciendo pareja con Marcia Mae Jones, otra estrella adolescente de segunda magnitud.

Además de su trabajo en Monogram, RKO y Republic, Moran se ganó un lugar en el recuerdo de los amantes de los seriales al interpretar a Buddy, el compañero de Buster Crabbe en Buck Rogers (1939), en los doce episodios de esta aventura clásica.

domingo, 25 de enero de 2009

Tara no se construyó en un día

Selznick se preciaba de tener en su mente la película y poder dar cuenta de ella “al derecho y al revés”, pero para plasmar en imágenes su concepción de Lo que el viento se llevó necesitó la ayuda de un numeroso equipo.

Lejos estaban ya los tiempos en que Louis Le Prince hacía nacer el cine con la colaboración de cuatro miembros de su familia ante las cámaras y con él mismo como director, director de fotografía y montador.




Hacer una película (comercial) se había complicado mucho en 1939 y aún se complicaría más con el paso de los años, aunque la falta de medios siempre se puede suplir con imaginación.

Al ver las cifras oficiales facilitadas por la Selznick International nos damos cuenta del ingente trabajo que los estudios realizaban para tenerlo todo a punto antes de la primera “vuelta de manivela”: en GWTW el conjunto del personal empleó 250.000 (doscientas cincuenta mil) horas hasta que se rodara el primer plano.

Ese tiempo entre mayo de 1936 y diciembre de 1939 estuvo bien cargado de actividad y se multiplicó por tres a la hora de la producción; puso las bases de lo que iba a ser Gone With the Wind.

En este recuento hay que incluir las negociaciones para adquirir los derechos de adaptación, la redacción de resúmenes y sinopsis, el desglose de la novela para cada uno de los departamentos en particular, las horas empleadas en la estimación de costes totales y parciales, los meses que duró “la búsqueda de Escarlata” (con sus viajes y rodaje de pruebas) y el resto de los actores y los dedicados al guión por Sidney Howard y sus sucesores, el tiempo empleado en buscar localizaciones, accesorios y posibles decorados en otros estudios, en concebir y construir los decorados, dibujar el story-board, diseñar el vestuario, resolver los problemas técnicos y seleccionar al personal, responder y archivar la correspondencia, mecanografiar los memorandos del jefe y darles cumplimiento… cientos y cientos de horas (con su consiguiente coste) para todas y cada una de las múltiples tareas que todavía hoy son necesarias. Un buen entrenamiento para lo que estaba por hacer cuando se lanzara el primer grito de “¡Acción!”.

sábado, 24 de enero de 2009

Unas notas operísticas

La noticia de la tercera boda de Escarlata no le sienta muy bien a Suellen, que todavía no comprende que la idea fija de su hermana mayor es asegurar el futuro de Tara. Como comentario jocoso a la desesperación de la mediana de las O’Hara, Max Steiner inserta en la banda sonora de Lo que el viento se llevó unas notas del coro nupcial de Lohengrin, ópera de Richard Wagner.

Esta conocidísima marcha nupcial, elegida por las novias del todo mundo para hacer su entrada en el templo, rivaliza con la compuesta por Felix Mendelshonn para El sueño de una noche de verano cuando se trata de seleccionar música clásica para un enlace.

Aunque se suele atribuir la popularidad de ambas en las ceremonias a que se interpretaron en la boda de la reina Victoria de Inglaterra, no se puede dar crédito a esta afirmación… porque la tocaya de Bonnie se casó en 1848 y Lohengrin no se estrenó hasta 1850. Más bien se trata del enlace entre su hija la princesa Victoria y Federico Guillermo de Prusia, en 1858.

En Lohengrin Wagner creó uno de sus pasajes más bellos para la boda de Elsa y el heroico caballero al que no debe preguntar su nombre, y podemos escucharlo en el Acto III, cuando las doncellas acompañan a la novia a la cámara nupcial. Por supuesto, ha sido objeto de numerosos arreglos y versiones, como la que podemos escuchar al principio de este fragmento.

viernes, 23 de enero de 2009

Actuar desde la cuna

Al menos cuatro señoritas, un joven caballero (y posiblemente una muñeca) “interpretaron” a Bonnie Blue Butler, la hija de Escarlata y Rhett en Lo que el viento se llevó.

Greg Geise, dada su cortísima edad y haciendo bueno aquello de que todos los recién nacidos se parecen (excepto para las abuelas, que los cazan al vuelo), tuvo doble trabajo, porque también fue el pequeño Beau Wilkes.

Kelly Griffin, Julie Tuck (Julia Ann Tuck), Phyllis Callow (Phyllis Douglas) y Cammie King dieron vida a Bonnie en diversos planos y sucesivas etapas de crecimiento, tras un cuidadoso proceso de selección por parte del equipo de GWTW que incluso, ya fuera por razones publicitarias o por extremada meticulosidad, se recorrió varias clínicas de Los Ángeles en busca de recién nacidos.

