El 27 de noviembre de 1938 Vivien Leigh partía de Inglaterra hacia Estados Unidos. A bordo del Queen Mary, su atención estaba centrada en dos objetivos: pasar tiempo con Olivier y conseguir el papel de Escarlata O’Hara.
Selznick todavía no había anunciado el nombre de la actriz protagonista de la adaptación al cine de Lo que el viento se llevó y, aunque todas las estratagemas que Vivien había puesto en marcha para llamar su atención habían fallado, no le faltaban recursos. En eso se parecía a Escarlata.
Además de pensar en su amante, a quien había echado mucho de menos a pesar de la corta separación (Olivier había partido a principios de mes para intervenir en Cumbres Borrascosas), en los cinco días de travesía hasta Nueva York Vivien tuvo tiempo para leer por quinta vez la novela de Margaret Mitchell, aprenderse varios pasajes y reafirmarse en su idea de que el papel tenía que ser para ella. Mientras existiera una posibilidad, no iba a desaprovecharla.
Sabía que sólo tendría 5 días para cautivar al productor en Hollywood, pues tenía que regresar para los ensayos de A Midsummer Night’s Dream (El sueño de una noche de verano), la obra con la que estaba comprometida con antelación, pero seguro que en sus ojos violeta brillaba la determinación: o bien lograba sustituir a Merle Oberon en el papel de Cathy (Olivier y Merle se estaban llevando bastante mal)… o bien conseguía meter la mano en el bolsillo de Selznick cual Escarlata con el desprevenido Frank.
Una vida en secreto
Hace 58 minutos
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