martes, 27 de enero de 2015

El mismo viento, en otra guerra

The War (1994) está ambientada en el Sur de Estados Unidos, en el verano de 1972, y contiene una fugaz referencia a Lo que el viento se llevó: es la película que se está proyectando en el cine de la pequeña localidad, tal y como vemos en la marquesina de la sala de la que salen “las chicas”.

miércoles, 21 de enero de 2015

Para conservar un vestido

En los departamentos del Natural History Museum, en Los Angeles (California), se llevó a cabo la restauración y preservación del "modelo barbacoa" que lució Vivien Leigh en el papel de Escarlata O'Hara, la protagonista de Lo que el viento se llevó.

Este artículo nos habla del tema en breves párrafos. Entre otras cosas nos recuerda que el vestido se conserva en un lugar fresco, oscuro y nada frecuentado, cuando no está siendo expuesto a la vista del público: la temperatura se acerca a los 70 grados farheneit (21ºcelsius), con una humedad próxima a los 50%. El modelo se guarda horizontal, en dos cajas libres de ácido y envueltas en tejido también libre de ácido, la falda y el cinturón en una de ellas y el cuerpo en la otra.

La luz es un peligro para el color original, y también los insectos para la tela en general, pero el laboratorio ha puesto en marcha los mejores tratamientos para evitar mayores daños. Sin embargo, el modelo comienza a dar muestras de su deterioro, pues no en vano han pasado más de 75 años de su estreno: el estado del forro de seda, por ejemplo, produce ya estremecimientos de pánico entre los cuidadores, por su camino de convertirse en polvo, a pesar del relativamente cercano trabajo de reparación que llevó a cabo Walter Plunkett hace casi 40 años.



jueves, 15 de enero de 2015

Revisitando "Lo que el viento se llevó"

Ya terminamos de leer y disfrutar Frankly, my dear: “Gone with the wind” revisited, escrito por Molly Haskell.

No es una lectura recomendable a los principiantes en el universo de Lo que el viento se llevó, pero sí un placer para los que se mueven como peces en las biografías de Selznick, Mitchell, Leigh (y Escarlata O'Hara), que se ven unidos de alguna manera en el trabajo de Haskell. Esa es una de las perspectivas de este libro, con las que puedes no estar de acuerdo, pero sí interesarte su lectura y desarrollo.

viernes, 9 de enero de 2015

Una charla con André Maurois

Los amigos de Margaret Mitchell sabían de sus cualidades de conversadora, a la par que su capacidad para ser una oyente espléndida; “Si Peggy escribe como habla, el libro será fascinante”, le dijo Lois Cole a Harold Latham cuando le recomendó que le preguntara a Mitchell por su novela.

El escritor André Maurois sacó una impresión diferente cuando coincidió con Margaret en un banquete. El autor francés contaba que a su lado se había sentado una mujer todavía joven, de aspecto insignificante y muy callada, a la que apenas se le podía arrancar una palabra; al cabo de un buen rato la desconocida confesó, casi a regañadientes, que también ella había publicado una novela. Maurois, cortésmente, se interesó por el título; Lo que el viento se llevó, respondió su interlocutora.

Cuando Mitchell (que empezó muchas de sus cartas con la frase “Soy Margaret Mitchell, autora de Lo que el viento se llevó) se enteró de cómo contaba Maurois su encuentro, no le sentó muy bien. Protestó diciendo que no habría tenido jamás la indelicadeza de mencionar su propia obra a otro escritor y que la historia no sucedió tal y como Maurois la contaba: recordaba que había sido invitada, junto con otros escritores de Atlanta, a una comida en honor del autor de La máquina lectora de pensamientos, y que ella, lamentándolo mucho, había intentado excusar su asistencia porque tenía que atender a su padre, que se encontraba muy delicado; Maurois, al enterarse de que Mitchell no iba a estar presente, le mandó una nota pidiéndole que asistiera, pues deseaba conocerla; esa petición, y la insistencia de los organizadores del acto, decidieron a Margaret a abandonar por unas horas la vigilia y acudir a la comida, donde se efectuaron las presentaciones de rigor y donde ambos mantuvieron una agradable charla.

Mitchell lamentó luego que su sacrificio de un par de horas junto a su padre hubiera acabado en una historia en la que ella quedaba en mal lugar. Muy susceptible, tenía la impresión de que Maurois la mostraba como ávida publicista de su propia obra, o renuente a aceptar la autoría de lo que era un éxito editorial, incomprensible para ella, que nunca tuvo buena opinión sobre la calidad de su novela.

sábado, 3 de enero de 2015

Una nueva mirada a la mítica película

Paseando por la red nos encontramos con una crítica a Lo que el viento se llevó.

Tara, la vivienda que pertenece a los O'Hara, se convierte en el eje principal para el comentarista, que no aparta, sin embargo, la competencia de los actores y la dirección.

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