El escritor Alan Gould, en su conferencia y ensayo Consolation and the novel (La consolación y la novela) cuenta una historia de la que fue testigo y participante la madre de su esposa, una ávida lectora que pasó parte de la Segunda Guerra Mundial en varios campos de concentración; los libros estaban prohibidos, pero una de las prisioneras había conseguido preservar un ejemplar de Lo que el viento se llevó.
Todas las ocupantes del barracón leyeron la novela: en cuanto una terminaba una página, la cortaba con mucho cuidado y la pasaba a la compañera de la litera de abajo, y así se formaba una cadena que aliviaba por unos instantes la horrible situación que vivían aquellas mujeres.
Las Mejores Películas de Boris Karloff
Hace 1 hora
2 comentarios:
¡¡¡Impresionante historia!!!
Besos
Hildy
Hay veces en las que las anécdotas apenas necesitan comentarios, Hildy. ¿Cúantas de aquellas mujeres habrán tenido la oportunidad de leer GWTW (o cualquier otro libro)?
Publicar un comentario