Como ocurre con los intérpretes del retoño de Ashley y Melania en sus planos de bebé, la única forma de saber a ciencia cierta quiénes aparecen en la película es consultando los contratos en los archivos de la Selznick International; aparte de los nombres que mencionamos y que parecen ser los Bonnies y Beaus legítimos, existe la posibilidad de que se utilizaran varios rorros más, y también que el cariño paternal haya hecho creer a algunas personas que aparecían en la película cuando no fue así; como estos últimos eran unas inocentes criaturas en el momento de los hechos y no pueden recordarlo dado su tierna edad, no tiene nada de malo mientras no intenten sacar provecho de una fama que no les corresponde.

jueves, 22 de enero de 2009

El vestido estampado (VIII)

Poco tiempo pasa entre la muerte de Gerald y su entierro, pero el vestido de Escarlata sufre todavía más deterioro y está, literalmente, en su último estado.

Es el momento de un cambio, porque el modelo ya no da para más. La dueña de Tara entrega a Pork el reloj de su amo y se dispone a renovar su vestuario, y ya no volveremos a ver este modelo, sucio y roto, testigo de todos las tribulaciones de la guerra.

Al terminar el rodaje las diferentes copias de este vestido, bien cumplida su misión, volvieron a sus respectivos percheros. Algunas no merecía la pena conservarlas, pero otras se reutilizaron en otras películas, como en Buckaroo Sheriff of Texas (1951), donde Eilene Janssen lleva el mismo vestido de Escarlata, modificado con un nuevo cuello y pespuntes.

Es una verdadera pieza para coleccionistas y le hemos dedicado varias entradas, así como un buen número de comentarios, porque se trata de un vestido muy importante para Escarlata y muy querido por los Windies y aficionados en general. No hemos llegado a una conclusión definitiva sobre el número de ejemplares usados (el debate sigue abierto, por supuesto), pero hemos bosquejado poco a poco su historia.

miércoles, 21 de enero de 2009

"Aunque tenga que mentir, robar..."

Desde 1936 hasta este mismo instante se suceden las noticias sobre GWTW. En el anecdotario de Lo que el viento se llevó hay historias grandes y pequeñas, con protagonistas famosos o anónimos, relatos que recorren toda la gama entre lo divertido y lo triste, lo gracioso y lo amargo, lo sublime y lo grotesco…

Muchas peripecias son de difícil clasificación, como la que ocurrió a un treintañero de 1936 que tenía ciertas cuentas pendientes con la justicia por un asunto relacionado con cheques falsos. Estaba en busca y captura y no se le ocurrió otra cosa que entrar en una librería, donde le reconocieron y dieron aviso a las autoridades. ¿Qué libro había intentado comprar?: Gone With the Wind.

No sabemos si la biblioteca de la cárcel a la que le envió el juez contaba en sus estanterías con la novela de Margaret Mitchell que, como vemos, causó un verdadero furor en el primer año de su publicación. Nadie quería quedarse sin conocer las aventuras de Escarlata O’Hara, aunque tuviera que arriesgar su libertad en el empeño.

martes, 20 de enero de 2009

Roscoe Ates, un soldado herido

Para cubrir las decenas de personajes secundarios que debían poblar las escenas menos intimistas de Lo que el viento se llevó, el departamento de reparto consiguió reunir a una envidiable colección de actores y actrices que podrían considerarse de segunda o tercera fila pero que eran imprescindibles en el cine hollywoodiense de los años 30 y 40.

Para muchos, GWTW no fue sino una más de las cuatro, cinco o diez películas en las que intervinieron en 1939, algunos con sólo una frase o un gesto, pero acudieron a la llamada de la Selznick International con la profesionalidad que caracteriza a estos especialistas en llenar espacio sin robar plano a la estrella pero sin pasar inadvertidos del todo.

Roscoe Ates, que nació el 20 de enero de 1895, es un buen ejemplo. Pocos serán los que recuerden su quejumbroso soldado herido en la secuencia del hospital en GWTW, pero si alguien pregunta por "aquel actor que siempre tartamudeaba", es muy probable que esté pensando en Ates.

Hoy día no está bien visto aprovechar una afección física o mental para hacer comedia a su costa, pero hace 70 años las cosas eran diferentes, aunque ya había voces discrepantes de esta controvertida práctica.

Roscoe, que era capaz de sostener una escena de un cuarto de hora de puro tartamudeo (como ocurre en A Free Soul (Alma libre, 1931), había superado su propio trastorno del habla a los 18 años, pero lo recuperó para la actuación y dedicó muchos de sus esfuerzos a ayudar a otras personas que también lo sufrían, algo de lo que estaba tan modestamente orgulloso como de su paso por las Fuerzas Aéreas durante la Segunda Guerra Mundial, de la que salió con el rango de comandante.

