La relación de Vivien Leigh con Escarlata O’Hara comenzó muy pronto, casi desde el momento en que la actriz abrió su ejemplar de Lo que el viento se llevó:
“Tenía la sensación de amarla y comprenderla, como si la hubiera conocido en persona.”
Esa impresión debió de contar mucho en su lucha contra corriente para conseguir el papel y, aunque la ilusión de haberlo alcanzado se diluyó pronto (con la sustitución de Cukor y con Olivier al otro lado del continente), Vivien notó que había algo especial entre ella y la criatura creada por Margaret Mitchell a la que había encarnado durante largos meses. Con el rodaje terminado, actriz y productor parecen proféticos:
Selznick observó que Vivien estaba llorando y se interesó por la razón de las lágrimas: “David, no vas a creerlo, pero todo lo quería era terminar con el rodaje de la maldita película. Y ahora que ya esta… tengo ganas de llorar por Escarlata. Sabes, está muerta, y hemos estado juntas de tal manera…”
“¿Muerta? ¡Y unas narices! ¡Vosotras dos seréis inmortales!”
lunes, 2 de junio de 2014
Amarla y comprenderla
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