martes, 31 de marzo de 2009

"Jine the cavalry"

Al incluir alusiones a libros y canciones en Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell nos ayuda a situarnos en la época y el ambiente de cada momento que viven sus personajes.

Por ejemplo, la despreocupación de los sudistas y su fe en que la guerra no tardaría en inclinarse definitivamente hacia su bando todavía es perceptible cuando se celebra el bazar benéfico, organizado para recaudar fondos para los hospitales de Atlanta; Escarlata ve pasar ante su ventana a un alegre grupo de excursionistas, destacados en busca de adornos florales para la fiesta (a la que, en un principio, ella no puede acudir por su condición de viuda); las jóvenes, señoras casadas, soldados convalecientes y oficiales en espera de destino llevan acompañamiento musical: dos negros en la carreta de las provisiones tocan If You Want to Have a Good Time, Jine the Cavalry, con la ayuda de un banjo y una armónica.

Esta canción se convirtió en el himno oficioso de la Caballería de los Confederados y ensalza las hazañas de las tropas al mando del general J.E.B. Stuart, cuya suerte cambió drásticamente en el transcurso de la contienda. Pero, como dijo una vez el general Lee, “este ejército no podría sobrevivir sin música”, aunque las letras de muchas canciones adquirieran un sentido irónico con el paso del tiempo.

“If you want to have a good time, jine the cavalry!
Jine the cavalry! Jine the cavalry!
If you want to catch the Devil, if you want to have fun,
If you want to smell Hell, jine the cavalry!

(“Si quieres pasarlo bien, ¡únete a la Caballería!
¡únete a la Caballería! ¡únete a la Caballería!
Si quieres atrapar al Diablo, si quieres divertirte,
Si quieres pasarlas canutas, ¡únete a la Caballería!”)




lunes, 30 de marzo de 2009

A la caza del gazapo (XXVI)

Algunos dirán que las hermanas pequeñas no dan más que problemas a los mayores de la familia. Escarlata O'Hara apoyaría sin duda esa afirmación, recordando que, en el momento justo de la muerte de su padre, ha de soportar que Suellen y Carreen y ella misma emborronen la continuidad de la película con la colaboración de una puerta rebelde:

Escarlata está a punto de entrar en Tara cuando Gerald arranca su cabalgada final en pos de Wilkerson. Ella cierra la puerta a sus espaldas y da unos pasos hacia delante para seguir la trayectoria de su padre. Sus hermanas, alarmadas por los gritos, salen también al porche, pero no las vemos en el plano general, centrado en Escarlata, y la posición de la famosa puerta de Tara es diferente entre los planos que muestran la reacción de Vivien Leigh y las de Evelyn Keyes y Ann Rutherford.

domingo, 29 de marzo de 2009

Lista de bajas (XV)

Un vistazo a la nómina de participantes en Lo que el viento se llevó nos descubre que en nuestros archivos no consta ninguna defunción en 1975, aunque es muy probable que sí se produjera alguna, dado que es imposible seguir el rastro de las miles de personas que tuvieron algo que ver con la novela, por no hablar de la película; si algún lector puede rellenar los huecos, ya sabe que contará con nuestro eterno agradecimiento.

1974:
Russell Birdwell, 74 (Publicidad)
Carlyle Blackwell, jr. 61 (Extra en la secuencia de la barbacoa)
Carroll Nye, 73. (Frank Kennedy)

1976:
Wilfrid M. Cline, 73 (Fotografía Technicolor)
Walter Field, 101 (Extra)

sábado, 28 de marzo de 2009

Próxima edición en Blu-Ray de "Lo que el viento se llevó"

Todo parece indicar que Lo que el viento se llevó verá la luz en un nuevo formato en 2009, lo que será una forma estupenda de celebrar los setenta años de la película.