La primera vocación de Roscoe fue la música; terminó con éxito sus estudios de violín y descubrió que, cuando cantaba, no tartamudeaba, así que se aplicó a los ejercicios para librarse de su problema. De acompañar con su instrumento la proyección de películas silentes y del teatro de variedades, pasó al cine en 1929.

A lo largo de su carrera, que se extendió hasta 1961 con una aparición en The Errand Boy (Un espía en Hollywood), Ates refinó su típico personaje, un hombre al que nada le sale como espera y que muestra su frustración con un característico hablar a trompicones y abundancia gestual. En los años 50 se prodigó como secundario en varias series de televisión. Falleció en 1962.

Le recordamos en Cimarron (Cimarrón, 1931), The Champ (Champ, el campeón, 1931), Freaks (La parada de los monstruos, 1932), King Kong (King Kong, 1933), Ziegfeld Girl (1941), Sullivan’s Travels (Los viajes de Sullivan, 1941), The Palm Beach Story (Un marido rico, 1942)… y también participó en seriales, westerns sobre todo.

lunes, 19 de enero de 2009

Lista de bajas (X)

Muchas de las personas que intervinieron de una u otra manera en la publicación y producción de Lo que el viento se llevó alcanzaban ya edades muy respetables en la década de los 60, y por eso las necrológicas empiezan a ser mucho más abundantes, una pauta que ya no variará:

1964:
Frederic Hirst, 58. (De la firma John Frederics, que confeccionó varios sombreros para GWTW)
Ben Hecht, 70. (Guión)
J.M. Kerrigan, 80. (Johnnie Gallegher)
Thomas T. Moulton, 68. (Sonido)
Charles Quigley, 58. ("Rhett" en las pruebas de actrices). Cirrosis.
Jo Swerling, 71. (Guión)

1965:
Irving Bacon, 72. (El cabo, en la cárcel)
Jack Cosgrove, 63 (Efectos especiales)
Natalie Kalmus, 87. (Supervisora de Technicolor)
David O. Selznick, 63. (Productor) Ataque al corazón.

domingo, 18 de enero de 2009

Escarlata O'Hara, la pecadora

La protagonista de Lo que el viento se llevó no es un compendio de virtudes, y su creadora se escandalizaba bastante cuando la comparaban con Escarlata (aunque Margaret Mitchell tampoco podía ser calificada de una Melania completa) o los lectores mostraban admiración por el carácter de la señorita O’Hara.

Obligada por las circunstancias (y casi sin una pizca de arrepentimiento), la hija de Gerald contraviene todas las enseñanzas de Ellen e incurre en todos y cada uno de los Siete Pecados Capitales:

Lujuria: Además de suspirar por Ashley, un caballero impecable pero hombre al fin y al cabo (véase “escena del huerto”), la oferta al prisionero Rhett y el posterior matrimonio con Butler hacen conocer a Escarlata los placeres de la vida.

Gula: Escarlata compensa las privaciones de la guerra con un inacabable apetito que no debe de ser bueno para su cintura.

Avaricia: “Más y más” podría grabarse en el escudo de armas de la señora Kennedy; no contenta con las pequeñas ganancias de la tienda de Frank, amplía su negocio a las serrerías y escatima el sustento de sus “empleados” con tal de incrementar su riqueza.

Ira: ¡Qué carácter! Nadie se libra de sus arrebatos de furia.

Envidia: Escarlata quiere lo que tienen otros, en particular el novio de Melania…

Soberbia: Pocos halagos a las acciones de los demás salen de la boca de Escarlata, que no soporta no ser el centro de atención. El orgullo es lo que la sostiene a lo largo de todas las penurias, con la mente puesta en poder mirar por encima del hombro a toda la población de Atlanta.

Pereza: La lánguida vida de la adolescente Escarlata, con esclavos a sus pies para atender todos sus deseos, queda destruida por la guerra, pero… ¿no es su lema “ya lo pensaré mañana”?

sábado, 17 de enero de 2009

Ayuda para estudiantes con prisas o lectores agobiados

En este apresurado mundo moderno, un volumen de la extensión de Lo que el viento se llevó se les hace cuesta arriba a muchos. Desde aquí recomendamos a aquellos que estén en esas circunstancias (con éste o cualquier otro libro) que se reserven un verano para darle una oportunidad y poder luego intercambiar opiniones con conocimiento de causa; pero, si es cuestión de vida o muerte cumplimentar un cuestionario sobre GWTW, uno de los mejores atajos es la Literary Study Guide (MaxNotes) a cargo de Gail Rae Rosensfit.

