Ya hemos apuntado en alguna que otra ocasión que es posible encontrar ciertas similitudes entre Escarlata y su intérprete, pero que también muchos aspectos de la personalidad de Vivien Leigh se apartaban diametralmente del carácter de la creación de Margaret Mitchell. Un rasgo diferencial importante: el sentido del humor (muy escaso incluso en la joven señorita O’Hara y microscópico siendo ya la señora Hamilton/Kennedy/Butler) está presente en muchas de las anécdotas que nos han contado sobre la actriz a lo largo de los años.
El protocolo reclamaba la típica declaración previa al viaje a Atlanta para el estreno, y Vivien le dio su toque personal. No es difícil imaginarla en el momento de responder con perverso ingenio a la pregunta de los periodistas de qué era lo que tenía pensado decir al llegar a la ciudad (y que, por supuesto, no dijo):
“Estoy tan contenta de estar aquí, en Georgia, como el mismo general Sherman”.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Conquista incruenta
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5 comentarios:
Esta muy buen tu blog….checa el mio!!! http://l4os.blogspot.com/....DISFRUTALO!!
Gracias por la visita, L4OS.
Me imagino que habrás leído alguna biografía sobre Vivien Leigh, yo disfruté muchísimo con su lectura, y admito que me encandiló su carácter y fortísima personalidad. Recuerdo haber leído, que sorprendía mucho a la gente el hecho de que una mujer de apariencia y maneras tan sumamente delicadas, sin embargo, metiera en sus diálogos un montón de palabrotas. La gente se quedaba alucinada, y a ella le importaba un bledo.
Saludos!
...Y eso que fue educada por las buenas monjas; algo que, curiosamente, suele suceder.
No recuerdo ahora si Olivier puso alguna vez reparos a la catarata de encantadoras palabrotas de Vivien, pero Gable, que era muy de la vieja escuela, puso coto a la lengua de Carole (otra que tal bailaba), con el poco políticamente correcto argumento de que "en esta familia, me basto yo para los tacos". En fin, eran otros tiempos y otras costumbres y, por supuesto, tanto Vivien como Carole reservaban su lenguaje de carretero para cuando no había reporteros cerca.
Saludos
Jajajajajaaaaaa!!!No conocía esa anécdota de Gable y Lombard, es genial!!
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