Entre la primavera de 1936 y enero de 1939 se produjo un inusitado incremento en las filas del gremio de los cazatalentos cinematográficos, aunque la mayoría de los que así se consideraban no eran profesionales y casi todos habían hecho un único descubrimiento: a sí mismos o a un pariente cercano.
La “fiebre escarlata” estaba en pleno apogeo y todos los días alguien consideraba que había encontrado a la Escarlata ideal en su hermana, a Rhett en el ascensorista de su oficina, al único intérprete posible de Ashley en una función de aficionados o a la Melania perfecta tras un mostrador de unos grandes almacenes.
Entre toda esta marea de directores de reparto espurios había unos cuantos que sí eran genuinos y en cuya experiencia confió Selznick para encontrar a los intérpretes principales de Lo que el viento se llevó.
Ya sabemos que, con un puñado de excepciones, de las sucesivas búsquedas no salió nada concreto, y no fue por falta de incentivos para los cazatalentos: el contrato de Max Arnow, que se unió a las “fuerzas expedicionarias” de Selznick en agosto de 1938, especificaba que, además de su sueldo semanal, cobraría un bonus de 5.000 dólares si descubría a la joven que al final sería contratada para Escarlata, 2.500 dólares adicionales si recomendaba a quien se adjudicara el papel de Ashley y otros 2.500 dólares si encontraba a la Melania correcta. Los esfuerzos de Arnow fueron en vano y su cuenta corriente no se vio incrementada por estos conceptos.
miércoles, 24 de junio de 2015
Cazatalentos ventosos
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2 comentarios:
si no iba a encontrar a Vivien...fue lo mejor que pudo hacer..No hacer nada
Interesante articulo!!
Éxitos con el blog!
Paty
Headhunters
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