Un resumen de la novela (de principio a fin), una relación de los personajes principales, un estudio del argumento, el contexto histórico del libro, una biografía de la autora, alguna que otra ilustración y unas páginas dedicadas a cada capítulo, con preguntas y respuestas sobre cada uno de ellos, son las armas principales a disposición del lector con prisas o con pereza, y siempre nos ayudan a sacar más placer de la lectura.

viernes, 16 de enero de 2009

A la caza del gazapo (XXIII)

¿Es posible hacerse un moño con una sola mano? Quizás lo sea, pero parece complicado arreglarse de este modo el cabello mientras se lleva en una mano un terrón de la tierra roja de Tara, que es lo que Escarlata hace en la novela:

Ashley acaba de hacerle ver cuánto le importa Tara, tanto como a él el honor, y ha reforzado su idea poniéndole en la mano un puñado de blanda arcilla. Escarlata, insensible a todo por un momento, se separa del intachable Ashley:

“Dio media vuelta y se alejó, camino de la casa, a través de los desiguales campos, arrollando sus cabellos en un moño sobre su nuca.”

Pero, unas líneas más adelante, comprobamos que la tierra sigue con ella:

“Todavía tenía en su mano la bola de arcilla roja cuando subió los peldaños delanteros.”

En verdad, como se demuestra en estas líneas de Lo que el viento se llevó, Escarlata es incapaz de deshacerse de Tara ni siquiera por un momento…

jueves, 15 de enero de 2009

El curioso caso del doctor Wilson

Muchos personajes de Lo que el viento se llevó se quedaron en el camino durante el proceso de adaptación a la pantalla de la novela de Margaret Mitchell; los dos hijos mayores de Escarlata, Will Benteen, Honey Wilkes o Archie, entre los más significativos. Sus palabras y acciones fueron adjudicadas a otros o, simplemente, se les suprimió sin más.

Por otro lado, Selznick, que había prometido no inventarse nada, traicionó su edicto en al menos una ocasión: hay un personaje que no aparece en la novela pero que sí se nombra y tiene una frase en la película.

Se trata del “doctor Wilson”, que esperará en vano a que la señora Hamilton vaya a echarle una mano en el caso de amputación en el hospital. “¿Dónde está la enfermera?”, pregunta el atribulado galeno, ya en plena faena, mientras Escarlata deserta de su puesto.

Este personaje, interpretado en GWTW por un (hasta ahora) incógnito actor al que sólo se identifica como “C. King” (¿alguien tiene idea de quién puede ser?), no figura en el libro. Los únicos Wilson citados en la obra de Mitchell son el ficticio Paul Wilson, que lleva a Doce Robles la noticia de la llamada a los voluntarios por parte de Lincoln, y James Harrison Wilson, general de la Unión.

miércoles, 14 de enero de 2009

Un monólogo para cautivar a los jueces

Fannie Flagg, autora de Tomates Verdes Fritos, entre otras, nos lleva en cierto momento de su novela Daisy Fay y el Hombre de los Milagros, a la gala de elección de Miss Mississippi.

Estamos en el Sur y en los años 50 del siglo pasado y asistimos al número de una de las concursantes desde el punto de vista de la protagonista, Daisy Fay, de quien ya se nos advierte en la solapa: “Otra heroína: tan joven y sensual como Lolita, tan ávida de protagonismo como Scarlett O’Hara…”:

“Su número era una escena de Lo que el viento se llevó. (…) Los tramoyistas colocaron apresuradamente en el centro de la escena un cajón lleno de tierra y piedras… (…) lo único que se oyó durante todo el número fue el entrechocar de las piedras que Margaret removía en el cajón. Y cuando dijo aquello de “Juro por Dios que jamás volveré a pasar hambre”, por poco…”

martes, 13 de enero de 2009

Escarlata se rinde a Don Vito

¡Con lo que nos gustan las listas en Viento Escarlata, y casi nos olvidamos de contabilizar una...!

La revista inglesa Empire efectuó hace unos meses una encuesta para averiguar cuáles eran las 500 “mejores” películas de la historia.

Críticos, especialistas y público en general participaron en la confección de esta lista o, mejor dicho, doble lista: se consultó también a señeros directores, que eligieron El Padrino como la mejor película y nos sorprenden gratamente al colocar a Lo que el viento se llevó en un muy honroso octavo lugar.

En el primer puesto hubo coincidencia con los gustos de 10.000 lectores, pero el resto de las preferidas del público difiriere bastante:

En esta lista popular, Gone With the Wind se encuentra en el puesto trigésimo primero (31º)… y viene acompañada de una crítica con un bonito gazapo: ¡Melania no es la prima de Escarlata!

La habitual campeona en este tipo de inventarios, la asombrosa Ciudadano Kane, ocupa el 28º lugar.

Podemos encontrar opiniones diversas sobre esta consulta en otros blogs dedicados al cine en general y que se hicieron eco en su día de los resultados.

lunes, 12 de enero de 2009

Adrian Morris, el orador en Atlanta

Adrian Morris, el orador que, en las calles de Atlanta, ofrece “cuarenta acres y una mula” a los esclavos liberados a cambio de su voto, nació el 12 de enero de 1903 (o 1907, según otras fuentes).

Adrian Michael Morris provenía de una familia de actores: sus padres eran bien conocidos en la escena y Chester, su hermano mayor, tuvo una carrera extensa en el cine.

