Como responsable de publicidad en la
Selznick International Pictures, Russell Birdwell fue el encargado de mantener
el interés de medios y público en general por Lo que el viento se llevó a lo
largo de tres años largos. Dada la imaginación de Birdwell y sus colaboradores,
es difícil discernir cuáles de las noticias sobre GWTW eran reales y cuáles
habían sido cuidadosamente fraguadas, con la connivencia o no del productor,
para causar el mayor impacto posible. Los magos son reacios a descubrir sus
trucos, y Birdwell era ciertamente un mago de la publicidad, aunque a veces
caminara sobre el filo de la navaja: a Susan Myrick no le gustaba que se
suprimieran de sus crónicas algunos párrafos que contaban los pequeños secretos
con los que se fabricaban los sueños en Hollywood, y Margaret Mitchell se
sintió molesta por algunas noticias sobre ella que no tenían ni pizca de base
real.
Russell Juárez Birdwell nació el 17 de octubre
de 1903 y, como dramaturgo incipiente siendo todavía estudiante, comprobó por
propia experiencia que una buena estratagema publicitaria puede atraer público
a una sala, aunque la obra o la película en cuestión no merecieran el esfuerzo
de crear una campaña. En lugar de dedicarse a la abogacía, como deseaba su
padre, Russell acabó en la redacción de un periódico, o de docenas de
periódicos, como reportero, y sólo fue cuestión de tiempo que le encargaran
cubrir la sección de noticias de cine en el Los Angeles Times, un puesto
novedoso en el que Birdwell sería, cómo no, un pionero.
Además de trabajar para los estudios, como
el de Selznick, Birdwell desempeñó también a lo largo de los años labores de
relaciones públicas personales para varios actores, desde su gran amiga Carole
Lombard (que le igualaba en imaginación y talento para las bromas pesadas),
hasta John Wayne, pasando por Anne Baxter, Douglas Fairbanks, hijo, John
Ireland… y tuvo tiempo para escribir (novelas y dos autobiografías), dirigir
cuatro películas y producir una, Jim Thorpe, All American (Jim Thorpe, el declive de un campeón, 1951), y representar a
firmas y personalidades ajenas al mundo del cine.
Falleció el 15 de diciembre de 1977, dejando
en el recuerdo invenciones como la campaña para encontrar a la Scarlett O’Hara
ideal, la desconocida mujer de negro que cada año dejaba una flor en la tumba
de Valentino, la desmesura de la promoción de The Outlaw (El forajido, 1943) (basada en la anatomía
de Jane Russell)…
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