Desde 1936 hasta hoy mismo es posible encontrarse con Lo que el viento se llevó en cualquier contexto y situación.
La novela ha sido empleada para probar nuevas tecnologías en el ámbito de la comunicación, ha viajado miles de kilómetros en la maleta de intrépidos viajeros, ha sido llevada a los juzgados como prueba a favor o en contra de alguna demanda extravagante… y sigue formando parte de la vida de cientos de personas de las maneras más curiosas que podamos imaginar.
El ejemplo de hoy nos lleva a Canadá en el verano de 1938; se celebraba en Toronto un maratón de escritura a máquina en el que participaban 12 personas, dispuestas a batir marcas de velocidad (y perfección, suponemos) a lo largo de 14 días.
Uno de los primeros hitos logrados fue mecanografiar las 420.657 palabras del texto de GWTW en 94 horas y 22 minutos, en relevos de dos horas por cada mecanógrafo. Estaban repartidos en dos equipos: uno masculino y el otro femenino y los competidores estaban convencidos de rebajar ese tiempo antes de que terminara la exhibición y se aplicaban a la tarea.
Al final lograron una media de 80’2 palabras por minuto y teclearon en total 1.560.341 en una única y sufrida máquina, una Underwood Master; les faltó muy poco para completar 4 veces la novela que Margaret Mitchell creó a lo largo de diez años con la ayuda de su Remington portátil.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Teclead, teclead, malditos
La máquina que usó Margaret Mitchell (Fuente)
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