Llegó a Hollywood con una obra de teatro y decidió probar suerte en la pantalla. Por su físico, a Adrian le encargaban casi siempre papeles “de duro”, muy a menudo en las películas de su hermano, y los habituales agentes de policía, taxistas, sheriffs y miembros de la banda de gangsters.

Debutó en 1931, en Arizona (Arizona), y se mantuvo muy activo durante toda la década, ya fuera bajo el nombre de Adrian Morris, Michael Morris o incluso sin aparecer en los créditos. Junto con su breve cometido como carpetbagger en GWTW, se le recuerda especialmente por el iracundo agente de contratación de los peones en The Grapes of Wrath (Las uvas de la ira, 1940).

A finales de noviembre de 1941 iba a comenzar a rodar I Live on Danger, pero sufrió una hemorragia cerebral que fue fatal. Su última película, Fly-by-Night (1942), se estreno póstumamente.

domingo, 11 de enero de 2009

"Stars of the summer night"

Después del torbellino de acontecimientos que culminaron con la muerte de Frank, Escarlata disfruta de unos momentos apacibles durante los primeros días de convivencia con su tercer marido.

Max Steiner decidió acompañar el tranquilo comienzo de la luna de miel de los Butler en Lo que el viento se llevó con las evocadoras notas de Stars of the Summer Night, una composición de 1856 de Isaac Baker Woodbury sobre un poema de Longfellow.

La letra, que no oímos porque Steiner optó por un coro sin palabras, parece muy apropiada para ese plano del barco en un anochecer del Mississippi:

"Stars of the summer night!
Far in yon azure deeps,
Hide, hide your golden light!
She sleeps, my lady sleeps!"


("¡Estrellas de la noche estival,
lejanas en vuestra profundidad azur,
Esconded, esconded vuestra dorada luz!
¡Ella duerme, mi dama duerme!")



sábado, 10 de enero de 2009

Rhett Butler siempre fue Rhett Butler

Margaret Mitchell tuvo menos trabajo con el nombre del principal personaje masculino de su novela que el que le dio el femenino. Mientras Pansy O’Hara no llegó más allá de agosto de 1935, todo parece indicar que Rhett Butler fue Rhett Butler desde el principio y para siempre.

La autora de Lo que el viento se llevó explicó una vez que para su poco heroico protagonista quería un apellido de dos sílabas que fuera habitual de la costa de Georgia, y un nombre de una sola sílaba de la costa de South Carolina.

A través de su investigación descubrió que Butler era un apellido común en la Georgia de los años 40 del siglo XIX. Y Mitchell hizo a Rhett natural de Charleston porque quería que fuera un burlador del bloqueo, conocedor de un puerto que registró este tipo de actividad hasta 1863, antes de que la Unión se hiciera con el control, como había ocurrido ya con Savannah, por ejemplo.

Rhett tiene un segundo nombre, pero en ningún lugar de la novela Gone With the Wind se nos dice a qué corresponde la inicial “K”, a la que se hace referencia cuando Escarlata observa el pañuelo en el que Belle ha envuelto su aportación al hospital.

viernes, 9 de enero de 2009

Lista de bajas (IX)

Comenzaba la década de los 60 y se cumplía el centenario de la guerra que servía de fondo a la historia de Lo que el viento se llevó. Estas son las defunciones que nos constan durante estos tres años entre las personas relacionadas con la novela y la película:

1961:
Wallis Clark, 79. (El capitán que juega al póquer)
Jay Wilsey, 65. (Doble para Rhett en el “incendio de Atlanta”)

1962:
Eric Alden, 54. (un caballero en Doce Robles, identificado como “Raif Calvert”)
Roscoe Ates, 67. (Un soldado convaleciente).
Thomas Mitchell, 70. (Gerald O’Hara) Cáncer.
Will Price, 49. (Asesor técnico para diálogos y acentos). Fallo cardíaco.

1963:
Richard Mueller, 63. (Asesor en Technicolor)
Frank Whitbeck, 81. (Productor del primer trailer)

jueves, 8 de enero de 2009

El vestido estampado (VII)

La desesperación se apodera de Escarlata, que se ve acosada por el hambre y la pobreza para ella y las personas a su cargo. Para complicar más las cosas, Pork viene con la noticia de que reclaman un impuesto sobre Tara que no sabe cómo va a poder abonar. Quizá Ashley, que intenta reparar una cerca, pueda darle una idea…

Pero Wilkes no sirve de mucho y, aunque le confiesa su amor, tampoco es capaz de huir con ella de todo aquello. Wilkerson aparece para hacerse con Tara, pero sólo se lleva una parte muy pequeña, en forma de terrón arrojado a la cara; Gerald, enojado y más fuera de sí que nunca, cabalga hacia la muerte ante los ojos de su hija.