GWTW se publicará en algún momento de los próximos meses en el sistema Blu-Ray, tal y como nos informan en 1080b.com, donde podemos ver cómo será la carátula: se vuelve a la clásica imagen del “flaming embrace” que ha acompañado a Gone With the Wind desde los años 60.
Aún están por desvelar muchos detalles, entre ellos los extras que pueden acompañar en esta ocasión al largometraje, pero estaremos atentos para contarlo en Viento Escarlata.

viernes, 27 de marzo de 2009

Un modelo fugaz

La avaricia de Escarlata, dispuesta a no quedarse jamás sin dinero otra vez, se nos muestra en una sucesión de secuencias muy breves, pero todas ellas con su vestido correspondiente, para confirmar que el armario de la señora Kennedy vuelve a estar repleto; después de todo, la guerra ha terminado y hay que pagar al contado, como se indica en el cartel de la tienda, donde Melania intenta, sin éxito, que su cuñada sea un poco más flexible con los pobres ciudadanos de Atlanta, escasos de capital.

Para este momento, Plunkett diseñó un modelo del que sólo vemos la parte superior, ya que Escarlata está detrás del mostrador contando sus billetes. El vestido es de muselina roja, con botones en el centro del mismo material y color. El cuello, de muselina blanca.

Recordemos que el “código” para el empleo del rojo en el vestuario de Escarlata era la pasión; aunque en la mayoría de los casos está reservado para la pasión amorosa, bien podemos entender que en esta instancia de Lo que el viento se llevó se pretende sugerir la desaforada querencia de la protagonista por el efectivo y el desafío a las normas establecidas (pues se veía con malos ojos que una mujer se dedicara a los negocios y, aún encima, que disfrutara con ello y tuviera éxito).

jueves, 26 de marzo de 2009

Brindemos con Melanie Hamilton Wilkes

Melania Hamilton no podía quedarse sin un cóctel dedicado a su personaje, aunque parezca poco apropiado tratándose de una joven tan moderada y tradicional en sus gustos; por lo que sabemos, la cuñada de Escarlata O'Hara no pasa de un poco de vino dulce en las ocasiones especiales.

Pero una fiesta temática sobre Lo que el viento se llevó no estaría completa sin esta receta, el Melanie Wilkes Cocktail: se compone de 50 mililitros de zumo de naranja, 50 mililitros de triple seco, 25 mililitros de Midori (licor de melón) y cubitos de hielo; todo ello bien agitado, servido en un vaso de cóctel y adornado con una rajita de melón.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Nunca digas "nunca jamás"

La novela y la película deben considerarse como dos entes separados pues, si bien la segunda se basa en la primera, la adaptación a la pantalla supuso tomar una serie de decisiones con la vista puesta en el medio y en el público cinematográfico.

Se puede decir que Selznick, aunque conservó la esencia de la obra de Margaret Mitchell, se esforzó en romantizar Lo que el viento se llevó y, en especial, en suavizar el carácter de Escarlata y justificar la instantánea atracción de Rhett por la señorita O’Hara, para que la historia de amor fuera uno de los puntales de la película.

En la novela, con tiempo para profundizar en los personajes e incluso conocer sus pensamientos y motivos más íntimos, no se habla de amor precisamente durante el baile en el bazar: Rhett abre los ojos a Escarlata sobre los entresijos del bloqueo y las férreas normas impuestas a las viudas; se nota que él está a gusto con ella, porque le ofrece un reto y ella se sorprende al ver cómo Butler expresa unas ideas heréticas para con la Causa con las que Escarlata está tácitamente de acuerdo. Pero no hay un flirteo explícito tal y como oímos en la película; sin embargo, aunque la adaptación introduce ese componente romántico muy pronto, sabe cerrar el círculo con la solvencia habitual de los buenos guiones:

“…Yo quiero algo más de usted.” “¿Y qué es lo que quiere?” “Se lo diré, Escarlata O’Hara, en cuanto deje esa expresión de señorita remilgada del Sur. Quiero que algún día me diga las mismas palabras que le oí decirle a Ashley Wilkes: “Te quiero.” ”Eso es algo que no me oirá decirle, capitán Butler, en toda mi vida”; es el intercambio de Rhett y Escarlata en su segundo encuentro, en medio del vals.

Pasan los años, la guerra y los matrimonios, y el de los Butler llega a un callejón sin salida. Escarlata, de cuyos ojos acaba de caer una venda, incumple su promesa cuando le dice a Rhett: “…sólo sé que te quiero.” “Esa es tu desgracia.”, replica él.

Efectivamente, se habían pasado más de una década jugando al escondite.

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