El estado lamentable de las cosas queda patente en el vestuario de Escarlata. Vivien Leigh lleva la quinta versión del modelo; como en la cuarta, la tela se ha cosido del revés para poder quitarle el color necesario y muestra avanzadas señales de degradación, y faltan ahora casi todos los botones.

Como en la película estas secuencias transcurren en noviembre de 1865 y además el vestido está en las últimas, Escarlata se cubre con el chal camino del huerto.

miércoles, 7 de enero de 2009

Butterfly McQueen, Prissy

Butterfly McQueen nació el 7 de enero de 1911 en Tampa, Florida. Comenzó su carrera muy joven, como bailarina en Harlem, donde se ganó el apodo de Butterfly (Mariposa) al intervenir en un montaje de El sueño de una noche de verano, y el apelativo sustituyó al original Thelma, al que no le tenía mucho aprecio.

Actuó en varias obras en Broadway y debutó en el cine en Lo que el viento se llevó, en donde interpretó a Prissy, un personaje que le disgustaba, pero al que aprendió a querer por ser el que le dio fama y el apoyo financiero suficiente para poder ampliar su educación (que culminó brillantemente con un título académico bien superados los 60); McQueen tenía muchas más inquietudes que la indolente Prissy, por supuesto, y supo aportar un gramo de su propia rebeldía a la hija de Dilcey.

Butterfly decidió presentarse a las pruebas para el papel para poder comprarse muebles nuevos, y casi estuvo a punto de perderlo porque, en un primer momento, se la consideró mayor (tenía 26 años) y demasiado robusta y solemne para la medrosa Prissy. Pero no había nadie como ella para interpretar esa parte y McQueen lo hizo lo mejor que pudo, a pesar de rechazar con todas sus fuerzas todo aquello que el papel simbolizaba.

Prestó su aspecto infantil y su voz característica a películas como The Women (Mujeres, 1939), Cabin in the Sky (1943), Mildred Pierce (Alma en suplicio, 1945), Duel in the Sun (Duelo al sol, 1946)...

Decidió tomarse un descanso en 1947, contenta con su carrera artística, pero harta de que le ofrecieran siempre el mismo tipo de papel y de luchar en vano para que cambiaran las cosas. Tras unos años de altibajos, de escasas pero memorables apariciones en radio, teatro y televisión y en los que tuvo que sobrevivir lejos de la escena sirviendo en la vida real y en otros oficios diversos, reapareció en los años 70 en pequeños papeles, como en Amazing Grace (1974) o The Mosquito Coast (La costa de los mosquitos, 1986).

El fuego, del que había escapado en la ficción con la ayuda de Rhett Butler, causó su muerte en 1995, al incendiarse su casa, en un barrio pobre de Augusta, Georgia.

Hace unos meses se publicó la primera biografía de la intérprete de Prissy, Butterfly McQueen Remembered, por Stephen Bourne.

martes, 6 de enero de 2009

Las teclas que tocó Escarlata O'Hara

Tan difícil como rastrear el paradero de los vestidos empleados en la película es averiguar adónde fue a parar el mobiliario que se utilizó en los diferentes decorados de Lo que el viento se llevó.

Una parte de aquellas piezas eran réplicas de muebles de la época, construidas especialmente para GWTW o heredadas de otras películas o estudios; otras eran genuinas, bien compradas, o bien cedidas o alquiladas al equipo de producción y que volvieron a sus propietarios una vez terminado el rodaje.

La mayor parte de esos muebles y accesorios que podemos ver en Tara, Doce Robles, la casa de tía Pitty, la del matrimonio Wilkes, la de los Butler, o en las calles de Atlanta, no existe ya; pero de vez en cuando resurgen del anonimato aquellos que no se llevó el viento y que se encuentran diseminados por todo el planeta.

Casi todas estas “reliquias” de GWTW tienen una historia interesante, como el piano (espineta) del salón de tía Pitty; tiene más protagonismo en la novela que en el largometraje, pero podemos verlo en la secuencia del “sombrero de París”.

Con el tiempo, fue a parar a San Diego, California, a uno de los salones de la mansión Whaley. Es una de las más famosas “casas encantadas”, con al menos cuatro apariciones espectrales que incluyen un fantasma amante de la música. El piano de la señorita Hamilton comparte (o compartía, nos falta confirmar si todavía está allí) techo con una de las seis máscaras funerarias que se hicieron a Abraham Lincoln.

lunes, 5 de enero de 2009

¡Tantos libros y tan poco tiempo...!

La biblioteca relacionada con Lo que el viento se llevó crece y crece, y eso que también se incrementa la bibliografía de la que carecemos. Para no perder la cuenta, estos son los libros que hemos mencionado hasta ahora. Si algún lector quiere comentar algo sobre cualquiera de los volúmenes citados, o ha descubierto un título nuevo, Viento Escarlata está a su disposición, como siempre.

David O. Selznick's Hollywood, por Ronald Haver.

"Lo que el viento se llevó"/"Robin de los Bosques", por Javier Coma.

Memo from David O. Selznick, de Rudy Behlmer.

Selznick's Vision: "Gone With the Wind" & Hollywood Filmaking, de Alan David Vertrees.

The Complete "Gone With the Wind" Trivia Book, por Pauline Bartel.

Margaret Mitchell's "Gone With the Wind" Letters, 1936-1949, compilado por Richard Harwell.

Road to Tara, por Anne Edwards. (Biografía de Margaret Mitchell)

George Cukor, por Patrick McGilligan.

"Gone With the Wind" on Film: A Complete Reference, por Cynthia Marylee Molt

A Child of the Century, de Ben Hecht.

Margaret Mitchell & John Marsh: The Love Story Behind "Gone With the Wind", por Marianne Walker.

They Still Call Me Junior, de Frank Coghlan, Jr.

Long Live the King, por Lyn Tornabene. (Biografía de Clark Gable)

Vivien Leigh, de Hugo Vickers.

The King: A Biography of Clark Gable, por Charles Samuels.

A Quite Remarkable Father, por Leslie Ruth Howard. (Biografía de Leslie Howard)

Showman: The Life of David O. Selznick, por David Thomson.

Margaret Mitchell of Atlanta, de Finis Farr.

Stuntman, por Yakima Canutt.

Feminidad y mascarada en "Lo que el viento se llevó" y "Jezabel", de Eva Parrondo-Coppel.

Narración, tiempo y cohesión del relato en “Gone With the Wind”, de Vicente J. Benet.

Vivien: la vida de Vivien Leigh, por Alexander Walker.

The Filming of “Gone with the Wind”, por Herb Bridges.

Hollywood Be Thy Name, por William Bakewell.

Hattie: The Life of Hattie McDaniel, por Carlton Jackson

*Hattie McDaniel: Black Ambition, por Jill Watts.

Tara Revisited, por Malcolm Vance

The Oliviers, por Felix Barker

Hitchcock y Selznick, por Leonard J. Leff

The Complete "Gone With the Wind" Sourcebook: The Complete Guide for Every Fan, por Pauline Bartel.

Looking for Tara: The "Gone With the Wind" Guide to Margaret Mitchell's Atlanta, de Don y Kay O’Briant.

*In Search of My Father, por Ronald Howard

Strange Tales of "Gone With the Wind", de Norman Shavin y Austin McDermott.

The Story of "Gone Wind the Wind", por Bob Thomas

Selznick: The Man Who Produced "Gone With the Wind", por Bob Thomas

The Selznick Players, de Ronald Bowers.

Scarlett O’Hara´s Younger Sister y *I’ll think about that Tomorrow, por Evelyn Keyes

A Celebration of "Gone With the Wind", por Adrian Turner.

George Cukor, por Augusto M. Torres.

Backstory. Conversaciones con guionistas de la Edad de Oro, por Pat McGilligan.

Scarlett’s Women. “Gone With the Wind” and its Female Fans, por Helen Taylor.

"Lo que el viento se llevó", Fascículo 1 de la colección Cine & Música, de Salvat.

The Private Diary of Scarlett O’Hara, de Cathy E. Crimmins y Thomas Maeder.

The Irish Roots of Margaret Mitchell's "Gone With the Wind", por David O’Connell

"Lo que el viento se llevó", Aymá, 11ª Edición, Barcelona, 1978; Ediciones B, Barcelona, 1992; Pan Books, 1988.

*El vuelo de Ibis, por José Rey-Ximena. (Sobre los últimos días de Leslie Howard).

Crowning Glory: Reflections of Hollywood’s Favorite Confidant, por Sydney Guilaroff

The Official "Gone With the Wind" Companion: The Authorized Collection of Quizzes, Trivia, Photos- And More, por Stephen J. Spignesi.

Million Dollar Legends Margaret Mitchell and "Gone With the Wind", de Norman Shavin y Martin Shartar.

White Columns in Hollywood: Reports from the "Gone With the Wind" Sets, por Susan Myrick.

*Victor Fleming, de Michael Sragow.

*Aún no lo hemos leído

domingo, 4 de enero de 2009

Talento en ciernes

El fulgurante éxito de la novela auguraba que la adaptación al cine de Lo que el viento se llevó iba a tener también su público, y esa traslación a la pantalla suscitó interés antes incluso de que se vendieran los derechos.

Entre 1936 y 1939 todos los estudios, y sobre todo la Selznick International, recibieron sugerencias de todas partes y sobre mil y un aspectos relacionados con GWTW.

No sólo hubo cientos y cientos de voluntarios para un papel cualquiera en Gone With the Wind, desde aspirantes a Escarlata bien entradas en años a madres orgullosas del claqué de sus hijos (por mucho que no hubiera niños bailarines en la novela de Margaret Mitchell), sino que también llegaron noticias de autoproclamados expertos en la Guerra de Secesión, costumbres sureñas y acentos meridionales que se ofrecían como asesores técnicos y militares.

También hubo espontáneas demandas de empleo en los departamentos de guión de las productoras, sin saber que la autora de la novela consideraba imposible la adaptación de su obra y sostenía que cualquier corte causaría enormes problemas técnicos a los que se pusieran a la tarea.

Al menos a una persona no le arredaba la longitud y dificultad de Lo que el viento se llevó: con apenas 20 años, Fay Mitchell, una escritora en ciernes enamorada del cine y del teatro, acababa de terminar sus estudios y se disponía a intentar entrar en el mundo laboral en el lugar de sus sueños: los estudios cinematográficos.

Bien pertrechada con sus composiciones y artículos escolares, sus premios de redacción y ortografía, acudió a su primera entrevista de trabajo. Sam Marx, curtido jefe del departamento de guiones de la MGM, no se inmutó cuando la joven Fay le dijo que acababa de leer GWTW y que creía que podría hacer de la novela un buen guión.

“Creo que buscan un escritor de más renombre”, fue la diplomática salida de Marx, que pudo haberse reído en la cara de la escritora y más si hubiera sabido lo que iban a sufrir reputadas plumas como las de Sidney Howard, Scott Fitzgerald, Ben Hecht… y los nombres que se quedaron en el camino antes y durante la adaptación.

Fay no se rindió. En absoluto. No trabajó en el guión de GWTW, pero encontró un lugar en la RKO y de lectora de guiones pasó a escribirlos ella misma; se casó con el escritor Michael Kanin (hermano de Garson) y colaboraron en diferentes ocasiones, en el cine y en el teatro; Fay Kanin se distinguió también escribiendo para la televisión y fue la segunda mujer que accedió a la presidencia de la Academia (Bette Davis, una Escarlata fallida, fue la primera, casi cuarenta años antes).

sábado, 3 de enero de 2009

No era una broma

En Chaplin (Chaplin), la biopic que dirigió Richard Attenborough en 1992, apenas se ahonda en detalles, pero hay espacio para una alusión a Lo que el viento se llevó, en la porción dedicada a la vida en común de Charlie y Paulette. Robert Downey Jr. es un convincente Chaplin, pero Diane Lane no acierta del todo con su Goddard.

Encontramos a ambos en una fiesta hollywoodiense. Douglas Fairbanks acaba de darles una mala noticia, pero Paulette tiene algo positivo que contarle a su pareja:

“Oye, no te rías: Voy a hacer la prueba para Escarlata.”; “¿Por qué iba a reírme?”, replica Chaplin. “Pues porque es de chiste. Todo el mundo está haciendo la prueba; además, he oído que Katie Hepburn lo tiene asegurado… ug, es horrible.”

Chaplin hacía bien tomándoselo en serio: Paulette fue una de las finalistas en la carrera por obtener el papel. Lo que no le hizo tanta gracia fue la perspectiva de tener que ceder a su estrella a otros estudios, pero él tenía más confianza en las posibilidades de Goddard que ella misma.

viernes, 2 de enero de 2009

Se le pasará por la mañana

El archivo de Selznick debe de guardar una carta de Vivien Leigh al productor en la que, entre otras cosas, le transmitía los sentimientos de Winston Churchill tras haber asistido a la proyección de Lo que el viento se llevó. El primer ministro inglés describió así su experiencia:

“I have been reduced to a pulp. There isn’t a bone left in my body. Thank God, I can now get back to my own war.”
(“Estoy hecho un guiñapo. No me queda un hueso sano. Gracias a Dios, ahora puedo volver a mi propia guerra.”)

Churchill echó una mano en la siguiente película inglesa de Vivien Leigh, That Hamilton Woman (Lady Hamilton, 1941) y la vio más de 80 veces; es de suponer que muchas de ellas durante “su” guerra.

jueves, 1 de enero de 2009

Brindemos setenta veces

Todavía estamos a tiempo de dar la bienvenida al nuevo año y brindar con el deseo de que sea el mejor de los años posibles. En 2009, además, Lo que el viento se llevó (la película), celebra su 70º (septuagésimo) aniversario.

Para la ocasión, nada mejor que probar una bebida creada especialmente en honor de uno de los personas de GWTW: el cóctel Rhett Butler.

Como en el caso del cóctel Scarlett O’Hara, fue la firma Southern Comfort la que lanzó la receta, allá por 1939, para coincidir con el estreno de la película. El bourbon es, pues, el ingrediente principal.

El combinado lleva, además, el zumo de media lima, un poquito más de zumo de limón, una porción de Curaçao y azúcar a gusto del consumidor. Lo metemos en la coctelera y le damos unos cuantos meneos (preguntar por Nick Charles). Se decora con una rajita de limón y se sirve en un vaso de cóctel.

Hecho esto, brindamos con nuestros lectores mayores de edad para que el 2009 venga repleto de buenas noticias para los Windies y los aficionados al cine en general. ¡Feliz Año Nuevo!

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